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Introducción por el Celebrante
la Buena Nueva de sanación y de vida.
Esta misma Buena Nueva nos la proclama a nosotros
aquí en esta asamblea eucarística.
Que sus palabras muevan nuestros corazones
y nos traigan curación y vida.
El pecado es, con demasiada frecuencia,
la enfermedad de nuestro corazón.
Pedimos al Señor que nos cure de todo pecado.
(Pausa)
- Señor Jesús, tú viniste para curarnos y para devolvernos la vida:
R/. Señor, ten piedad de nosotros. - Cristo Jesús, primer nacido de entre los muertos, tú nos has hecho hijos e hijas del Dios vivo:
R/. Cristo, ten piedad de nosotros. - Señor Jesús, tú te hiciste uno de nosotros de forma que pudiéramos ver en ti la perfecta imagen del Padre:
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Primera Lectura (Dt 18,15-20): El Verdadero Profeta Es Voz de Dios
Los profetas del pueblo de Dios eran -y todavía son hoy- la voz de Dios. Ellos interpretan su voluntad con autoridad y dirigen al pueblo hacia el futuro de Dios.
Segunda Lectura (1 Cor 7,3-35): Libres para el Señor
Todos estamos llamados a la santidad. Pablo subraya las ventajas del carisma del celibato: los que no se casan están libres para dedicarse al Señor y sus asuntos.
Evangelio (Mc 1,21-28): Jesús Enseñaba con Autoridad
Jesús podía enseñar con autoridad como nadie, ya que era la Palabra viva de Dios, Hijo mismo de Dios. Por el poder de su palabra, solamente, venció al poder del mal.
1. A lo largo de la historia Dios ha suscitado en medio del pueblo profetas y personas de bien, esperando de ellos colaboración y fidelidad. La misión del profeta es hacerse eco de la Palabra de Dios, sin deformarla ni silenciarla. Pero ha habido malos profetas, que han querido aprovecharse de los dones de Dios para su propio beneficio y arrogancia. Tal actitud es un desacierto y Dios la rechaza.
Nosotros, los creyentes, interpretamos la historia como: historia de la Salvación, gracias a las intervenciones de Dios y de sus profetas. Dios ha ido suscitando profetas en medio de su pueblo para que sean sus testigos: Anunciando, denunciando y siendo alternativa de su proyecto salvador. El profeta superior y excepcional, el profeta culminante de todos los tiempos es Jesús de Nazaret.
2. La segunda lectura recoge el consejo de San Pablo sobre el celibato y la consagración con los consejos evangélicos. Esta vocación es una más dentro de la Iglesia, un don del Espíritu al servicio del Reino de Dios y una gran riqueza para la Iglesia. Pero no tenemos que pensar que es una vocación superior ni siquiera más perfecta. La vocación fundamental de los cristianos es la bautismal. El Evangelio es igualmente exigente para todos los cristianos, lo mismo que la santidad, que es una llamada y un deber de todos los bautizados. Mientras no superemos esto, aceptándolo como un mandato evangélico para todos los bautizados, no estaremos haciendo Iglesia de Jesús. Estará muy bien estructurada... pero no será la Común-unidad, del Nuevo Pueblo de Dios.
3. El evangelio de Marcos presenta ya en su comienzo al Jesús adulto en lucha con los espíritus del mal, arrojándolos fuera de las personas y dejando claro su objetivo redentor. Él enseña y actúa con autoridad. Todo Él está lleno de verdad y bondad. La gente descubre en su persona un modo nuevo y diferente de presentar los valores humanaos y religiosos: es coherente, testimonial, es un místico y un profeta de Dios que marca pautas nunca vistas, despierta las conciencias, propone un proyecto alternativo que muchas veces los listos de este mundo pretenden ocultar por intereses mezquinos.
