jueves, 11 de julio de 2019

El Manantial de la Vida. Reflexión sobre el Evangelio. Viernes 12 de Julio:“Yo os envío como a ovejas en medio de lobos”

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1.-Oración preparatoria.
Señor, te agradezco que me hables claro, que me digas desde el principio que el ser cristiano no es fácil, conlleva dificultades, persecuciones y, en algún caso, la misma muerte. Nada, por otra parte, que no haya sucedido a Jesús. Y el discípulo no puede ser de mejor condición que el maestro. Pero la causa de Jesús nunca fracasa porque la muerte siempre termina en vida. Señor, que aún en medio de mis dificultades, jamás pierda la esperanza.
2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 10, 16-23
Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes que llegue el Hijo del hombre.
3.- Qué dice el texto bíblico.
Meditación-reflexión
Os envío como ovejas en medio de lobos. Estas palabras de Jesús sólo pueden entenderse a la luz de los profetas. Isaías había anunciado para los tiempos mesiánicos cosas admirables, lo nunca visto: “Entonces, el lobo y el cordero irán juntos; y la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león engordarán juntos… un niño jugará en la hura del áspid” (Is. 11,6-8). Ahí vemos, con toda naturalidad, habitar juntos un animal doméstico con un animal salvaje. El animal pacífico domesticará al salvaje. Todo lo salvaje y bestial del hombre será domesticado por la fuerza del amor. El bien se apoderará del mal. La vida será un juego, un bonito juego donde nadie sospechará de nadie; nadie se sentirá extraño ni peregrino; todos se sentirán amigos y hermanos; todos se darán las manos en una maravillosa danza de amor y así con las manos enlazadas, nadie tendrá ya las manos libres para hacer el mal.


Palabra del Papa
Estas palabras del evangelio nos hacen comprender que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida. Para acoger verdaderamente a Jesús en nuestra existencia y prolongar la alegría de la Noche Santa, el camino es precisamente el que indica este Evangelio. Es decir, testimoniar a Jesús en la humildad, en el servicio silencioso, sin miedo a ir contracorriente y pagar en persona. Y, si no todos están llamados, como san Esteban, a derramar su propia sangre, a todo cristiano se le pide, sin embargo, que sea coherente en cada circunstancia con la fe que profesa. Es la coherencia cristiana. Es una gracia que debemos pedir al Señor. Ser coherentes, vivir como cristianos. Y no decir ‘soy cristiano’ y vivir como pagano. La coherencia es una gracia que hay que pedir hoy (Angelus de S.S. Francisco, 26 de diciembre de 2014).
4.- Qué me dice a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)
5.- Propósito: Al que me ponga mala cara o esté enfadado, yo le devolveré una sonrisa.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, me encantan los sueños de los profetas. Son gente maja: audaces, creadores, alegres, personas llenas de ilusión y de esperanza. Hoy más que nunca necesitamos profetas que anuncien con sus palabras y, sobre todo, con el testimonio de su vida, que un mundo nuevo es posible; que vale la pena luchar por un mundo más humano, más unido. Que todavía caben las utopías y aún nos es lícito soñar. ¡Gracias, Señor!

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