El pasado miércoles –hace unos días—veíamos a Jesús Niño recostado en el pesebre de Belén mientras que los Reyes de Oriente le adoraban y traían regalos. Hoy le vemos ya como hombre, junto al Jordán, y esperando el turno, como uno más, para ser bautizado por Juan Bautista. Ha pasado mucho tiempo en pocos días, todos los años, nos causa sorpresa. Y si la Epifanía es la manifestación de Dios, por medio de un niño, a los pueblos gentiles. Dios, en el momento del Bautismo, ofrece a la humanidad a su Hijo Único para que seamos salvados. Ambas fiestas se parecen, aunque la de hoy sea una frontera clara entre el Tiempo de Navidad y el Tiempo Ordinario. Hoy Jesús, ante nosotros, inicia su vida pública, y nos acompañará durante semanas y meses.
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