viernes, 30 de septiembre de 2022

El Espejo de la Iglesia en La Rioja 30 de septiembre

 


Hoy hablamos con Fernando Sancha Zúñiga que será ordenado sacerdote el próximo sábado, 1 de octubre a las 12:30h. en el Seminario Diocesano de Logroño

Jornada Mundial por Trabajo Decente: 7 de octubre

 


EL MANANTIAL DE LA VIDA. Lectio Divina: 30 de septiembre de 2022

 ¡Ay de ti, Corozain! ¡Ay de ti, Betsaida!

1.-Oración introductoria.

Señor, en el evangelio de este día me invitas a “ensanchar mi corazón”. Normalmente las religiones tienden a cerrarse, para no contaminarse; también la religión judía, también las cristianas. Pero en el evangelio yo no encuentro una parábola que diga: El reino de los cielos se parece a una cesta de manzanas que, si se pudre una, contamina a las demás. Sí encuentro unas palabras de Jesús que dicen: “el reino de los cielos es semejante a la levadura que pone una mujer en la artesa y hace fermentar toda la masa”. La cizaña no tiene miedo al trigo ni el bien al mal. Gracias, Señor, por esta visión tuya tan positiva.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lucas 10, 13-16

«¡Ay de ti, Corozazin! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

La expresión ¡Ay! repetida expresa una lamentación por parte de Jesús, pero no una condena. Jesús ni condena, ni castiga, ni amenaza. Es importante descubrir estos sentimientos tan nobles y tan profundos de Jesús para cambiar nuestras actitudes de enfrentamiento, de venganza y de rechazo. Demás hemos sufrido a lo largo de la historia con tantas guerras de religiones. Y, sobre todo, demás hemos hecho sufrir a nuestro Padre Dios por matarnos unos a otros. En realidad, todas las guerras son “fratricidas”. No hay guerras de naciones contra naciones, de religión contra religión, de hombres contra hombres. Todas son guerras de “hermanos contra hermanos”. La historia es vieja y se repite: “Caín sigue matando a Abel, su hermano”. El enfrentamiento de los hermanos afecta a la creación entera. Somos los hombres los que destruimos bosques, quemamos mieses, ensuciamos ríos y contaminamos los mares. Somos las personas las que destruimos “nuestra casa común”, como ha dicho el Papa Francisco.

Palabra autorizada del Papa

“Cuando nosotros estamos en tentación, no escuchamos la Palabra de Dios: no escuchamos, no entendemos, porque la tentación nos cierra, nos quita cualquier capacidad de previsión, nos cierra cualquier horizonte, y así nos lleva al pecado. Cuando estamos en tentación, solamente la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús nos salva. Escuchar la Palabra que nos abre el horizonte… Él siempre está dispuesto a enseñarnos como salir de la tentación. Y Jesús es grande porque no solo nos hace salir de la tentación, sino que nos da más confianza. Esta confianza es una fuerza grande, cuando estamos en tentación: el Señor nos espera, se fía de nosotros así, tentados, pecadores, siempre abre horizontes. Y viceversa, el diablo con la tentación cierra, cierra, cierra”. (Cf. S.S. Francisco, 18 de febrero de 2014, homilía en Santa Marta)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio). 

5.-Propósito. Voy a fijar un día para mi próxima confesión sacramental.


6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, al terminar esta reflexión, quiero volver a tu proyecto original del Paraíso. Quiero que sople sobre el jardín, esa “suave brisa” signo de tu presencia. Con ella vendrá la paz y la armonía sobre la familia humana y sobre la obra de la Creación. Si por un hombre, Adán, vino la destrucción y la muerte, por otro hombre, llamado Jesús, nos ha venido la restauración y la vida. ¡Gracias, Señor!

jueves, 29 de septiembre de 2022

SEPTIEMBRE 29 FIESTA DE LOS SANTOS ARCANGELES

 

Pastores Gregis, una llamada a la conversión pastoral para conjugar los odres nuevos con los viejos

 


Tote Barrera y Cristy Salcedo fueron llamados hace casi 14 años a dedicarse en cuerpo y alma a la nueva evangelización, específicamente prestando ayuda a aquellos que, desde su vocación sacerdotal o su vocación laical están, a su vez, llamados a evangelizar. Su larga y sólida trayectoria comenzó con la introducción de los cursos Alpha en España, un innovador formato enfocado en el "Primer Anuncio". Desde 2008 han podido ser testigos de cómo "el Señor ha ido levantando la Nueva Evangelización" en España y otros países de habla hispana. Ambos dejaron sus carreras profesionales para volcarse por completo a la misión que les ha sido encomendada. Desde 2021 continúan su labor a través de la asociación Nunc Coepi, ahora enfocados totalmente a la formación para sacerdotes, parroquias y líderes cristianos.

En este video, Tote y Cristy detallan el origen, propósito, líneas de trabajo y contenidos que se propone en Pastores Gregis Christi, un programa de liderazgo pastoral que propone los recursos y habilidades necesarios para poder dar continuidad a las muchas iniciativas de ese primer anuncio que tanto fruto (conversiones y re-conversiones especialmente) vienen dando. Detectaron que, "después del gran ardor inicial" que provocaban por ejemplo los cursos Alpha, mucha semilla acababa en tierra baldía.

"A los conversos hay que llevarlos a la madurez, y en muchas parroquias no sabemos cubrir esa necesidad", explica Tote Barrera. Pastores Gregis Christi está dirigido a obispos, sacerdotes, laicos y, en general a quien tenga un papel que desempeñar como corresponsable de la evangelización en el marco de la Iglesia."No es un curso, no es una formación , aclara Cristy Salcedo. Es una experienci dirigida a la conversión pastoral, el crecimiento personal y la puewsta ala día de la vocación,, para desde una motivación y una ilusión renovada, poder pastorear una nueva iglesia, una iglesia en misión. Por eso su propuesta es "empezar por tí como sacerdote, desde tu vocación, para orientar la vocación de tu comunidad"

"Estamos en un momento de transición, de una Iglesia de cristiandad que vive de la evangelización pasada y anda moribunda, hacia una Iglesia de misión", explica Tote. Y hay que reaccionar porque "las cosas no se pueden quedar como están". Dicho de otra forma, "hay que saber conjugar lo nuevo con lo antiguo, los odres viejos con los nuevos", apunta. Abordar de forma adecuada esa transición exige de los pastores una puesta al día que les ofrezca una perspectiva clara de sus rebaños en el contexto en el que vivimos hoy. "No se trata de enseñar técnicas -explica Cristy sino de provocar un proceso de conversión personal en los sacerdotes para facilitarles el liderazgo y la conversión pastoral de sus parroquias". Tampoco hay que olvidar que toda transición implica retos, cambios y conflicto. En ese sentido también, las propuesta de Nunc Coepi ofrece las herramientas y pautas para afrontar y gestionar esos escenarios.

