martes, 26 de abril de 2022

EL MANANTIAL DE LA VIDA.27 de abril de 2022

 ¡Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único”

1.- Introducción.

Señor, hoy necesito especialmente la presencia de tu Espíritu para que me haga comprender la inmensidad del amor del Padre, que no ha enviado a su hijo al mundo ni para juzgarlo ni para condenarlo sino para salvarlo. Y no salvarlo con palabras bonitas sino con hechos contundentes. No con un amor cualquiera sino con un amor que tuvo su mejor expresión en la Cruz. ¿Cundo aprenderé yo a saber dónde está el auténtico amor?

2.- Lectura reposada del evangelio Juan 3, 16-21

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»


3.- Qué dice el texto.

Meditación

“Tanto amó Dios al mundo” Me quiero detener en ese “tanto”. Lo podríamos traducir diciendo:  Hasta tal extremo, hasta tal inmensidad, hasta tal locura nos amó Dios Padre que nos entregó lo mejor que tenía, a su propio Hijo.  No olvidemos una cosa: el que escribe el Evangelio es el “discípulo amado”. No es un escritor que quiere darnos una crónica de la vida de Jesús. Es el discípulo que ha “experimentado” ese amor, que ha descansado su cabeza sobre el pecho de Jesús. No es un maestro sino un testigo que ha vivido con Jesús algo tan grande, tan maravilloso, que ha quedado seducido por esa persona y ya no puede vivir sin pensar en Él, sin soñar con Él, sin trabajar por su causa.  Cuando escribe su evangelio ya ancianito todavía sus ojos se le llenan de lágrimas y su corazón de ternura. Y si alguien le pregunta qué debemos hacer los cristianos, contesta: “Amaos unos a otros como Jesús nos ha amado”. El evangelio de Juan sólo puede leerse de rodillas, en silencio y con ojos de enamorado.

Palabra del Papa

“El Evangelio de hoy nos propone las palabras dirigidas por Jesús a Nicodemo: “Dios, amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito”. Escuchando esta Palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho! Esta es la expresión más sencilla que resumen todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. Así nos ama Dios. […] María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. Esté cerca de nosotros en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo”. (S.S. Francisco, Ángelus del 15 de marzo de 2015).

4.- Que me dice hoy a mí este texto. (Silencio)

5.- Propósito: Haré un esfuerzo en este día para mirar a las personas como las mira Jesús.

6.- Oración:

Hoy quiero darte gracias por este rato de oración en el que he descubierto, de una manera especial, el amor derrochador del Padre. Con un Padre así, yo Señor, voy a cualquier parte. Mejor, no necesito moverme. Pienso en lo que Dios me ama y soy feliz. El recuerdo de ese amor quiero que me siga y persiga dondequiera que vaya. Todo lo demás pasa a segundo término. Dame la gracia de vivir impresionado por el inmenso amor que me tienes. ¡Tú, a mí! 

ORACIÓN POR LA PAZ.

«Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar». (Parolín, Secretario del Estado Vaticano)

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