Si Jesús asombra, atrae y convence es porque encarna un estilo de vida que enlaza con las aspiraciones más nobles de las personas. Por eso se le reconoce autoridad; en Él hay una total fidelidad a los dones de Dios, hay un alma limpia, generosa y comprometida y hay victoria sobre las tentaciones y sobre las tendencias enfermizas -diabólicas- que muchas veces se apoderan de las personas y de los ambientes.
No hay mayor autoridad que la que brota de un alma limpia; y esa es la de Jesús. Está por encima de los votos... tal autoridad ayuda a las personas a ser mejores. el poder, sin ese tipo de autoridad, corrompe.
Nunca hemos necesitado tanto una autoridad así, como en estos tiempos de incertidumbre, miedo y, sobre todo, mentira. ¡¡QUE ÉL NOS AYUDE!! (Silencio de interiorización)
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Oración de los Fieles
Oremos a Dios nuestro Padre que nos otorga curación y salvación. Y digámosle:
R/. Señor, pronuncia tu palabra que nos cure.
- Para que en la Iglesia llevemos unos a otros la curación del perdón y la compasión, roguemos al Señor.
- Para que todos los enfermos sigan esperando que sanarán y que, al menos, sepan llevar su sufrimiento con paciencia y fortaleza, roguemos al Señor.
- Para que todos los que sufren en temprana edad experimenten el amor y la atención de las personas que se preocupan por ellos, roguemos al Señor.
- Para que reservemos espacio y preocupación por los mentalmente discapacitados y para que les reservemos un lugar especial en nuestro corazón, roguemos al Señor.
- Para que los confinados en hospitales y clínicas reciban mucha atención, llena de humanidad y de amor, y que reciban la visita periódica y constante de sus seres queridos, roguemos al Señor.
- Para que en nuestras comunidades nos atrevamos a aliviar los sufrimientos de nuestros hermanos y aprendamos a compartir unos con otros nuestro dolor, roguemos al Señor.
Al presentarte estos dones de pan y vino,
esperamos que tu Hijo nos hable en tu nombre.
Por medio de él acepta nuestro silencio
y nuestros exiguos esfuerzos
para dar forma a tu palabra
en el lenguaje de nuestras vidas.
Que esta ofrenda te sea agradable,
por Jesucristo nuestro Señor.
Demos sinceras gracias al Padre, por habernos dado a Jesús, que murió y resucitó de entre los muertos para liberarnos de todo mal.
Introducción al Padrenuestro
Oremos a Dios nuestro Padre con las palabras de la oración del mismo Jesús, que puede dar voz a todas nuestras peticiones no expresadas:
R/. Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días.
Por tu misericordia, guárdanos de ser sordos a las palabras que nos diriges.
Que su sonido nos convierta y nos inspire para preparar con alegría y esperanza la gloriosa venida de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
Éste es Jesucristo, el Señor,
que proclamó un mensaje de Buena Nueva de salvación
con poder y autoridad.
Dichosos nosotros de escuchar su invitación
y de recibir de él
nuestro pan de fuerza y curación.
R/. Señor, no soy digno…
En esta asamblea eucarística
nos has reunido más íntimamente
por tu palabra poderosa
y por el banquete festivo de la eucaristía.
Cuando volvemos a nuestra vida diaria,
sigue proclamándonos tu mensaje liberador
incluso en los acontecimientos corrientes de nuestra vida
y en la amistad de nuestros hermanos y hermanas.
Abre nuestros oídos y corazones
a tu lenguaje, siempre nuevo,
que nos conduzca a ti
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Sabemos muy bien, por experiencia de vida, qué poderosas pueden ser las palabras.
En su matrimonio, el esposo y la esposa aceptan mutuamente su Sí al amor y también comparten amor, el uno con el otro, no solo para un momento sino para toda la vida.
Cristo nos ha proclamado su palabra aquí. Ha sido una palabra de confianza y amor, y no puede dejarnos indiferentes. Cristo nos obliga a tomar una decisión: o rechazarle a él y a su palabra o entregarnos a él y a su mensaje.
Que ojalá aceptemos su evangelio con entusiasmo.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
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