Por último, que no menos importante, otro componente esencial de Pastores Gregis es la implicación de los laicos, de los equipos que acompañarán en cada parroquia la renovación (o reconstrucción) pastoral, así como la red de acompañamiento que se va tejiendo, porque también se hace imprescindible cuidar a los cuidadores. 
La V edición de Pastores Gregis Christi comienza el 25 de octubre de 2022. Para inscripciones o más información visita https://www.pastoresgregis.com/ | Teléfono +34 644 74 57 18 | E-mail: pastoresgregis@gmail.com

«Por tanto, hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y vuestra elección. Obrando así, nunca caeréis». (II de Pedro 1, 10)
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EL MANANTIAL DE LA VIDA.Lectio Divina: 29 de septiembre de 2022

 Santos Arcángeles

Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño

1.- Introducción

Señor, en este día en que se celebra de un modo especial a San Miguel Arcángel, yo te pido en este rato de oración que Tú, Dios mío, seas siempre lo primero, lo absoluto, lo definitivo para mí. Que jamás me apoye en ídolos de barro, en dioses falsos que, al poner mi corazón en ellos, me vacían, me frustran, me decepcionan. Haz que Tú seas para mí “el Dios de mi vida”, el que me empuja a vivir y gozar de tantas cosas buenas y bonitas que has creado para que yo las disfrute.

2.- Lectura reposada del evangelio Juan 1, 47-51

         Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Le dice Natanael: ¿De qué me conoces? Le respondió Jesús: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Le respondió Natanael: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

3.-Qué dice el texto

Meditación-reflexión

En el texto de la Misa aparece la figura de Natanael como el hombre sincero, sin trastienda ni fachada, sin engaño. Jesús le alaba porque se siente a gusto con él. Está ya cansado de  la postura de los fariseos con su doble vida, con sus argumentos retorcidos, con su afán de ser alabados por el pueblo. Hoy, en el día de San Miguel, el evangelio nos habla de la misión de los ángeles: ser mensajeros de Dios entre los hombres. San Miguel es el arcángel sincero y cabal, el que defiende a Dios “con capa y espada”. No tolera que nadie le haga sombra entre todas sus criaturas: ¿Quién como Dios?  Bonita frase para el mundo de hoy que trata de orillar y silenciar a Dios. San Miguel no sólo habla sino que “grita” esa soberanía de Dios. En realidad, la verdadera “escala de Jacob” por donde Dios se comunica ahora ya no es ni Miguel ni ningún ángel sino Jesús el Hijo de Dios. Él ha descendido por esa escala y nos ha traído la bondad y la ternura de nuestro Padre Dios. Y nos ha dicho a todos algo muy importante: que todos nosotros debemos ser ángeles los unos para con los otros, ángeles de paz, de amor y de esperanza.

Palabra del Papa

“Volviendo a la escena de la vocación, el evangelista nos dice que, cuando Jesús ve que Natanael se acerca, exclama: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Se trata de un elogio que recuerda al texto de un Salmo: “Dichoso el hombre […] en cuyo espíritu no hay fraude”, pero que suscita la curiosidad de Natanael, quien replica sorprendido: “¿De qué me conoces?”. La respuesta de Jesús no se entiende en un primer momento. Le dice: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Hoy es difícil darse cuenta con precisión del sentido de estas últimas palabras. Según dicen los especialistas, es posible que, dado que a veces se menciona a la higuera como el árbol bajo el que se sentaban los doctores de la ley para leer la Biblia y enseñarla, está aludiendo a este tipo de ocupación desempeñada por Natanael en el momento de su llamada”. (Homilía de Benedicto XVI, 4 de octubre de 2006).


4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)

5.- Propósito: Que ninguna criatura se anteponga a Dios en mi vida.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Al acabar este rato de oración te pido que yo sea “sincero” como Natanael; que no tenga miedo a la verdad; que la busque con todo el corazón, y que si me equivoco alguna vez, tenga la valentía de decir que me he equivocado. También te pido ser un “ángel de luz” para los que viven en tinieblas; un “ángel de paz” para los que viven en guerra; un “ángel de amor” para los que viven con odios.

"Cualquiera puede ser héroe o santo, pero hay que desearlo y pedir la gracia de Dios" - P. Federico

 


"Todos podemos ser héroes, porque desde la humildad es desde donde nacen las acciones más grandes, sabiendo que es la gracia de Dios la que te mueve". Así habla el padre Federico Marfil Mur, un joven sacerdote, ordenado el pasado mes de febrero en la Sagrada Familia de Barcelona. Ahora es vicario de las parroquias de Sant Feliu de Cabrera de Mar y Sant Joan de Vilassar de Mar, además de un referente en la defensa del no nacido.

Federico creció en un entorno familiar católico, viviendo la fe con mucha naturalidad e inocencia. Con los años se fue dejando llevar por lo mundano, pero algo en su corazón le mantenía inquieto. Buscaba algo diferente a lo que le ofrecía el mundo. A un ritmo pausado, sereno pero firme al mismo tiempo, de la misma forma que se expresa aquí, fue encontrando el camino que le llevaría a identificar y consolidar su vocación al sacerdocio junto a una misión especial en defensa de la vida que ya le había removido el corazón en su etapa universitaria.

Hay varios hechos que contribuyeron a moldear poco a poco su vida al servicio de Dios, pero dos de ellos fueron determinantes. Durante una peregrinación a Tierra Santa, su corazón quedaría tocado sin remedio en un momento de oración en la Basílica de la Resurrección, en la piedra del Calvario. A solas con Dios, allí donde Jesús murió por los pecados de toda la Humanidad, el padre Federico vivió una experiencia personal que despejó las pocas dudas que le quedaban para entregarse por completo a Quien había dado su vida por él. Tuvo que claro que debía dar a Jesucristo una respuesta a la altura de su sacrificio. Y se lanzó. A partir de ese momento, la vocación se iría definiendo de forma paulatina.

