Respetarán a mi Hijo.
1.- Introducción.
Señor, hoy mi oración se torna temblorosa. Hoy, ante tu Palabra, caigo de bruces ya desde el principio. Abrahán, el padre de los creyentes, estaba dispuesto a obedecer a Dios y sacrificar a su propio hijo. Pero Dios no permitió que se llevara a cabo el sacrificio. Y aquí el Padre Dios entrega al Hijo por nuestra salvación y este hijo querido no escucha ninguna voz de lo alto que impida este sacrificio. Señor, no entiendo nada. Dame tu gracia para internarme en este misterio.
2.- Lectura reposada de la Palabra. Mateo 21,33-43,45-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envío a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: «A mi hijo lo respetarán». Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: «Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia». Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. «Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?». Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo». Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular, ¿esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos». Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.
3.- Qué dice el texto bíblico.
Meditación-Reflexión
Con esta parábola Jesús va demasiado lejos. Todos nos horrorizamos ante la escena de Abrahán dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac, el hijo predilecto, el hijo de las promesas. Pero ese sacrificio no se ejecuta porque hay una voz del cielo que le detiene. “No le hagas daño al niño” (Gn. 22,12). Dios nunca ha estado de acuerdo con los sacrificios humanos. En esta parábola, el Padre consiente mandar a la viña al propio hijo. Nos peguntamos: ¿Qué padre de este mundo, después de ver que han asesinado a sus criados, es capaz de entregar a su propio hijo? Un padre, por salvar al hijo, entrega todo lo que tiene. Se queda sin viña, pero se queda con el hijo. Sólo el amor loco y escandaloso de Dios es capaz de hacer eso. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito” (Jn. 3,16). El Padre, al entregar al hijo de sus entrañas, se entregó él mismo por nosotros. ¿Qué hará el dueño de la viña? La entregará a otros labradores. Con esta pincelada, el evangelista Mateo nos está diciendo que hay ahora un nuevo pueblo de Dios. La Iglesia debe dar los frutos que Dios esperó del pueblo de Israel y no lo consiguió. Para eso debe contar con la fuerza del Espíritu. Nuestros frutos deben estar en proporción con el amor derrochador de Dios.
Palabra del Papa
“La historia de amor entre Dios y su pueblo parece ser una historia de fracasos, como sucede en la parábola de los labradores asesinos, que aparece como el fracaso del sueño de Dios. Hay un hombre que construye una viña y están los labradores que matan a todos los que envía el señor. Pero es precisamente de esos muertos que todo toma vida. Los profetas, los hombres de Dios que han hablado al pueblo, que no fueron escuchados, que fueron descartados, serán su gloria. El Hijo, el último enviado, que fue precisamente descartado por eso, juzgado, no escuchado y asesinado, se convirtió en piedra angular. Esta historia que parece ser una historia de amor, después parece terminar en una historia de fracasos, pero que termina con el gran don de Dios, que del descarte saca la salvación; de su Hijo descartado nos salva a todos. Es aquí donde la lógica del fracaso se cae. Y Jesús lo recuerda a los jefes del pueblo, citando la Escritura: La piedra que descartaron los constructores es ahora piedra angular. Esto lo ha hecho el Señor y es una maravilla a nuestros ojos. El camino de nuestra redención es un camino de muchos fracasos. También el último, el de la cruz, es un escándalo. Pero precisamente ahí vence el amor. Y esa historia que comienza con un sueño de amor y continúa con una historia de fracasos, termina en la victoria del amor: la cruz de Jesús. No debemos olvidar este camino, es un camino difícil”. (Papa Francisco).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.- Propósito: Hoy me retiraré a un lugar solitario para pensar durante unos minutos en el amor loco de Dios-Padre.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Hoy, Padre, quiero darte gracias, necesito darte gracias por el inmenso amor que me has tenido al entregarme a Aquel que, desde toda la eternidad, ha sido el encanto de tus ojos, el sueño de tus sueños, el tesoro de tu corazón: Tu propio Hijo. En Él no sólo nos has dado todos los tesoros del cielo y de la tierra, sino que Tú mismo te has entregado en Él. Gracias por esta locura de amor.
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