viernes, 20 de septiembre de 2024

CON MARÍA, PEREGRINOS DE LA ESPERANZA / 2025

 

Tema del año 2025

Con Maria, Peregrinos de la Esperanza

0. Preámbulo
Cada año, el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes presenta un tema que sirve de marco pastoral y programático básico para los organizadores y monitores de peregrinaciones. Su objetivo se centra en aportar ideas a la hora de organizar las peregrinaciones y la vida en el santuario durante todo el año.                                                      El año 2025 es especial. Se trata de un año jubilar, un «año de gracia» (Is 61, 2) en el que se perdonan la deuda y los castigos causados por los pecados. En otras palabras, el Jubileo es un gran acontecimiento popular durante el cual todos los peregrinos pueden sumergirse en la infinita misericordia de Dios.                              Como es sabido, el tema del año del Jubileo 2025 es PEREGRINOS DE LA ESPERANZA. En la bula de convocación «Spes non confundit», «la esperanza no defrauda» (Rm 5, 5). El Santo Pa- 2 dre afirma que «la esperanza será (…) el mensaje central» de este año jubilar, porque el mundo está experimentando «la imprevisibilidad del futuro [que] hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad» (SnC n.º 1).                                                          Para vivir esta sinfonía junto a la Iglesia universal, el santuario se aleja de su tradición de temas anuales, a menudo basados en las palabras de la Virgen Inmaculada o Bernardita, y se une a la Iglesia universal conservando su toque «lourdais», es decir, con un tono mariano particular. Por tanto, el tema que nos acompañará hasta Lourdes este año es: «CON MARÍA, PEREGRINOS DE LA ESPERANZA»

0.1. Las palabras nos hablan                                                           Con: La preposición CON marca el tono de la peregrinación: se trata de «estar en compañía de alguien», pero también de «estar bien con alguien». Con María (que tomó la iniciativa de invitarnos y estar con nosotros aquí en Lourdes) y Bernardita, así como con los demás peregrinos (en su gran variedad), ¡buscamos la comunión con Dios! Peregrinos: La palabra está en plural. Esto implica que hablamos de todos los peregrinos, empezando por María y Bernardita.    Esperanza: Sin querer «definir» esta virtud teologal, nos limitaremos simplemente a subrayar su centralidad en este Jubileo y en este tema, teniendo en cuenta que «La esperanza (…) efectivamente nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz» (SnC n.º 3); ella «no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino» (Ibidem, cf. Rm 8, 35.37-39); y también, «se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad» (Ibidem)

0.2. Un matiz significativo entre «esperanza» y «expectación»    La esperanza es la espera de un futuro mejor, mientras que la expectación es la acogida de un acontecimiento futuro, una venida, un «adventus». Por esta razón, la expectación no es la espera de un mejor porvenir, sino la aceptación de un presente vivido «de otra manera», en tensión hacia la vida eterna.                                        Nos parece que esta observación puede relacionarse con las palabras de la Bella Señora: «No le prometo hacerle feliz en este mundo, sino en el otro». Por esto, Bernardita es una figura de Esperanza que ya disfruta de la felicidad eterna en una vida que, sin embargo, está repleta de dificultades…                                                                  
Por tanto, podemos ampliar nuestro tema con una pregunta: ¿POR QUÉ Y CÓMO PODEMOS VENIR A LOURDES EN PEREGRINACIÓN JUBILAR JUNTO A MARÍA Y BERNARDITA, NOSOTROS QUE SOMOS PEREGRINOS DE LA ESPERANZA?

0.3. La pedagogía del tema del año en tríptico                               Se trata de ofrecer a nuestros peregrinos la oportunidad de experimentar un itinerario…                                                                  • Que se inspire en la experiencia de los discípulos de Emaús…          • Que se base en la experiencia de Bernardita, su encuentro y su vida tras los pasos de la Bella Señora…                                                        • Y que se convierta en un lugar de inspiración para cada peregrinación y peregrino. Esta pedagogía se sustenta en nuestra fe en la revelación, porque Dios se revela en la historia de la humanidad: la historia de los discípulos de Emaús, Bernardita y los peregrinos de Lourdes.                                                                      Una pedagogía que nos permite vivir la «MEMORIA» de                  • la peregrinación de los discípulos de Emaús y la de Bernardita, en el pasado…                                                                                            • nuestra propia peregrinación, hoy…                                                  • un futuro cumplimiento de la promesa, ahora y a la hora de nuestra muerte, ¡al final de nuestra peregrinación en la tierra!

0.4. Punto de partida bíblico: Lc 24, 13-35                            
«Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: “¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?”. Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?”. Él les dijo: “¿Qué?”. Ellos le contestaron: “Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron”. Entonces él les dijo: “¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?”. Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída”. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”. Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: “Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan»                                          De Emaús a nosotros mismos, pasando por Massabielle: Las 4 etapas de una peregrinación jubilar.