Otro acontecimiento clave en la madurez de su perfil humano fue una película. Después de ver 'Unplanned', Federico Marfil Mur tenía claro que no se podía quedar de brazos cruzados ante el holocausto del aborto. Tras su salida del Seminario Mayor de Toledo, fue destinado de nuevo a la diócesis de Barcelona. Una vez allí, su activismo provida le llevó a informarse en persona en un abortorio próximo a su parroquia. E inmediatamente después, a rezar ante "ese negocio", solo y de forma evidente, pero sin interrumpir el trasiego diario de los vecinos, ni de las madres, (muchas al día, lamenta el P. Federico), que entraban al centro con la intención de abortar.  Su "movilización individual" era una respuesta para él natural a un mandato: "el Señor te quiere en acción".

Aquella iniciativa particular acabaría siendo la semilla de los Rescatadores de Juan Pablo II/Más Futuro en Barcelona. A su corta edad, el P. Federico Marfil Mur no se siente héroe ni santo por rezar en las proximidades de un abortorio, ni por haber podido "rescatar" las vidas de los bebés que parecían condenados a no nacer (hace poco bautizó a uno de esos niños). Ni tampoco se considera especial por haber sido instrumento de Dios para dar la oportunidad de redención a las madres que cambiaron de idea cuando se dejaron ayudar y cuidar, "en lugar de ser engañadas por el negocio de los abortos".

Para el padre Federico, todo lo vivido es la secuencia lógica de cualquier cristiano que quiera Vivir con coherencia su fe. Desde la humildad es donde se llega a la magnanimidad. "Somos sal y luz en la tierra", nos recuerda, pero no se puede ser desde la pusilanimidad. Todos podemos ser héroes "y todos estamos llamados a ser santos", pero "¡hay que desear serlo!"; salir de la espiritualidad engañosa ("el agua estancada también se pudre", dice); ponerse de cara a Dios y pedirle la gracia de llevar a cabo la misión que nos ha encomendado a cada uno.

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miércoles, 28 de septiembre de 2022

Solo podrás "caminar sobre las aguas" si fijas tu mirada en Jesucristo - Padre Valentín

 

EL MANANTIAL DE LA VIDA. Lectio Divina: 28 de septiembre de 2022

 “TE SEGUIRÉ ADONDE QUIERA QUE VAYAS”

1.- Oración introductoria.

Señor, al iniciar esta oración, me quedo con esas palabras tuyas: “El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. Ese vacío de cosas materiales me encanta. Ojalá pueda decirte: No me interesan las cosas de este mundo: ni la fama, ni el poder, ni el dinero. Sólo me interesas Tú. ¿Qué me podrías dar mejor que tu persona?  Todo el mundo sin Ti es una nadería. Tú y sólo Tú es aquel a quien yo quiero y a quien yo necesito. 

2.- Lectura reposada del Evangelio:  Lc. 9, 57-62

Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré a donde quiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

En estos pocos versículos del texto, aparece por tres veces el verbo “seguir”. Es, claramente, una escena de seguimiento. Pero hay que tener en cuenta una cosa: De las 92 veces que aparece el verbo “seguir” en los evangelios, sólo 17 se refiere a los discípulos, todas las demás son para el pueblo fiel. La vocación a seguir a Jesús es para todos. A veces nos desconcierta el hecho de que Jesús no dejara nada escrito. Siempre que esto sucede, el protagonismo en el futuro es para la “obra escrita” y no para el autor. A Jesús le interesaba que sus discípulos dijeran sí a su persona, le siguieran, hicieran suya su vida. Discípulo de Jesús es el que sigue a Jesús, vive al aire de Jesús, y lleva adelante su proyecto, es decir, el Reino de Dios. Después, esos mismos discípulos se encargarán de poner por escrito lo que Jesús supuso en sus vidas, el cambio radical que se originó en sus personas, y la experiencia maravillosa que tuvieron después de haberle conocido. Eso, ni más ni menos, es lo que significa “seguir a Jesús”. Y eso es lo que Jesús nos pide hoy a todos nosotros.

Palabra del Papa.

“Jerusalén es la meta final, donde Jesús, en su última Pascua, debe morir y resucitar, y así llevar a cumplimiento su misión de salvación. Desde ese momento, después de esa “firme decisión”, Jesús se dirige a la meta, y también a las personas que encuentra y que le piden seguirle les dice claramente cuáles son las condiciones: no tener una morada estable; saberse desprender de los afectos humanos; no ceder a la nostalgia del pasado. Pero Jesús dice también a sus discípulos, encargados de precederle en el camino hacia Jerusalén para anunciar su paso, que no impongan nada: si no hallan disponibilidad para acogerle, que se prosiga, que se vaya adelante. Jesús no impone nunca, Jesús es humilde, Jesús invita. Si quieres, ven. La humildad de Jesús es así. Él invita siempre, no impone (S.S. Francisco, 30 de junio de 2013).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Guardo silencio).

5.- Propósito: Hoy me preguntaré durante el día: ¿Qué haría Jesús en este momento? Trataré de imitarle.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración. Señor, al acabar esta oración, te agradezco tus exigencias, es decir, el tomar en serio el seguimiento. Naturalmente, no interpretando tus palabras al pie de la letra, como si Tú te opusieras a que enterremos a los padres o nos despidamos de la familia. Lo que Tú quieres es que descubramos con gozo la maravillosa aventura de seguirte y no nos arrepintamos nunca de esa elección. Ese Jesús que me ha mirado, me ha llamado, y ha puesto toda su confianza en mí, no se merece el feo desplante de mirar a otro lado.

lunes, 26 de septiembre de 2022

EL MANANTIAL DE LA VIDA.Lectio Divina: 27 de septiembre de 2022

 Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?

1.-Introducción.

Señor, hoy te pido que me des un espíritu grande para que te sepa imitar a Ti y no caiga en la trampa de los hombres que tienen miras cortas, como los samaritanos; y espíritu vengativo, como los apóstoles. ¡Qué sería de nosotros si no estuvieras Tú! Tú eres el que ensanchas nuestra mente estrecha y dilatas nuestro corazón encogido. ¡Gracias, Señor!

