lunes, 11 de noviembre de 2024

Domingo 33, tiempo ordinario: 17 de noviembre de 2024

 

…sabed que él está cerca, a la puerta…

INTRODUCCIÓN

En el tiempo en que se escribe este evangelio de Marcos, todo el mundo pensaba que “el fin del mundo era ya inminente”. La destrucción del Templo de Jerusalén fue para ellos, una “premonición”.  Pero hubo un hombre genial, San Lucas, el que “inspirado por Dios” escribió una obra en dos partes: El Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Con el evangelio acaba la etapa del Jesús histórico: Vida, Muerte y Resurrección. Pero esta bonita historia “continua” en los Hechos, es decir, en la vida de la Iglesia. Que nadie hable de “fin del mundo”. Que todos nos pongamos a trabajar y construir un mundo nuevo, el mundo que inició Jesús. Hay mucha tarea por delante y no es tiempo de pensar en el final. Tampoco es tiempo de “dormir”, ni de ser vagos y perezosos.  La tarea es inmensa y apasionante. Teniendo siempre la mirada puesta en Jesús, pasemos por la vida “haciendo el bien a todos” y creando una Nueva Humanidad.

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Dan. 12, 1-3.                  2ª lectura: Heb. 10.11-14.18

EVANGELIO

Marcos 13, 24-32:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

REFLEXIÓN

En estos últimos domingos del año litúrgico, la Iglesia nos sitúa al final de la historia. Pero para los judíos (y después los cristianos), la historia no es “circular” como en los pueblos vecinos, donde todo se repite, sino “lineal” es decir, con perspectivas de futuro. Israel se encuentra siempre en tensión hacia la salvación que ha de venir. Desde Abrahán, a quien Dios le dice: «sal de tu tierra», pasando por el éxodo hacia la tierra prometida; y terminando por la espera del Mesías, Israel vivió siempre con la esperanza de algo mejor, que Dios le iba a dar. Veamos los textos de hoy en esta perspectiva positiva.

1.– Entonces verán al Hijo del Hombre sobre las nubes. La partícula “entonces” viene a continuación de hablarnos de una angustia ante el  oscurecimiento del sol, y de  la luna y  la caída de las estrellas. Esto significa que, ante la llegada del Hijo del Hombre en poder y majestad, todas las criaturas palidecen, dejan de brillar. Tal y como habían anunciado los profetas, todos los imperios, destructores de la humanidad, tienen que ceder y dar paso a una humanidad nueva donde reine la justicia, la igualdad, la fraternidad.  “El cielo y la tierra pasarán”. En este mundo todo pasa. Si pasan los astros, más los modelos, los ídolos de barro, los que acaparaban las noticas de los medios de comunicación,  los grandes de la tierra, Y dice Jesús: Para hablar de este final tan apoteósico, no hay que meter miedo a nadie. Basta con que sepamos presentar el verdadero rostro de Dios. Dios no quiere esclavos que le sirvan por miedo, sino hijos que le amen con libertad.

2.– Aprended de la higuera.  Es una bella imagen. Por frío, duro y crudo que sea el invierno, nunca podrá detener la primavera. En primavera las ramas se ponen tiernas, brotan los capullos y son expresión de vida y de belleza.  Parece decirnos Jesús con esta imagen: ¡No tengáis miedo!  Está por estallar una eterna primavera de Dios. Por fin os vais a enterar quien era Dios. Ese Dios que ha estado tan oculto en vuestra historia, se va a manifestar “tal y como es” Allí reunirá “a los elegidos de los cuatro vientos” . Y se logrará la gran fiesta de la fraternidad universal. “Y Dios será todo en todos” (1Cor. 15,28).

3.– El día y la hora nadie lo sabe, sólo el Padre.  Jesús, durante su vida, no hizo otra cosa que hablarnos del Padre y sólo del Padre. Parece que era eso lo que más  le interesaba.  Sabía muy bien que en el momento en que los hombres y mujeres de este mundo cayéramos en la cuenta de cómo es Dios, el Dios revelado por el Hijo, un Dios cercano, el Dios -Abbá-, es decir, “Papá”, el Dios que sólo quiere nuestro bien y que seamos felices, ese día nuestra vida cambiaría.  El que Dios Padre se haya reservado para Él sólo el saber el día y la hora, quiere decir que quiere ser “El personalmente, el que nos dé la “sorpresa”.  Si un Padre se ha visto forzado a vivir muchos años separado de un hijo, cuando le dicen que ya pronto va a regresar, el primero que quiere ir al aeropuerto a darle el primer beso, el primer abrazo, es el padre. Así es Dios. De lo que ha de suceder ese último día, nadie sabe nada, ni a nadie le interesa. Es algo que se ha reservado el Padre para darnos la GRAN SORPRESA”.

PREGUNTAS

1.- ¿Todavía le tengo miedo a Dios? ¿Aún no he experimentado su cariño, su bondad, su ternura? ¿Por qué esperar al último día?

2.- ¿Me da alegría el pensar que después de la muerte, vendrá el “estallido de una eterna primavera”?

3.- ¿He pensado que el primero que vendrá a abrazarme, después de mi muerte, va a ser mi Padre-Dios? ¿Me lo creo?

Lectio Divina: 16 de noviembre de 2024

 

Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?

1.- Oración introductoria.

