jueves, 14 de febrero de 2019

El Manantial de la Vida. Reflexión del Evangelio del día 15 de Febrero: «¡Ábrete!»

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1.- Oración introductoria.
Señor, hoy vengo a la oración para pedirte una cosa: que sepa escuchar. No te digo simplemente que oiga sino que escuche, que oiga no sólo con el oído externo sino con el oído interior, con el oído del corazón. Si oigo con el oído del corazón tus palabras quedarán dentro de mí, serán una buena semilla, darán su fruto y me llevarán a la acción, es decir, a saber escuchar también a mis hermanos con el oído interior.

2.- Lectura reposada de la Palabra. Marcos 7, 31-37
Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Ábrete!» Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

3.- Qué dice este texto bíblico.
Meditación-reflexión.
Un sordo es un ser incomunicado. Y un mudo es un ser que no puede comunicarse. Si la esencia del ser humano es el diálogo, la comunicación, el encuentro, la comunión con las personas, es normal que Jesús quiera devolver a ese hombre algo esencial que le corresponde por ser persona. Dios quiere que nos realicemos plenamente como hombres y mujeres en este mundo. Y le duele esta situación. Por eso “dio un gemido”. Y debe entenderse como una profunda participación suya en la miseria humana. Y quiere, sobre todo, que esta comunicación sea también con Dios. No olvidemos que estamos en la era de la comunicación. Al hombre de hoy, cuando hace un viaje, se le puede olvidar el cepillo de dientes o las llaves de casa, pero no se le olvidará el “móvil”. Pero debemos hacernos esta pregunta: en la era de la comunicación ¿estamos ahora más comunicados que antes? ¿Dialogamos más que antes? Podemos estar reunidos en familia en una mesa común y estar cada uno dando respuestas al último WhatsApp que nos han enviado. No estamos comunicados sino que somos esclavos de la comunicación. Y lo peor de todo es que el hombre actual está perdiendo la comunicación con Dios. El “Todo lo ha hecho bien” recuerda el relato de la Creación (Gn. 1,31). Cristo, luchando contra el sufrimiento y el mal, eliminando los “deterioros del hombre” devuelve a la Creación el esplendor original. Inaugura la “Nueva Creación”.

Palabra del Papa.
Pensemos en los muchos que Jesús ha querido encontrar, sobre todo, personas afectadas por la enfermedad y la discapacidad, para sanarles y devolverles su dignidad plena. Es muy importante que justo estas personas se conviertan en testigos de una nueva actitud, que podemos llamar cultura del encuentro […]
Aquí están las dos culturas opuestas. La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión, la cultura del prejuicio, porque se perjudica y se excluye. La persona enferma y discapacitada, precisamente a partir de su fragilidad, de su límite, puede llegar a ser testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que abre a la vida y a la fe, y el encuentro con los demás, con la comunidad. En efecto, sólo quien reconoce la propia fragilidad, el propio límite puede construir relaciones fraternas y solidarias, en la Iglesia y en la sociedad. Y ahora miremos a la Virgen. En ella se dio el primer encuentro: el encuentro entre Dios y la humanidad. Pidamos a la Virgen que nos ayude a ir adelante en esta cultura del encuentro. Y nos dirigimos a Ella con el Ave María.» (Discurso de S.S. Francisco, 29 de marzo de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra de Dios. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Voy a escuchar hoy con el oído del corazón.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración
Señor, te agradezco ese “grito interior” que sientes cuando nosotros nos desviamos del plan de Dios en el momento de la creación. Yo te prometo que voy a iniciar un camino de retorno hacia el Paraíso a través de Jesús, el Nuevo Adán. Quiero oir los pasos de Yavé paseando por el jardín con nuestros primeros padres, antes de la caída. Y entablar con Él una bonita comunicación. Y fruto de esa comunicación con Dios, iniciaré un auténtico diálogo con mis hermanos.


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