2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 9, 51-56

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero volviéndose, les reprendió y dijo: No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. Y se fueron a otro pueblo.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

La luz brilla en las tinieblas y la grandeza de Jesús en medio de las mezquindades de los hombres. Mezquina la postura de los samaritanos que no quieren recibir a Jesús simplemente porque camina a Jerusalén, la ciudad enemiga. Y rastrera la postura de los discípulos que  quieren vengarse y le piden a Jesús que mande fuego del cielo y los arrase a todos. En medio de tanta miseria y mezquindad está la postura magnánima de Jesús que no cambia la ruta de su camino a Jerusalén, aunque sabe que le espera la muerte. Para Jesús,  lo que tiene que hacer en la vida es más importante que la vida misma. “El celo le devora”. Y Jesús es devorado por la misión que el Padre le ha encomendado. Grandeza también de Jesús frente a sus discípulos Santiago y Juan. Piden a Jesús fuego del cielo para que arrase la ciudad que no lo ha querido recibir. Jesús les regaña. Les echa en cara lo poco que han aprendido en el tiempo que llevan con Él. Ni tirando piedras se solucionan las cosas, como en el caso de la adúltera, ni con fuego material se evangeliza una ciudad. Hay que cambiar las piedras y convertirlas en perdón. Y hay que cambiar el fuego de la venganza en fuego de amor. Este fuego de amor es el que pide Jesús al Padre para que el mundo arda de ternura y de misericordia.

Palabra del Papa.

“Jesús acoge, ama, levanta, anima, perdona y da nuevamente la fuerza para caminar, devuelve la vida. Vemos en todo el Evangelio cómo Jesús trae con gestos y palabras la vida de Dios que transforma. Es la experiencia de la mujer que unge los pies del Señor con perfume: se siente comprendida, amada, y responde con un gesto de amor, se deja tocar por la misericordia de Dios y obtiene el perdón, comienza una vida nueva. Dios, el Viviente, es misericordioso” (Jornada “Evangelium Vitae, 16-6-13).

4.- Qué me dice a mí hoy este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Acordarme durante este día de la grandeza de Jesús para no encerrarme en pensamientos cortos o, peor aún, miserables.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, si me miro a mí mismo, si confío en mis fuerzas, me veo por dentro tan ruin como los samaritanos y tan deleznable como tus discípulos. Por eso quiero levantar mi mirada y mirarte solo a Ti. En Ti encuentro grandeza de alma, amplitud de miras, fuerza  ante la dificultad, voluntad insobornable ante tu misión. Sólo contigo mi debilidad se hace fuerte; mi pequeñez se hace grande; y mi miseria se convierte en misericordia.

YOUCAT Confirmación (XII): ¿Qué sucede en la Confirmación?


DEBEMOS ESTAR ABIERTOS AL ESPÍRITU SANTO PARA QUE LA CONFIRMACIÓN TENGA EFECTO EN NOSOTROS,PARA QUE NOS FORTALEZCA PARA SER DISCÍPULOS DE JESÚS

Vas a recibir en la Confirmación al Espíritu Santo y serás marcado con su sello, y, con ello, fortalecido en la fe. Sin embargo, el Espíritu Santo no actúa contra nosotros ni sin nosotros. Eso significa que tenemos que estar abiertos.

Si estamos bien abiertos al Espíritu, podrá actuar en nosotros y crecer , y puede suceder que sea algo realmente sorprendente…

La misión de Jesús también va a recaer sobre ti. Como cristiano perteneces al grupo de los amigos de Jesús que deben hacer discípulos de Jesús a todas las personas. La Confirmación te fortalece y empuja para esta misión.

Si has participado en el curso de catequesis de Confirmación hasta este momento y has trabajado este libro (YOUCAT), ya sabrás que lo más importante de la Confirmación no es el reloj caro o el ordenador portátil que quizás te regalen un par de personas queridas, sino el momento de la Confirmación, en el que sucede algo entre el cielo y la tierra, entre tú y Dios.

  • Dirás SÍ al don de Dios, al Espíritu Santo.
  • Él entrará en tu vida…
  • Y ya no te abandonará nunca, tampoco en la hora en la que regreses junto a él, que te ama infinitamente.

Después de la homilía del obispo debes confesar tu fe delante de él. Sin fe no se puede recibir ningún sacramento. Y si de verdad quieres recibir el Espíritu Santo debes renunciar a todo aquello que está contra Dios. Por eso el obispo, o su representante, pregunta a los confirmandos:

Después os pregunta el obispo si os tomáis verdaderamente en serio la relación con la Iglesia:

El obispo confirma entonces vuestra profesión de fe:

Después viene la invitación a la oración de todos. Es un poco como en Pentecostés, cuando la joven Iglesia se reunió alrededor de María y pedía intensamente la venida del Espíritu Santo. Ya lo conocéis: poco después aparecieron las lenguas de fuego. El obispo invita por tanto a la comunidad a orar, más o menos con estas palabras:

Todos rezan unos minutos en silencio. Piden con toda la intensidad de su corazón. Para ello lo mejor es arrodillarse, porque de rodillas se puede orar con mayor intensidad.

Luego el obispo impone las manos sobre los confirmandos. Con este gesto el obispo quiere reunir las oraciones íntimas de todos y expresarlas en alto. Para ello dice las siguientes palabras:

Después viene el momento propio de la Confirmación. Un diácono u otro ayudante acerca al obispo el crisma.

Yo estoy llamado a ser alguien o a hacer algo para lo que nadie más está llamado; tengo un lugar en el plan de Dios y sobre la tierra de Dios que no tiene nadie más. Dios me conoce y me llama por mi nombre. BEATO JOHN HENRY NEWMAN

Los confirmandos se acercan de uno en uno hasta el obispo.

Les acompañan una madrina o un padrino de Confirmación.

En el momento de la Confirmación la madrina o el padrino pone su mano derecha sobre tu hombro y pronuncia tu nombre.

A veces es al mismo confirmando a quien se le pide que diga su nombre.

El obispo moja su dedo pulgar derecho en el crisma, pone su mano sobre tu cabeza y traza con el pulgar la señal de la cruz sobre tu frente.

El obispo pronuncia tu nombre y dice:

 

N…, recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo

Tu respuesta es:

Amén.