Señor, Tú quieres que yo ore, que no me canse de orar, que no me canse de pedir aquello que más necesito. Pero ¿qué es aquello de lo que tengo mayor necesidad? Lo que más necesito es tu presencia, el saber que me escuchas, el tenerte cerca, el que yo sienta necesidad de Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos que era preciso orar siempre sin desfallecer, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi adversario!” Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.” Dijo, pues, el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

En este evangelio está claro que Jesús nos insiste machaconamente en que debemos rezar y no cansarnos. Pero sacaríamos una mala conclusión de este texto, si Dios, por el hecho de que nosotros le pidamos insistentemente una cosa, se viera en la necesidad de concederla. La verdadera oración de petición siempre pasa por la oración de Cristo al Padre: “No se haga mi voluntad sino la tuya”. Una oración de petición bien situada es la que nos ha llegado a nosotros a través del salmo 16. “Yo digo al Señor: Tú eres mi bien”. Lo primero que debemos dejar bien claro es esto: Dios es nuestro bien, el Absoluto, Aquel que más necesitamos. Pedimos, pues, que siga siendo nuestro bien, que le sintamos cercano, que le busquemos a Él de todo corazón. Una vez que  tenemos esto claro podemos pedir lo que queramos, pero sabiendo que todo lo que pidamos  ya es relativo. Si no me da lo que pido, no importa. Siempre me quedaré con lo esencial: que Él es mi Dios, el Dios de mi vida, el que da sentido a mi existencia, el que me quiere como el mejor de los padres.

Palabra del Papa

“Todo itinerario de formación religiosa auténtica acompaña a la persona, desde su más tierna edad, a conocer a Dios, a amarlo y hacer su voluntad. Dios es amor, es justo y pacífico, y quien quiere honrarlo debe sobre todo comportarse como un hijo que sigue el ejemplo del padre. Un salmo afirma: “El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos… El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia”. Como Jesús nos ha demostrado con el testimonio de su vida, justicia y misericordia conviven en Dios perfectamente. En Jesús “misericordia y fidelidad” se encuentran, “la justicia y la paz” se besan. En estos días la Iglesia celebra el gran misterio de la encarnación: la verdad de Dios ha brotado de la tierra y la justicia mira desde el cielo, la tierra ha dado su fruto. Dios nos ha hablado en su Hijo Jesús”. Benedicto XVI, 1 de enero de 2012.

4.– Qué me dice ahora a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)

5.-Propósito: Iré a la oración porque a Dios le encanta que yo vaya.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, cuando Tú insistes tanto en la oración es porque Tú antes la has experimentado. Tú, antes de salir el sol, ya estabas en el monte, orando a tu Padre (Mc. 1,35). Era la primera obra del día y la más importante. Haz que yo también sienta la necesidad de estar contigo aun antes de amanecer. Que la primera brisa de la mañana me hable de tu ternura, y los primeros rayos del sol me bañen de tu presencia joven y gozosa de recién resucitado.

Lectio Divina: 15 de noviembre de 2024

 

Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

1.- Oración introductoria.

Señor, haz que, en esta oración, entre en la dinámica del evangelio: perder para ganar. Perder tiempo, esfuerzo, trabajo, energías, en servicio de los demás, de los que más me necesiten. Y esto para tener más vida, más realización personal, más alegría y más esperanza. Es lo que hizo Jesús y es lo que yo también quiero hacer.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 17, 26-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada. Y le dijeron: ¿Dónde, Señor? Él les respondió: Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Miremos los verbos que usa el texto bíblico hablando de los hombres de aquel tiempo: “comían, bebían”, (aspecto corporal), “plantaban, construían”, (aspecto laboral),  “compraban, vendían”, (aspecto social), tomaban mujer o marido (aspecto afectivo). Pero aquí, ¿dónde queda el aspecto espiritual? Lo ignoraban. Esto es lo que Jesús les echa en cara. Y ese pecado es el que abunda en nuestro mundo y en nuestros días. El mundo de nuestro tiempo está organizando su vida al margen de Dios. “Ser agnóstico es no tener necesidad de Dios” (Tierno Galván). Y ésta es nuestra tragedia.  Según el Génesis el hombre es “un trozo de barro con un soplo divino” (Gn.2, 7). Y este hombre con ese soplo divino se convierte en “imagen y semejanza de Dios”. Pero ¿qué es el hombre sin ese soplo de Dios? Barro, arcilla, tierra, nada. El hombre, como el árbol, necesita de las raíces de la tierra y de la inmensidad de los cielos para mantenerse en pie. Por eso dice el Concilio Vaticano II que: “el hombre sin Dios se desvanece”. La imagen de Dios en el hombre es el mejor carnet de identidad, su ADN más profundo.

Palabra del Papa

“Hay aquí una síntesis del mensaje de Cristo, y está expresado con una paradoja muy eficaz, que nos permite conocer su modo de hablar; casi nos hace percibir su voz… Pero, ¿qué significa “perder la vida a causa de Jesús”? Esto puede realizarse de dos modos: explícitamente confesando la fe o implícitamente defendiendo la verdad. Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una multitud inmensa los hombres y las mujeres que sacrificaron la vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo, hay muchos, muchos, muchos mártires —más que en los primeros siglos—, que dan la propia vida por Cristo y son conducidos a la muerte por no negar a Jesucristo. Esta es nuestra Iglesia. Hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos. Pero está también el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un “perder la vida” por Cristo, realizando el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica del don, del sacrificio. Pensemos: cuántos padres y madres, cada día, ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente la propia vida por el bien de la familia”. (S.S. Francisco, 23 de junio de 2013).

4.– Qué me dice ahora a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)

5- Propósito: Voy a vivir este día desviviéndome por aquellas personas que más me necesitan.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo quiero aprovechar mi vida empleándola en servir a los demás con generosidad y amor. No quiero mirar atrás como la esposa de Lot. Mirar atrás es vivir de reservas o de nostalgias. Yo quiero mirar siempre adelante para no petrificarme. Y quiero mirar adelante consciente de que, para un cristiano, cualquier tiempo pasado fue peor. Lo que nos queda es infinitamente mejor que lo que hemos vivido. ¡Gracias, Señor!.

