1.-Oración introductoria.
Señor, me indigna que tu Templo se convierta en “cueva de bandidos”. Me indigna que tu casa sea un mercado de gente sin escrúpulo que hace negocio con las cosas más sagradas. Yo quiero ofrecerte mi casa, mi pequeño templo, para que estés a gusto. Desde ahí quiero escuchar tu Palabra y ponerla en práctica.
2.- Lectura sosegada del evangelio. Lucas 19, 45-48
Entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será casa de oración. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!» Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Este texto debió ser muy importante en la Iglesia primitiva ya que está recogido en los cuatro evangelistas. San Lucas, pasa un poco por encima el episodio de los vendedores del Templo ya que quita lo que aparece en Marcos que “tiró las mesas” y lo de Juan que “tomó un látigo”. Le interesa más centrarse en el mensaje, que se puede reducir a estos puntos:
- Recuperar el Templo como “casa de oración”. Es lo que había dicho el profeta Isaías en 56,7.
- El Templo no puede ser espacio de inmunidad para los maleantes y mercaderes, que se sienten seguros en él.
- Jesús, rodeado del pueblo, crea un nuevo espacio de encuentro del hombre con Dios. El pueblo está con Jesús y en este pueblo se diseña el verdadero pueblo de Dios de Israel, que está pronto a aceptar el mensaje de Dios anunciado por Jesús. Este es el pueblo que acudía junto a Pedro y Juan (Act 3,11); éstos hablan al pueblo (4,1); el pueblo tenía en gran estima a la Iglesia naciente (5,13). El Nuevo Pueblo de Dios no se edificará reconstruyendo el viejo Templo. Sí con el pueblo humilde y sencillo que escucha el mensaje de Jesús y trata de “atestiguarlo en Jerusalén, en Judea, en Samaría y hasta en los últimos rincones de la tierra” (Hech. 1,8).
Palabra del Papa
“Los explotadores, los comerciantes en el templo, explotan también el lugar sagrado de Dios para hacer negocios: cambian las monedas, venden los animales para el sacrificio, también entre ellos se vuelven como un sindicato para defender. Esto no solo era tolerado, sino también permitido por los sacerdotes del templo. Son los que hacen de la religión un negocio. En la Biblia está la historia de los hijos de un sacerdote que empujaban a la gente a dar ofrendas y ganaban mucho, también de los pobres. Y Jesús dice: Mi casa será llamada casa de oración. Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en una cueva de ladrones. De este modo, la gente que iba en peregrinación allí a pedir la bendición del Señor, a hacer un sacrificio, era explotada. Los sacerdotes allí no enseñaban a rezar, no les daban catequesis… Era una cueva de ladrones. No sé si nos hará bien pensar si con nosotros ocurre algo parecido. No lo sé. Es utilizar las cosas de Dios por el propio beneficio”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 29 de mayo de 2015, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio).
5.-Propósito. Caer en la cuenta de que yo soy Templo Vivo del Espíritu Santo.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, yo quiero tomar conciencia de que soy Templo del Espíritu Santo. Y este templo es mucho mejor que el mismo templo de Jerusalén. Este templo quiero que sea para mí un lugar de encuentro contigo. Desde este templo elevaré a Ti mis primeras oraciones de la mañana y elevaré hacia Ti el incienso de la tarde como alabanza a tu Santo Nombre. Y, desde ahora, miraré a las personas como “templos vivos del Espíritu Santo”.
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