Es lo mismo que decir:

Sí, así es. Así lo creo.

Estoy de acuerdo.

El obispo dice entonces:

La paz sea contigo.

Y tú respondes:

Y con tu espíritu.

Con esto quedas confirmado.

Después vienen las peticiones por los que se acaban de confirmar, sus padres, los padrinos y madrinas, toda la Iglesia y todo el mundo. Pero el punto esencial es el sello del Espíritu

Santo sobre tu frente. En la Jornada Mundial de la Juventud de Sídney el papa Benedicto XVI explicó a los jóvenes qué significa este signo sobre tu frente:

¿Qué significa recibir el “sello” del Espíritu Santo? Significa ser marcados indeleblemente, inalterablemente cambiados, significa ser nuevas criaturas. Para los que han recibido este don, ya nada puede ser lo mismo. Estar ”bautizados” en el Espíritu significa estar enardecidos por el amor de Dios. Haber ”bebido” del Espíritu significa haber sido refrescados por la belleza del designio de Dios para nosotros y para el mundo, y llegar a ser nosotros mismos una fuente de frescor para los otros. Ser “sellados con el Espíritu” significa además no tener miedo de defender a Cristo, dejando que la verdad del Evangelio impregne nuestro modo de ver, pensar y actuar, mientras trabajamos por el triunfo de la civilización del amor. (20.07.2008)

¡Hazlo lo mejor que puedas! Dios está contigo.

Fundamentos teológicos

Esto se puede ver en muchos partidos de fútbol: el entrenador manda salir al campo a un jugador. Y –> 203

Salimos al campo de la vida. En algún momento hay que salir. Más de una niña ha tenido que cuidar a su hermano pequeño  desde muy pronto y asumir responsabilidades.  Un alumno de 14 años ya puede ser un aprendiz. El bachiller no estará suficientemente maduro y con la energía suficiente hasta dentro de unos cuatro años, hasta que tenga entre sus manos título universitario. En la Confirmación se habla de la “mayoría de edad” espiritual, un confirmando no es ya  un niño, sino que se ha hecho un joven.

Ahora es válido para hacer realidad la gracia de su Bautismo. El confirmando dice un “sí” a Dios, un “sí” al Espíritu Santo. Acepta la gracia bautismal conscientemente. Tampoco es que haya vivido hasta ahora sin el Espíritu Santo, ya está bautizado y ha recibido la Primera Comunión. Pero esta acogida explícita del Espíritu Santo la conocemos ya en el Nuevo Testamento: Jesucristo ya está dotado por se por su divinidad de la fuerza del Espíritu Santo, pero se deja bautizar por Juan en el Jordán: el Espíritu de Dios viene sobre Él, y el Padre pronuncia su “sí” a Jesús, su Hijo.

Este “sí” a dos bandas ocurre en la Confirmación, es como un contrato indisoluble, te marca con un sello que no se puede perder, que solo se puede recibir una vez y que marca a esa persona para siempre, un contrato para la eternidad. Y –> 205

Tras el Bautismo en el Jordán, sucedió algo en Jesús: comenzó con su vida pública. Del mismo modo ocurrió con los apóstoles el día de Pentecostés: después de que descendió el Espíritu Santo sobre ellos, se echaron a las calles y empezaron a predicar. Se dice que es el nacimiento de la Iglesia. Y-> 202

De la misma manera es enviado ahora el confirmado. Este participa ahora del envío del Hijo de Dios y del envío de la Iglesia. La Iglesia ve a cada cristiano como a un luchador. Quiere que el cristiano sea un testigo del amor de Dios. Pero la Iglesia no podría ser fiel a Jesucristo si Él no nos diera su Espíritu.

Este Espíritu Santo lo recibe cada uno de los cristianos en el Bautismo. El confirmando dice un “sí” a Dios. La Confirmación da plenitud a los efectos del Espíritu Santo. Pero ¿quién es el Espíritu Santo? La cristiandad cree en el Dios Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu. El Espíritu une al Padre y al Hijo en el amor. En esta comunidad de amor participamos como cristianos. Por eso la Confirmación une a los cristianos bautizados más íntimamente con la Iglesia. Recibe el Espíritu Santo como fortalecimiento (en latín: confirmatio). Por eso reciben los jóvenes la Confirmación, cuando empiezan a actuar más fuertemente dentro de la comunidad y hacia fuera.

Pero la efectividad de la Confirmación no depende de la madurez del candidato. Dios mismo actúa en el sacra­mento.

¿Qué sucede en la Confirmación? A continuación explicarnos de manera un poco más detalla el rito de la Confirmación, el núcleo de la celebración y luego describimos el rito. Por tanto, en primer lugar el rito y su significado:

Renovación de las promesas del Bautismo y profesión de fe

Pronuncias tu “sí” a Dios y tu “no” a Satanás. Profesas tu fe delante del obispo y de toda la comunidad reunida. Así como tu compromiso de mantenerte firme en la fe tras la Confirmación.

Imposición de las manos

Ya los apóstoles extendieron sus manos para administrar la Confirmación, la administración del Espíritu Santo. El Obispo pide a Dios el Espíritu Santo para los que se confirman.  Y lo llama con los siete dones del Espíritu Santo: “Espíritu de sabiduría y de entendimiento, de consejo, de ciencia y fortaleza, Espíritu de piedad y temor de Dios.”

Unción con el crisma

El crisma es un aceite de oliva bendecido y un bálsamo aromático. El aceite es en la Biblia, pero también en la Antigüedad, un signo de abundancia y de alegría, limpia y sana, cicatriza y alivia los dolores. El óleo da belleza, salud y fortaleza. El crisma se consagra en una Misa en concreto una vez al año: la Misa Crismal el miércoles de Semana Santa.

  • Se unge con crisma en el Bautismo, la Confirmación y en la Ordenación sacerdotal.
  • La unción con el santo crisma es signo de una consagración: los reyes eran ungidos en el Antiguo Testamento, Cristo fue ungido, por eso se llama cristo=ungido, porque “Dios lo ha ungido con el Espíritu Santo” (B –> Hechos de los Apóstoles). Como cristianos también somos ungidos, unidos a Cristo y llenos del Espíritu Santo para que nuestra vida extienda “el buen olor dé Cristo” (B 4 Segunda Carta a los Corintios).
  • El obispo moja su dedo pulgar derecho en el crisma y hace sobre la frente del confirmando una cruz. Este es el momento en el que quedas marcado por el sello del Espíritu Santo. Nadie puede borrarlo, nadie puede repetirlo. Es para siempre. Una marca con fuego se puede cortar o falsear, el lacre puede rasgarse o romperse, un cuño puede pintarse por encima, y un tatuaje se puede quitar con láser. La marca indeleble del Espíritu Santo no puede eliminarse de ninguna manera.
  • Este sello del Espíritu Santo significa que perteneces a Cristo, te has puesto a su servicio para siempre y Él te protegerá al final de los días.