Lectio Divina: 14 de noviembre de 2024

 

“ El reino de Dios ya está entre vosotros”

1.- Introducción

Hoy, Señor, quiero que mi mirada coincida con la tuya: haz que no me fije en los grandes y poderosos de este mundo sino en los pequeños y sencillos: en esos pastorcitos que guardan el ganado cuando Tú naces en una cueva; en esos niños que tienen unos pocos panes y unos pececillos cuando das de comer a la gente hambrienta en el desierto; en esa pobre viuda que echa en el cepillo del templo las dos moneditas que le quedaban. Haz, Señor, que descubra el valor de lo pequeño.

2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 17, 20-25

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo llegaría el Reino de Dios, Jesús les respondió: El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: «Vedlo aquí o allá», porque el Reino de Dios ya está entre vosotros. Dijo a sus discípulos: Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: «Vedlo aquí, vedlo allá.» No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

El Reino de Dios ocupó el centro de la predicación de Jesús. A él dedicaba su tiempo y sus mejores  energías;  era el objeto de su ocupación y preocupación. El Reino de Dios, o mejor, el reinado de Dios, era la nueva situación creada por Dios para el hombre, con motivo de la llegada de Jesús al mundo.  Algunos esperaban esta venida de un modo espectacular. Pero este Reino “llegó sin dejarse sentir”. No hizo ruido. Y se instaló en silencio en los corazones de las personas de buena voluntad. Desde entonces miles y miles  de hombres y mujeres pasan su vida sin destacar en nada; sin recibir un aplauso; sin salir nunca en la prensa. Ellos y ellas van desgranando su vida ordinaria y sencilla en el campo, en un hospital,  en el taller, en los oficios de la casa. Estas personas jamás se enfadan ni están tristes, al contrario, ayudan al que lo necesita y todo lo hacen con  cariño,  con alegría, con ilusión. La razón de ese obrar es muy sencilla: “El reino de Dios  ya está entre ellos”. Estos no necesitan milagros para ser santos. Toda su vida ha sido un puro milagro y su fiesta la celebran el día uno de noviembre.

Palabra del Papa

“Nosotros sabemos que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado; que está vivo entre nosotros y que tiene una finalidad: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor. Y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del Espíritu Santo. Todos nosotros tenemos el Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana, en el camino de la historia, hacia el Reino de Dios. Este Espíritu es la potencia del amor que ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos los constructores de paz. Donde hay un hombre y una mujer constructor de paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda y lo empuja a hacer la paz» (S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio. (Guardo silencio) 

5.-Propósito: Haré las cosas ordinarias de este día de modo que sean  la mejor expresión de que el Reino de Dios ya ha llegado a mi corazón.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy te quiero agradecer el haber caído  en la cuenta de que Tú no eres para mí un ser extraño, que habitas en parajes lejanos. Estás a mi lado, es más, estás dentro de mi propio corazón. Ahí has instalado tu Reino.  Desde ahí diriges y orientas mi vida hacia la verdad, la libertad, el amor, la felicidad.

Lectio Divina: 13 de noviembre de 2024

 

Los otros nueve, ¿dónde están?

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy me inquieta una pregunta que Tú formulas en el evangelio: Y los otros nueve ¿dónde están? ¿Dónde están tantos que antes eran cercanos a la Iglesia  y ahora no quieren saber nada de ella? ¿Dónde tantos de aquellos que antes eran creyentes y ahora son ateos? ¿No tendré yo alguna culpa? ¿No habré vivido mi fe sin compromiso serio con los hombres, mis hermanos?

2.- Lectura reposada del evangelio Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, yendo Jesús de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: Id y presentaos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

En este evangelio nos llama poderosamente la atención el hecho de que precisamente el samaritano, el que vive al margen de la ley judía,  sea el único que venga a dar gracias al Señor. Los nueve leprosos judíos se limitan a ir a los sacerdotes, como mandaba la ley (Lev. 13,39). En cambio el samaritano se deja conducir por la ley natural, la que le dicta el corazón, es decir, la ley del agradecimiento. La consecuencia es clara: la religión mal entendida puede llegar a deshumanizarnos. No olvidemos que Jesús se hizo Hombre. Dios elevó, potenció y  enriqueció todo lo humano. Es el hombre el camino normal  para ir a Dios. Cuando esto no lo tenemos en cuenta, puede ocurrir que las leyes endurezcan el corazón. Hay personas religiosas que son muy violentas, muy criticonas, con cara de pocos amigos, con muy mal genio. Y nos preguntamos: ¿Y todos esos acaban de comulgar? ¿Acaban de comer el pan de la bondad? Jesús pregunta: Y esos otros nueve, ¿dónde están? ¿Dónde están esos cristianos auténticos que han hecho del amor a Dios y el amor al hermano un solo precepto? ¿Es posible que los no cristianos nos den lecciones? ¿Qué hemos hecho del testamento de Jesús que nos manda amarnos como Él nos ha amado?

Palabra del Papa

“En los evangelios, algunos reciben la gracia y se van: de los diez leprosos curados por Jesús, solo uno volvió a darle las gracias. Incluso el ciego de Jericó encuentra al Señor mediante la sanación y alaba a Dios. Pero debemos orar con el «valor de la fe», impulsándonos a pedir también aquello que la oración no se atreve a esperar: es decir, a Dios mismo: Pedimos una gracia, pero no nos atrevemos a decir: ‘Ven Tú a traerla’. Sabemos que una gracia siempre es traída por Él: es Él que viene y nos la da. No demos la mala impresión de tomar la gracia y no reconocer a Aquel que nos la porta, Aquel que nos la da: el Señor. Que el Señor nos conceda la gracia de que Él se dé a nosotros, siempre, en cada gracia. Y que nosotros lo reconozcamos, y que lo alabemos como aquellos enfermos sanados del evangelio. Debido a que, con aquella gracia, hemos encontrado al Señor”. (Cf. S.S. Francisco, 10 de octubre de 2013, homilía en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto? (Silencio)

5.- Propósito: Hoy trataré de ver a Dios en el rostro de mi hermano.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy he aprendido a darte gracias a Ti, Señor. Y quiero darte gracias no porque me lo imponga ninguna ley externa sino por la ley del corazón, porque me sale de dentro, porque disfruto agradeciéndote tantas gracias, tantos favores, que me has dado a lo largo de mi vida. Más que darte gracias, quisiera hacer de mi vida “una acción de gracias permanente para Ti” Dame tu ayuda para conseguirlo.

Lectio Divina: 12 de noviembre de 2024

 

“Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer».

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy quiero convertir en materia de mi oración una de las últimas palabras del evangelio de este día: “Somos siervos inútiles”. Quiero afincarme en esta gran verdad: soy un inútil, no sirvo para nada. Y no es que esto sea una falsa humildad, es la pura verdad. ¿Qué hubiera sido de mi vida sin tu gracia, sin tu presencia? Lo dices Tú muy bien: “una casa edificada sobre arena”. Todo lo que hay en mí de sólido, de firme, de consistente, te lo debo a Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lucas 17, 7-10

«¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: «Pasa al momento y ponte a la mesa?» ¿No le dirá más bien: «Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?» ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer». 

3.- Qué dice el texto.

Meditación-Reflexión

A primera vista, parece que Jesús aprueba este trato abusivo y arbitrario de este amo. Se sabe que en tiempos de Jesús existía en Israel una esclavitud, aunque más moderada que en el imperio romano (J. Jeremías). Jesús se sirve de una realidad muy cotidiana para que las gentes que le escuchaban aprendieran cuál debía ser la disposición de la criatura ante su Creador: Ninguno de nosotros es dueño de su vida. Somos criaturas de Dios; estamos pendientes de Dios como lo estuvimos un día del cordón umbilical con nuestras madres. Por eso nuestra actitud profunda ante Dios es de gratitud, de alabanza, de adoración. Por otra parte, en tiempo de Jesús, los fariseos estaban cargados de méritos. Compraban a Dios con sus méritos y despreciaban a los que no los tenían (Ver parábola del Fariseo y publicano). Cuando el Señor nos dice que “somos siervos inútiles” nos quiere elevar a otra categoría superior: la categoría de “hijos” que obran por amor. “Como criaturas de Dios”, lo que debemos hacer, es adorar, alabar y agradecer al Creador; y, “como hijos de Dios”, debemos amarle y demostrarle nuestro amor con obras. Pero no obras para adquirir méritos y presumir ante Dios y los demás, sino para responder con amor al inmenso amor que Él nos ha tenido. Una madre se desvive por el hijo, se sacrifica por él, pero no le exige nada. Se siente feliz de poder expresarle el cariño que le tiene. Lo lógico es que ese hijo se desviva por su madre como la cosa más normal. El gozar haciendo el bien es la mejor recompensa.

Palabra del Papa

“Porque la fe es un encuentro con Jesús, nosotros debemos hacer lo mismo que hace Jesús: encontrarnos con  los demás. Vivimos una cultura del desencuentro, una cultura de la fragmentación, una cultura en la que lo que no me sirve lo tiro, la cultura del descarte. Pero sobre este punto os invito a pensar —y es parte de la crisis— en los ancianos, que son la sabiduría de un pueblo, en los niños… ¡la cultura del descarte! Pero nosotros debemos ir al encuentro y debemos crear con nuestra fe una “cultura del encuentro”, una cultura de la amistad, una cultura donde hallamos hermanos, donde podemos hablar también con quienes no piensan como nosotros, también con quienes tienen otra fe. Todos tienen algo en común con nosotros: son imágenes de Dios, son hijos de Dios. Ir al encuentro con todos, sin negociar nuestra pertenencia» (S.S. Francisco, 18 de mayo de 2013). 

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio) 

5.-Propósito En este día mostrar a los demás un rostro “alegre” y así manifestaré el gozo de servir a mi Señor Jesucristo.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy al terminar mi oración, mi mirada se dirige a María, tu Madre, esa mujer maravillosa que, a pesar de la dignidad que le diste de ser Madre de Dios, sólo se fijó en lo poco que era: “ha mirado la pequeñez de su esclava”. Siempre se sintió pobre, humilde, sencilla, esclava. Haz que yo sepa imitarle.

Lectio Divina: 11 de noviembre de 2024

 

¡Si tuvierais fe como un grano de mostaza!…

1.-Oración introductoria.

Señor, hoy vengo a pedirte algo muy pequeño: “un poquito de fe”, una fe pequeñita, “como un granito de mostaza”.  Pero una fe auténtica, firme, capaz de mover montañas. Te pido una fe humilde, sencilla, viva, transparente y contagiosa, como la de tu madre María. Haz que sepa fiarme de Ti como ella se fió.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lc.17, 1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», le perdonarás. Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: «Arráncate y plántate en el mar», y os habría obedecido.

3.- Qué dice la Palabra de Dios

Meditación-reflexión

Jesús nos pide una fe “como un granito de mostaza”, una semilla tan pequeña como la punta de un alfiler; pero capaz de convertirse en un gran arbusto. Jesús nos pide una fe auténtica, aunque sea pequeña. Una fe capaz de perdonar siete veces y todas las que haga falta. Una fe capaz de mover montañas. Por consiguiente no se trata de una fe de ideas religiosas, de grandes discursos, sino de una fe que sea “fruto de un encuentro vivo con Jesús”. Cuando una persona se ha encontrado vitalmente con Jesús, ya nada sigue igual, todo cambia. Esto se manifiesta de mil maneras. San Pedro, sin Cristo, se siente perdido ¿Adónde iremos? (Jn 6, 68). San Pablo, después de conocer a Cristo, todo lo considera “basura”. (Fil. 3,8). La pecadora convierte su “corazón con olor a podrido” en “un perfume de amor exquisito” (Lc. 7,46). Una fe auténtica hace milagros.