 

Saludo de la paz

Es signo de la unión que tienes de ahora en adelante con el obispo y con todos los creyentes.

Ahora pasamos al rito de la celebración de la Confirmación. Es importante que se vuelva a repetir también el rito de la Santa Misa, así como se hizo cuando se preparaban para la Primera Comunión y recordar también cuál es la actitud que hay que tener en una celebración. Ahora sí, el rito de Confirmación:

Celebración de la Confirmación

En el marco de una celebración eucarística, el obispo o un vicario administra la Confirmación después del Evangelio. Primero pronuncia el obispo la homilía.

Luego escucha la profesión de fe de los confirmandos.

El obispo pregunta a los confirmandos: ¿Renunciáis a Satanás y a todas sus seducciones?

Los confirmandos responden a la vez: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepul­tado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creéis en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los peca­dos, la resurrección de los muertos y la vida eterna?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo confirma esta confesión como fe de la Iglesia: Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Jesucristo, Señor nuestro. Amén.

La comunidad puede manifestar también su aprobación a la confesión de fe de los confirmandos con un canto litúrgico.

El obispo invita a la comunidad a orar, más o menos con estas palabras: Oremos, hermanos, a Dios Padre todopode­roso y pidámosle que derrame el Espíritu Santo sobre estos hijos de adopción que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo, para que los fortalezca con la abundancia de sus dones, los consagre con su unción espiritual y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo.

Todos rezan unos minutos en silencio (donde sea posible, arrodíllense durante esta oración).

Luego el obispo impone las manos sobre los confirmandos mientras pronuncia esta oración: Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo, a estos siervos tuyos y los libraste del pecado, escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito; llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad, y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén. Y –> 310

 

Un diácono u otro ayudante acercan al obispo el crisma. Los confirmandos se acercan de uno en uno hasta el obispo. Les acompaña una madrina o un padrino de Confirmación. También pueden ir en pequeños grupos ante el obispo. Entonces va el obispo hacia el confirmando que está ante él. La madrina o el padrino ponen su mano derecha sobre el hombro del confirmando y pronuncia su nombre. El mismo confirmando también puede decir su nombre.

El obispo moja su dedo pulgar derecho en el crisma, y traza con el pulgar la señal de la cruz sobre su frente mientras dice: N., recibe por esta señal el don del Espíritu Santo.

El confirmado: Amén.

El obispo: La paz sea contigo.

EL confirmado: Y con tu espíritu.

No estaría mal que les volvieras a explicar el significado de los puntos más importantes de la Confirmación. Posiblemente hasta el mismo obispo puede que les pregunte algo. Y no hay nada más vergonzoso que quedarse callado cuando se ha estado hablando todo el rato de cristianos adultos en la fe y testigos comprometidos. Así que: Y  –>203-207

 

¿Qué es la Confirmación?

La Confirmación es el sacramento que completa el Bautismo.

Con la Confirmación te conviertes en un cristiano adulto en la fe.

 

¿Cuáles son los efectos de la Confirmación?

La Confirmación nos introduce más profundamente en la relación con Dios Padre. La Confirmación te une más firmemente a Cristo.

La Confirmación aumenta en nosotros el Espíritu Santo.

La Confirmación te une más fuertemente a la Iglesia.

La Confirmación te fortalece para vivir la fe y defenderla.

 

YOUCAT Confirmación (XI): ¡Actualización! La confesión


¡Actualización! La confesión

Te puedes imaginar lo que pasa si durante meses no cargas las actualizaciones en tu ordenador. En algún momento el sistema operativo se bloquea. O se producen graves fallos de seguridad. El firewall ya no funciona. Virus y troyanos pueden campar a sus anchas en tu PC y finalmente todos tus datos se van al traste.

“Yo no necesito ningún perdón y menos aún la confesión“. Esto es más o menos igual de absurdo que decir: “No necesito ninguna actualización. Mi software funciona también sin ellas”.

Se puede decir que Dios te ha creado como un software maravilloso. Pero este software necesita actualizaciones periódicas. Si no empleas las actualizaciones, hasta el mejor sistema del mundo se estropea con el tiempo. La CONFESIÓN —también se conoce como “Sacramento de la Reconciliación”— es la mejor oferta de actualización que nos hace Dios.

  • Aquello que te machaca

Lo que te machaca es el pecado. El pecado no es sólo el mal que hacemos, sino también el bien que no hacemos. Por tanto no es sólo pecado la ira, la dureza de corazón, la envidia, las pequeñas trampas que cometemos. También es pecado el haber podido ayudar y no haberlo hecho. El tener talentos y haber sido demasiado vago para trabajar con ellos. El haber podido contribuir al triunfo de una causa justa y, en lugar de ello, habernos largado cobardemente.

Todos estos pecados y omisiones tienen el mismo efecto que los virus en un PC. Hacen que nuestra vida sea lenta, triste y fea. Un pecado llama a otro pecado. Las malas costumbres se nos cuelan. A menudo pensamos que con un poco de buena voluntad lo podríamos arreglar nosotros mismos. ¡Pero nos engañamos! Después del enésimo intento de suprimir nuestra dureza de corazón, nos resignamos y nos limitamos con frecuencia a encubrir nuestra maldad. Y además nuestro pecado no está lejos.

  • Dios nos regala un nuevo comienzo

Todo pecado que cometemos se dirige en último término contra Dios mismo. Él nos ha creado de un modo maravilloso. ¿Y qué hacemos con este don? Miramos cómo poco a poco se vuelve sucio y feo. Esto no es lo que Dios quiere. Nos da una oportunidad única para hacer de nuevo nuestra vida tan hermosa y fuerte como en el momento en el que fuimos creados por Dios como sus hijos amados.