Palabra del Papa

“Me parece que todos nosotros podemos hacer nuestra esta invocación. También nosotros, como los apóstoles, decimos al Señor Jesús: “¡Auméntanos la fe!”. Sí, Señor, nuestra fe es pequeña, nuestra fe es débil, frágil, pero te la ofrecemos tal como es, para que Tú la hagas crecer. ¿Les parece que repitamos todos juntos esto: Señor, auméntanos la fe! ¿Lo hacemos? Todos: Señor auméntanos la fe. ¡Señor, auméntanos la fe. Señor auméntanos la fe! ¡Que nos la haga crecer, ¡eh! Y el Señor, ¿qué cosa nos responde? Responde: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza, habrían dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y les habría obedecido”. La semilla de la mostaza es pequeñísima, pero Jesús dice que basta tener una fe así, pequeña, pero verdadera, sincera, para hacer cosas humanamente imposibles, impensables. ¡Y es verdad!” S.S. Francisco, 6 de octubre de 2013).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)

5.-Propósito: En este día me acercaré a la persona de quien me siento más alejado y le pediré perdón.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración. (Silencio)

Al terminar esta oración, me dirijo a Ti, Dios mío, para que mi fe, aunque sea pequeña, la tenga siempre viva dentro de mí. En medio de un mundo tan revuelto, tan violento, tan separado de Ti, sólo te pido lo que un día te pidió Santa Teresa: “llena eso poquito que hay en mí”.

domingo, 10 de noviembre de 2024

SANAR EVANGELIZANDO, EVANGELIZAR SANANDO. PASTORAL DEL DUELO

 


El sufrimiento intenso, ocasionado por muchas posibles causas, externas o internas, y sobre todo por la muerte del ser querido (especialmente de hijos, niños o jóvenes, por homicidio, suicidio u otras violencias, y en circunstancias como las vividas en la pandemia del Covid 19), es una vivencia altamente transversal en cada persona, pues repercute en todas y cada una de sus dimensiones (corporal, emocional, mental, social, valórica y espiritual): el cuerpo se resiente, el corazón se desgarra, el apego se aferra, la mente se ofusca, la soledad acampa, los vínculos se reducen, el valor para afrontar la vida se achica, parece emerger la insensibilidad altruista y la fe puede entrar en invierno.

 Sí, la persona toda puede quedar afectada por la pena, esa invasión, conmoción, amenaza, desorientación que nos pone en reacción. Aparecen como espectros el insomnio, el miedo, las broncas, las culpas, las ansiedades, las angustias y mil dudas y preguntas. También el tiempo se desquicia, el motor de la voluntad se apaga, los proyectos se desvanecen, el alma queda desolada. La vida pierde color y sabor.

Ha muerto el ser querido, uno solo, y el universo parece un desierto. 

El sufrimiento es una flecha rápida para entrar y lenta para salir y cicatrizar. Tiene intensidad, ¡y cómo araña por dentro!, se prolonga en el tiempo, echa raíces, pasa factura en todas las dimensiones personales. Mete el dedo en la llaga de las zonas más oscuras de la existencia humana. Afecta a todos sin excepción, por el fallecimiento de los seres queridos y por el de la propia muerte; en todas las edades de la vida, incluyendo a niños, jóvenes, adultos y viejos; a nivel familiar, donde tiene especial incidencia por los vínculos afectivos; a nivel social y red de tejidos relacionales. 

Todo sufrimiento tiene que ser “duelado” hasta cicatrizar. Si sufrimiento es lo que una herida, provocada por cualquier causa “trabaja” con un doliente, ¡y bien que machaca por dentro y por fuera!, elaboración de duelo es lo que el “dueliente” trabaja consigo mismo cuando sufre. Por tanto, toda aflicción necesita su tratamiento de duelo, un arduo proceso, utilizando todos los recursos internos, comunitarios y de la gracia para aceptar, resistir, resilienciar, sanar y sacar provecho de la herida misma, como auténticos sanadores heridos.

 PASTORAL DEL DUELO: DESAFÍO HUMANO Y EVANGELIZADOR

 La Iglesia, madre y maestra, sacramento de salud-salvación, posada de hospitalidad y consuelo en el Espíritu, debe ver en los dolientes, heridos por la muerte de seres queridos, destinatarios privilegiados de su especial solicitud, especialmente en padecimientos que desgarran el corazón, desconciertan la mente y llevan a muchos a verdaderas crisis de “periferia existencial”. 

La persona herida necesita ternura, escucha, presencia, compañía, donación de tiempo, calor, luz, empatía, orientación, amor, fe, esperanza, a Dios, en un acompañamiento cualificado y metódico, tarea de la pastoral del duelo, ejercida por buenos samaritanos, eficazmente compasivos y expertos en el arte de ayudar en tiempos de hondo pesar. 

La pastoral del duelo es todo un desafío evangelizador, urgencia y riqueza para la Iglesia; expresión de la compasión y esperanza con rostro del Resucitado; apostolado de misericordia y consolación incardinado en el corazón mismo de las bienaventuranzas del Reino proclamado por Jesús. Es una gran ocasión, un ministerio que no puede defraudar a los fieles, pues su ausencia los dejaría abandonados en el desierto de mayor abatimiento de su vida. Es una óptima catequesis y evangelización del misterio pleno de Cristo; educadora de la existencia humana, de la muerte y de la vida eterna, en unos momentos desafiantes por la tabuización de la muerte, la desritualización, la secularización y la pérdida de la práctica religiosa y visión transcendente. 

La pastoral de duelo es un caminoéxodo, un proceso de “respuestas largas”, que necesita superar resistencias internas, y contar con mucha paciencia, competencia profesional, pedagogía y habilidades relacionales; y con mucho y sano conocimiento teológico y bíblico. 

Es ésta una pastoral que tiene un campo expedito propio, natural y esperado a nivel parroquial y diocesano. Y todavía más: es reclamada por los fieles y está llena de potencialidades ad intra y ad extra del mundo eclesial, sin olvidar su presencia en los nuevos púlpitos, como es el “mundo digital”. 

El Papa Francisco nos exhorta: «La Iglesia está llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención» (Misericordiae vultus 15).

 PASTORAL DEL DUELO: UN PROYECTO ORGÁNICO DE IGLESIA 

La pastoral del duelo expresa el amor del Padre y transmite la consolación del Espíritu Santo. Jesús, con su praxis, docencia y vivencia personal, elaborando su propia muerte, es el artesano de la pastoral del duelo, su exemplum y sacramentum.

 El Señor visitó a una familia en su casa, donde había muerto la hija de doce años; a una viuda con su único hijo joven muerto, camino al cementerio; a dos amigas, con su hermano recién enterrado; y coadyuvó a un proceso de duelo con dos discípulos muy heridos, camino a Emaús.

 La presencia y acción, el anuncio y testimonio de la pastoral del duelo se iluminan con la pasión, trabajo de duelo, muerte y resurrección del Señor Jesús, barco, faro y puerto de esta pastoral. 

Cuidar, sanar, sanear y salvar al doliente/sufriente es misión de toda la Iglesia, sacramento de salud-salvación: comunidad, comunicación y comunión. La experiencia del sufrimiento/duelo es transversal a la vida de todos y cada uno de los fieles, a toda la Iglesia y a todas sus pastorales: de la salud, catequética, exequias, litúrgica, homilética...

Esta pastoral se ejerce antes, durante y después de la muerte, teniendo carácter informativo y formativo; preventivo, asistencial y rehabilitador; catequético y evangelizador.

 Con carta de ciudadanía parroquial y diocesana, se realiza esta pastoral organizadamente, en equipo, a través de competentes y empáticos agentes pastorales. Ha de estar en la currícula de los estudios sacerdotales y en la de los agentes pastorales. 

Es un ministerio “de salida”, “hospital de campaña”, insertado en la koinonía, diaconía, kerigma y liturgia de la Iglesia, enriquecido por la guía y testimonio de tantos modelos de elaboración positiva de duelo. Educa en el sentido de la vida, del sufrimiento, de la felicidad, de la esperanza, de la muerte y de la vida eterna.

 Camino de la pastoral del duelo: del sufrimiento a la aceptación, a la sanación, al crecimiento, a la madurez, a vivir como resucitados, a la santidad.

 CON PRESENCIAS PASTORALES ANTIGUAS Y NUEVA

Ya sabemos que la pastoral del duelo para acompañar a cicatrizar una herida desde todas y cada una de las dimensiones de la persona, con los auxilios humanos y divinos, se realiza antes de la muerte, (con un trabajo de duelo psicoeducado en las realidades de la vida, amor y muerte, hecho con tiempo, y con un trabajo de duelo anticipado, cuando ya se prevé la muerte inminente), durante la agonía y fallecimiento, y después de la muerte, en el velatorio y exequias; y posteriormente, cuando el aguijón de la pena se hace sentir con fuerza. 

Junto a los recursos tradicionales de celebración y acompañamiento pastoral, hoy se ve necesario nuevas presencias y acciones. Entre ellas, potenciar el valor consolador, sanante y evangelizador del aporte comunitario de nuestra fe, esperanza y caridad.

 Conversatorios y conferencias en Medios de Comunicación disponibles, y celebraciones comunitarias más frecuentes, para todas las edades, bien preparadas, con un lenguaje y mensaje oportunos, son un buen recurso pastoral

. El ministerio de escucha parroquial en duelo, tanto individualizado como comunitario, llevado a cabo por sacerdotes, diáconos y agentes pastorales compasivos y capacitados, y los Grupos Parroquiales de Mutua Ayuda en Duelo, para sufrimientos de gran intensidad y prolongación, son iniciativas hoy en día imprescindibles. 

El Grupo Parroquial de Mutua Ayuda en Duelo “RESURRECCIÓN” ya viene funcionando en parroquias de varios países desde 1993, dando resultados óptimos. Cuenta con una Guía de Coordinadores, rica experiencia por su trayectoria, abundante bibliografía y capacitación permanente de los coordinadores con un perfil humano, técnico, espiritual y pastoral definido, que han pasado por la experiencia  del sufrimiento y lo han elaborado, capacitados en las artes de liderazgo de grupos y de relación de ayuda multidimensional.

 Padre Mateo Bautista. Religioso Camilo


sábado, 9 de noviembre de 2024

Día de la Iglesia Diocesana

 


Consulta aquí la Memoria

Domingo 32, tiempo ordinario: 10 de noviembre de 2024

 Esa pobre viuda ha echado todo lo que tenía para vivir.



INTRODUCCIÓN

Solo cuando das lo último que te queda, demuestras que confías absolutamente. El primer céntimo no indica nada; el último lo expresa todo. Decía S. Ambrosio: “Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros”. “El que se pone a la búsqueda de Dios y vende todo lo que posee excepto el último dinero, es un loco, porque precisamente con el último dinero se compra a Dios” (Proverbio chino).

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: 1Re. 17, 10-16. 2ª lectura: Heb. 9, 24-28.