La historia del “hijo pródigo” —que se debería llamar más propiamente la “historia del padre misericordioso”— es uno de los pasajes más hermosos de toda la Biblia. Nos muestra a un Dios tan lleno de amor y bondad, que, aunque nos equivoquemos, no se aparta de su amor por nosotros.

Quizás tus pecados no sean tan graves como los del hijo pródigo. Pero también tú necesitas que Dios te acoja en su gran amor y ponga tu contador a cero. “Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve”. Sigue, por tanto, tu deseo de que Dios te vuelva de nuevo perfecto y hermoso. Haz el esfuerzo, acércate a la confesión, ¡especialmente ahora que deseas ser confirmado! Reflexiona: también los sacerdotes se confiesan. El mismo Papa se arrodilla regularmente en el confesionario, para decirle a un pobre sacerdote sus pecados y omisiones y dejarse reconciliar de nuevo con Dios. ¡Imagínate al sacerdote que tiene que escuchar los pecados del Papa!

  • ¿Qué es necesario para confesarse bien?

Tal vez tengas una idea algo extraña de cómo va eso de la confesión: entrar a hurtadillas en un confesionario (o en un cuarto de confesiones), desgranar pecados, escuchar algo que te dicen, largarse. Sólo el dentista es peor. Pero miremos una vez este asunto con objetividad.

El YOUCAT nos dice todo lo que es necesario para una verdadera confesión.

  • ¿Y de qué me tengo que confesar?

Para descubrir en qué aspectos mi vida no va bien y no se corresponde con el amor de Dios, nos puede ayudar lo que se conoce como “examen de conciencia”. El más antiguo del mundo son los diez mandamientos. Pero se pueden encontrar muchos más, por ejemplo en Internet. Aquí te presentamos un examen de conciencia particularmente sensato, escrito especialmente para jóvenes:

No sólo es pecado cuando actúo con dureza de corazón, sino también cuando me miro a mí mismo y no me dejo amar primero por Dios. Si rechazo su amor sin límites, me vuelvo yo mismo insensible.

  • No es pecado disfrutar de las cosas hermosas de la vida, pero sí convertirlas en mis dioses y querer conseguirlas a cualquier precio.
  • No es pecado querer ganar mucho dinero, pero sí que el bienestar se convierta en todo para mí. Y tener miedo a perder mi vida si comparto y me compadezco de otros.
  • No es pecado reclamar mis derechos, pero sí abusar de mis derechos, volverme desconsiderado y duro de corazón o menospreciar los derechos de otros.
  • No es pecado sentir deseos e impulsos sexuales, pero sí dejarme dominar por mis instintos o utilizar a otros para satisfacer mis ansias sexuales.
  • No es pecado que haya personas que no me resulten simpáticas, pero sí tratarlas como si no fueran, como yo, hijos amados de Dios.
  • No es necesariamente pecado criticar a otras personas, pero sí hacerlo de forma irreflexiva o descuidada y con ello desacreditar o herir a otras personas.
  • No es propiamente pecado experimentar en mí la envidia, la ira o la alegría por el mal ajeno, pero sí no intentar superar estos sentimientos o dejarme llevar por ellos en mis acciones.
  • No es pecado hablar de otras personas, pero sí contar, de forma irreflexiva o malévola, cosas malas de otras personas.
  • No es pecado callar en situaciones de conflicto, pero sí callar cuando otros son humillados, calumniados o víctimas de mentiras.
  • No es pecado discutir con alguien, pero sí buscar camorra, no escuchar a otros, no ocuparme de ellos, negarme a la reconciliación.
  • No es pecado que mi corazón se quede vacío a menudo en la oración, pero sí que no valore el tiempo de oración o ni siquiera me tome la molestia de abrirme a Dios y escuchar su palabra.
  • No es pecado tener a veces dudas de fe, pero sí separarme de la comunión de los creyentes, no participar regularmente de la Eucaristía, dar más valor a lo terrenal que a lo espiritual.
  • No es pecado hacer planes para mi vida, pero sí no dejar espacio para mi fe en Dios, que no me interese el hecho de que mi vida está cada día en sus manos.

  • Fundamentos teológicos

La Iglesia del primer milenio observaba de manera especial la admisión a la Eucaristía. Aquel que no estuviera bautizado, no era considerado un miembro pleno y tenía que abandonar la santa Misa tras la liturgia de la Palabra. Este era un catecúmeno, un candidato, un aspirante al Bautismo. Del mismo modo que hoy en día, cuando un adulto quiere hacerse cristiano, se le administra el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión a la vez. De quien de esta manera recibe la gracia, se espera un cambio radical de vida. El bautismo elimina todos los pecados, la Confirmación te da el don del Espíritu Santo y la Comunión la unidad con Jesucristo y con toda la Iglesia.

(YOUCAT –> 226)

El que luego cometía pequeños pecados, intentaba repararlo por medio de la oración, la limosna y el ayuno. Pero el que cometía un asesinato o adulterio, quien negara su fe, tenía que hacer penitencia pública. La confesión se realizaba delante del obispo y de toda la comunidad, y empezaba a ser un penitente. Esto significaba que estabas excluido de recibir la Comunión durante año o, algunas veces, durante toda la vida. Al principio, la readmisión solo podría darse una vez en la vida. A menudo, esto se encontraba unido a otras cargas sociales o económicas. En los primeros años del cristianismo eran muy sensibles a la conciencia de que el pecado supone un alejamiento de Dios y que un pecado mortal rompe realmente tu unión con Dios.

Por supuesto que Dios ama a todas las personas, también a los pecadores. Y Jesús dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mc 2,17). Todos conocemos la parábola de la oveja perdida, a la que el pastor sale a buscar para salvarla (Lc 15,4-7). Y todos sabemos: Jesús es este buen pastor. Pero no podemos entender mal esta parábola. No significa: “Puedes hacer todas la tonterías que te dé la gana, da igual, luego va a salir a buscarte.” Porque aquí quedan olvidados dos aspectos:

1. El buen pastor sufre por nuestros pecados, fue crucificado por nosotros y por nuestros pecados: “El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10,11)

2. La oveja también tiene que dejarse encontrar. Tiene que escuchar al pastor y seguir tras él. En esto, Jesús nos ha dado una imagen muy leve, casi cariñosa, de pecador. ¿No nos parecemos, con frecuencia, a cabras testarudas que se alejan cada vez más hasta llegar al precipicio? ¿Y no vemos delante de nosotros el sufrimiento del pastor cuando se estura hacia nosotros con toda la fuerza, lleno de amor y preocupación cada vez que parece que nos vamos a despeñar?