EVANGELIO

Marcos 12, 38-44:

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

REFLEXIÓN

“Estando Jesús sentado”. En el evangelio el estar “sentado” significa que Jesús estaba “enseñando”. Y la enseñanza de Jesús consiste en el contraste de la enseñanza de los escribas y la de la pobre viuda. Con los maestros de Israel, Jesús es muy duro: “Ellos buscan ropajes especiales, recompensas sociales, títulos de grandeza, afán por los lugares destacados, y lo que es peor: el enriquecimiento a costa de las pobres viudas. Frente a éstos está una viuda que sólo tiene dos moneditas de cobre y las entrega sin quedarse nada. ¿Quién es el verdadero maestro? Y dice Jesús: esa pobre viuda, ella es la que nos da la auténtica lección “desde la vida”. Jesús, como Maestro, se ve reflejado en ella.

1.– La mirada de Dios se recrea en lo poco, en lo pequeño. En la viuda de Sarepta se habla de “un poco de agua”, “un trozo de pan”, “un puñado de harina”, “un poco de aceite”, “un poco de leña”. Dios creó a Adán, el primer hombre, con “un poco de barro”. Cuando Dios quiere elegir rey para su pueblo, envía al profeta Samuel a casa de Isaí. Por allí van pasando los hijos mayores, robustos, fornidos, pero no era ninguno de ellos el elegido. Y pregunta Samuel: ¿Ya no te quedan más hijos? Sí, “el pequeño, que está cuidando el ganado”. ¡Ése es! Y sigue el texto: «La mirada de Dios no es como la del hombre. El hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón” (1Sam. 16,7). Y a la hora de elegirse una madre no se va a la sabia Grecia o a la opulenta Roma, sino a Nazaret, un pueblo desconocido dentro de la desconocida Palestina. Y ahí se fija en una sencilla y pobre doncella. ¿Qué ha visto Dios en esta muchacha? “La pequeñez de su esclava” (Lc. 1,48). Y en el evangelio de hoy se fija en “las dos monedas de una pobre viuda”.

2.- ¡Qué a gusto trabaja Dios con lo pequeño! !Qué cosas tan bellas y bonitas sabe hacer! ¿Qué hizo Dios con la viuda de Sarepta? ¿Acaso le compensó después con grandes bienes? No. Pero le hizo una promesa: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará”. Las riquezas de los ricos se acaban; la fama de los poderosos, se destruye; el corazón lleno de grandezas y de vanidades, se vacía. Pero la vida de aquellos que “tienen alma de pobre” siempre está regada por la “acequia de Dios”. De ahí brota un agua subterránea y misteriosa de felicidad. Allá en el Templo de Jerusalén, estaba “la cámara del tesoro” con 13 cajas o cepillos, a manera de embudos invertidos para que no los pudieran robar. El número 13 estaba destinado a los holocaustos., donde se quemaba toda la ofrenda. Allí depositó la viuda sus monedas. Podía haber entregado una moneda y guardar la segunda para poder comer al día siguiente. Ella, al ofrecer las dos monedas, ofrece a Dios el holocausto de su vida: con su presente y su futuro. Se abandona en manos de Dios. Ella será modelo de fe en todos los tiempos. La esencia de la fe consiste en “fiarse de Dios”. Como se fio Abrahán, como se fio María “La creyente”. Como se fio Pablo: “Sé muy bien de quien me he fiado” (2Tim. 1,12).

3.– Y yo, ¿Qué le puedo ofrecer a Dios? No ofrezcas “de lo que te sobra” pues estarías todavía en el A.T. Tampoco te límites a dar cosas sin darte a ti mismo. El Samaritano, si se hubiera limitado a dejarle unas monedas a aquel que estaba medio muerto, se hubiera muerto con unas monedas, pero se hubiera muerto. Necesitaba su persona, su cabalgadura para llevarlo al posadero, su interés por hacerle un seguimiento. No te limites a dar “de lo que tienes” sino “de lo que eres”. Durante la vida has de ir desprendiéndote poco a poco de ti mismo.

PREGUNTAS

1.- ¿Cuándo voy a aprender a dar lecciones con la vida, no sólo con las palabras?

2.– Dios creó el mundo “de la nada”. ¿Le doy a Dios mi nada, para que pueda seguir creando en mí cosas admirables?

3.– Si soy un bonito regalo de Dios, ¿sé hacer de mi vida un don para los demás?

Lectio Divina: 9 de noviembre de 2024

 “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre»

Dedicación de la Basílica de Letrán


1.- Introducción.

Señor, al acercarme al evangelio de Juan me siento fuertemente atraído por un “impacto de novedad”. Hablas de un nuevo templo, de un nuevo vino, de un nuevo pan, de una nueva vida. ¿Cómo es posible vivir tanta novedad con una vida vieja? Señor, hazme nuevo, renuévame por dentro, capacítame para las sorpresas que Tú me quieres dar.

2.- Lectura reposada del evangelio de Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

El evangelista Juan, al poner este relato al principio de su evangelio quiere darle un valor programático. El viejo templo de Jerusalén debe ser sustituido por el nuevo. Los antiguos sacrificios de animales deben dar paso al verdadero sacrificio agradable al Padre: El de su Hijo muerto en la Cruz. Y el Nuevo Templo será el Cuerpo Resucitado de Jesús. Si el viejo templo, casa de su Padre, no se podía convertir en “mercado”, el Nuevo, mucho menos. Nadie puede hacer negocio con las cosas de Dios. Los cristianos somos “templos vivos del Espíritu Santo” (1Cor. 3,16). Y en este “nuevo templo” no sacrificamos animales sino que somos nosotros mismos la ofrenda: “Os exhorto a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual” (Ro, 12,1). Yo soy el pan y el vino del sacrificio. Como pan debo de partirme, dar mi vida por los demás. Como vino, debo derramar mi propia sangre en actitud de servicio por mis hermanos. Sin este pan y este vino, no puedo celebrar auténticamente La Eucaristía.

Palabra del Papa Francisco

“El templo es un lugar donde la comunidad va a rezar, a alabar al Señor, a darle gracias, pero sobre todo a adorar: en el templo se adora al Señor. Y este es el punto importante. También, esto es válido para las ceremonias litúrgicas, ¿qué es más importante? Lo más importante es la adoración: toda la comunidad reunida mira al altar donde se celebra el sacrificio y adora. Pero, yo creo – humildemente lo digo – que nosotros cristianos quizá hemos perdido un poco el sentido de la adoración y pensamos: vamos al templo, nos reunimos como hermanos – ¡es bueno, es bonito! – pero el centro está donde está Dios. Y nosotros adoramos a Dios. ¿Nuestros templos, son lugares de adoración, favorecen la adoración? ¿Nuestras celebraciones favorecen la adoración? Jesús echa a los mercaderes que habían tomado el templo por un lugar de comercio más que de adoración”. (Cf. S.S. Francisco, 22 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).

4.- ¿Qué me dice hoy a mí este texto? (Silencio)

5.-Propósito. Viviré todo el día de la Eucaristía, entregando cada minuto del día al Señor, como la verdadera ofrenda de la Misa.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, la oración de hoy me compromete. El verdadero Templo es Jesucristo Resucitado al que yo debo de adorar. Y también nosotros somos “templos vivos del Espíritu Santo” y debemos de cuidar mucho para no destruirlo. Si nos viéramos como “templos del Señor” nos respetaríamos mucho más y no haríamos daño a nuestros hermanos ya que eso supondría una profanación. ¡Gracias, Señor, por la dignidad que nos has dado!

viernes, 8 de noviembre de 2024

Lectio Divina: 8 de noviembre de 2024

Dame cuenta de tu administración



1.- Introducción

Señor, mi gran pecado es la rutina, la pereza, el poco entusiasmo que pongo en tus cosas, mi falta de creatividad, mi tendencia a lo fácil, a lo que siempre se ha hecho, aunque ahora ya no sirva para nada. Dame espíritu de lucha, de esfuerzo, de ingenio, de inquietud. Haz que no entierre el talento que me has dado. Haz que deje ya de ser masa y me convierta en levadura.

2.- Lectura reposada del Evangelio Lucas 16, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: «¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando.» Se dijo a sí mismo el administrador: «¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas.» Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?» Respondió: «Cien medidas de aceite.» Él le dijo: «Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.» Después dijo a otro: «Tú, ¿cuánto debes?» Contestó: «Cien cargas de trigo.» Dícele: «Toma tu recibo y escribe ochenta.» El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Es importante saber que Jesús, en las parábolas, quiere resaltar “un punto esencial”, apunta a una sola dirección y no podemos pensar en que cada palabra o frase de la parábola tiene un significado. A eso se llama “alegoría” Y muchas veces, por entender las parábolas en sentido alegórico, las hemos estropeado. Ahora bien, ¿qué es lo esencial de esta parábola? Lo que Jesús alaba es la “sagacidad”. Y esto lo explica diciendo que “los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz”. Es una advertencia que nos viene muy bien en la situación en que está viviendo la Iglesia en España. Cada día constatamos que viene menos gente a la Iglesia; que los padres en casa ya no son trasmisores de la fe; que la Iglesia Institución cada día cuenta menos para la gente; que los jóvenes “pasan de lo religioso”, que los curas y monjas van desapareciendo sin dejar relevo etc. Y seguimos haciendo lo mismo. No nos paramos, reflexionamos, inventamos nuevos métodos, le damos al coco, incentivamos la creatividad… Y todos somos conscientes de que tenemos la mejor mercancía, pero no sabemos venderla. A esto va la parábola: a sacudir nuestra pasividad; a espolear nuestro ingenio; a sacudir nuestra pereza; a buscar nuevos caminos.

Palabra del Papa

“Este administrador es un ejemplo de mundanidad. Alguno de ustedes podrían decir: ¡pero, este hombre ha hecho lo que hacen todos! Pero todos, ¡no! Algunos administraciones de empresas, administradores públicos, algunos administradores de gobierno… Quizá no son muchos. Pero es un poco esa actitud del camino más corto, más cómodo para ganarse la vida. En la parábola del Evangelio el patrón alaba al administrador deshonesto por su ‘astucia’. La costumbre del soborno es una costumbre mundana y fuertemente pecadora. Es una costumbre que no viene de Dios: ¡Dios nos ha pedido llevar el pan a casa con nuestro trabajo honesto! Y este hombre, administrador, lo llevaba pero ¿cómo? ¡Daba de comer a sus hijos pan sucio! Y sus hijos, quizá educados en colegios caros, quizá crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su padre suciedad como comida, porque su padre, llevando pan sucio a casa, ¡había perdido la dignidad! ¡Y esto es un pecado grave! Porque se comienza quizá con un pequeño soborno, ¡pero es como la droga eh! La costumbre del soborno se convierte en dependencia”. (Cf. S.S. Francisco, 8 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra de Dios ya reflexionada. (Guardo silencio)

5.-Propósito. Hoy me las ingeniaré para aprovechar a tope este día.

6.-Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, te agradezco que me eches un rapapolvo, que me des un estirón de orejas por mi pereza, mi pasividad, mi indolencia, mis pocas ganas de complicarme la vida, mi poco compromiso por llevar el evangelio a los demás. Dame fuerza para no seguir sentado, para no quedarme en casa, para salir a caminar por rutas nuevas, aunque tropiece. Sí, necesito “sagacidad”.