Esta es la separación de Dios por medio del pecado mortal: que persistimos en el pecado, que nos alejamos de Él hasta que ya es demasiado tarde. Porque hay que tener una cosa clara: la historia de la oveja no habría salido bien si hubiera habido un vallado. Nuestra libertad es fundamental en esta historia. La libertad de alejarnos. Jesús no tira sobre nosotros una red para pescarnos. No tiene un fusil con tranquilizantes. Solo tenemos que pararnos. Y ese parón es la confesión.

  • Hay que confesarse de los pecados graves. (YOUCAT –> 223)
  • Hay que confesarse antes de recibir la próxima Comunión. Hay que confesarse, al menos, una vez al año. (YOUCAT –> 234)
  • Los pecados graves son faltas importantes contra Dios, y también contra el amor al prójimo. Realizados con total conocimiento y con total consentimiento. Sin lugar a dudas, un pecado grave es el asesinato. También el aborto o el adulterio son pecados graves, así como la blasfemia, como por ejemplo maldecir. (YOUCAT –> 383,424,359)

No estamos acostumbrados a hablar sobre nuestra fe. Y mucho menos sobre acontecimientos desagradables o sobre nuestra conciencia. Eso no mola nada. El ideal que nosotros conocemos por los medios de comunicación es el del tipo que hace lo que le da la gana. La situación de vergüenza o arrepentimiento se ha asentado sobre lo que puedes hacer en la sociedad y lo que no. Y ya no somos conscientes de que somos dependientes de las modas y del ambiente, de los dictados sociales y del azar. Inhalamos eso de “lo que se hace y lo que no se hace”, y se lo echamos en cara al otro con total naturalidad, poniendo como pretexto a una locutora de las noticias, a un moderador de un programa, o no sé que famoso. Eso ya lo han repetido como un loro una, dos o tres personas a nuestro alrededor: “Todos dicen que…”, “y ahora hay que…”, “es que no se puede…”. Cada uno puede imaginarse que todo esto va marcando nuestra conciencia, y no precisamente en la dirección que Dios quiere.

Tenemos que practicar esas cosas que nos ayudan a permanecer junto a Dios. Claro que nosotros pensamos la mayoría de las veces que somos absolutamente inocentes. Pero eso es falso: “Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros” (1 Jn 1,8). También una acumulación de pequeños pecados puede alejarnos de la verdad con el tiempo, arrastrarnos lejos de Dios. El que se sienta con el propósito de prepararse para confesar, seguro que se le ocurre algo en lo que ha fallado desde la última confesión. También nos puede ayudar los exámenes de conciencia para agudizar nuestro espíritu para ver mejor cómo vivimos, qué pensamos, cómo es nuestra fe.

Después de habernos mirado, tenemos que discernir si hemos cometido groserías espectaculares o maldades repugnantes. Para algo están los llamados “pecados capitales”: soberbia, avaricia, lujuria, pereza, gula, ira y envidia.

El que analiza su vida considerando estos pecados, que se llaman “capitales” porque son la raíz de muchos otros pecados, descubre descendientes de ellos: los vicios.

¿Tiendo a tomar por tontos a los que no son de mi opinión?

¿Quiero tener siempre lo que los otros tienen?

¿Me alegro cuando a uno que tiene más que yo le va fatal?

¿Me enfado cuando no se hace mi voluntad?

En el libro de catequesis para la confirmación  hay un buen examen de conciencia (Págs. 99-100). También es muy útil  el que parece en el libro  de bolsillo del papa Francisco, Custodia el corazón (Romana Editorial, 2015).

 

El sacramento de la reconciliación: ¿Y qué pasa con mis pecados?

En el sacramento de la  reconciliación regresamos a Dios cuando nos hemos alejado de Él  por el pecado.

El método R5

 

  • Reconocimiento: me doy cuenta de que la he fastidiado.

Antes de decidirse a ir a confesarse y,  con ello, regresar a Dios, está el reconocimiento  de que me alejado de Dios. Reflexiono sobre dónde he actuado de manera distinta a los que desea. En esta investigación de tu interior te puede ayudar a un examen de conciencia.

  • Remordimiento: lo siento de verdad.

En realidad, la confesión solo tiene sentido cuando de verdad estoy arrepentido de mi fallo, siento de verdad lo que hecho. Si no es así, me puedo ahorrar todo los demás.

  • Reformar: mejor no lo vuelvo a hacer en adelante.

Esto significa que me tomo en serio comportarme de otra manera en el futuro. Porque  cuando yo reconozco que algo no fue buena idea, pero a la vez que pienso volver hacerlo, no ha habido un verdadero arrepentimiento ni piensas reformar tu vida. Que yo vuelva a caer más tarde sin quererlo, es otra cosa. Se trata de tener un firme propósito en ese momento.

  • Relatar: confieso que he metido la pata

Seguramente se trata del paso más difícil. Pero es importante que se digan los propios pecados, porque así nos libramos de barrer y esconderlo debajo de la alfombra como si no fueran importantes. Después de un relato sincero viene la absolución del sacerdote, ¡y ya está perdonados tu pecados!

  • Reparar: estoy dispuesto a repararlo, aunque posiblemente sea algo un poco incomodo.

Nuestra disposición de reparar aquellos daños materiales e inmateriales que hemos causado (al menos de forma simbólica) se muestra en la penitencia. La mayoría de las veces el sacerdotes  te pide que digas una oración como penitencia.

 

¿Qué dios es como tú?

¿Qué dios es como tú?

¿Qué dios es como tú,

que me disculpa mis faltas

y perdona a tu pueblo de la injusticia?

No mantienes para siempre

Lo que te he hecho

Porque tú amas ser misericordioso.

Volverás a compadecerte de mí

Y aplastarás mi culpa.

Sí, tú arrojas nuestro pecados

A la profundidad de los mares.

Manifestarás tu lealtad y tu bondad,

Como has prometidos

a aquellos que creen en ti

desde tiempos inmemoriales hasta hoy. 

Amen

Según Miqueas 7, 18-20