I. Una tristeza que nos hace irnos y abandonar                            Los discípulos/peregrinos conversaban entre ellos sobre todo lo sucedido; hablaban, se preguntaban y estaban tristes, preocupados, desorientados, angustiados y desconcertados. Comentaban los tristes acontecimientos que acababan de vivir mientras se dirigían hacia un lugar: Emaús. Pero mientras tanto, dialogaban entre ellos… Su tristeza de espíritu les impedía reconocer a este «extraño» que se les acercó y caminó junto a ellos…                                              «Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel». Su «esperanza» se desilusionó. Estaban decepcionados por el curso de los acontecimientos… «con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió».                                                                                Ni siquiera la buena noticia que las mujeres les anunciaron fue bien recibida debido a la pesadez de sus corazones: «Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Los discípulos no veían las cosas como querían verlas, por eso no creían…                                        Bernardita también fue a la Gruta de Massabielle a buscar leña. Enferma, salió del calabozo, donde no solo reinaba el frío invernal, sino también la miseria y la perspectiva de un triste mañana. Entonces, se dirigió a la Gruta en busca de leña para recalentar su sopa (literalmente).                                                                            Sin duda, nuestros peregrinos salen de casa cargados con el peso de diferentes situaciones agotadoras: hasta el punto de que ni siquiera es bien recibido el pequeño rayo de esperanza que otros les dan, como les ocurrió a los discípulos. Puede que un «primer anuncio» haya fracasado… Este es el punto de partida, que es también el de los peregrinos a los que acompañamos. En la bula de convocación del Jubileo, el papa Francisco también reconoce que el mundo oscila entre el miedo, el desánimo y la duda. Afirma que «Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad» (SnC, 1).  En otra meditación, ya se formulaban estas preguntas: «¿Había muerto la esperanza? ¿Se había quedado el mundo definitivamente sin luz, la vida sin meta?»

Propuesta pastoral:                                                                          En este año jubilar, el papa nos recuerda las preocupaciones del mundo actual:                                                                                        • la tragedia de la guerra (SnC, 8),                                                        • la pérdida del deseo de transmitir la vida y la alegría de vivir (SnC, 9),                                                                                                          • los presos y aquellos que son privados de la libertad, o al menos sus allegados (SnC, 10),                                                                              • las personas enfermas (SnC, 11),                                                        • los jóvenes (SnC, 12),                                                                          • los migrantes (SnC, 13),                                                                    • los ancianos (SnC, 14), • los pobres (SnC, 15).
Permitamos que nuestros peregrinos (como Jesús con los discípulos de Emaús) expresen cuáles son sus preocupaciones ante los acontecimientos de su vida y del mundo, y recemos por ellos. Con ellos y como el papa Francisco, peregrinemos e invoquemos a María, Madre de la Esperanza: «Por eso tú permaneces con los discípulos como madre suya, como Madre de la esperanza. Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo». 

II. Un encuentro que abre la puerta a la esperanza                «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».                                                                                      Durante la peregrinación de los discípulos de Emaús, Jesús mismo vino, caminó CON ellos, se informó y enseñó. Interpretó las Escrituras y las actualizó para que estos las entiendan. Más que nunca, es el Emmanuel: Dios con nosotros.                                      En Lourdes, la Inmaculada se acercó a Bernardita y le enseñó a persignarse y a rezar el rosario, haciendo desaparecer así su angustia y su miedo.                                                                                          La peregrina Bernardita nos reúne en Lourdes porque es como nosotros. A través de su mediación, se nos ofrece la proximidad del cielo en la persona de María y en la de su divino Hijo. Ellos se acercan a nosotros, nos informan, nos enseñan y nos tranquilizan.      El peregrino es el hijo o la hija de un mundo que no cree porque no ve… Está enfermo de todas las enfermedades; padece todo tipo de sufrimientos… y la fe es solo «un fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve» (Heb 11, 1).                                  Entonces, la peregrinación se convierte en un camino de fe. Como nuestra vida cristiana en general, es un «camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús» (SnC, 5), ese encuentro que Bernardita también tuvo a su manera en la Gruta de Massabielle y que todo peregrino deberá «rehacer» durante el año jubilar.                                          Aquí en Lourdes, todas las situaciones de la vida, y muchas otras, deben sentir la proximidad de Dios y de la Virgen Inmaculada.    Venir a Lourdes significa dejar los miedos atrás y reencontrar la dignidad. Entonces, todos los peregrinos podrán decir, como los discípulos de Emaús: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba…»; o a lo mejor hablarán como Bernardita:                            • «Me habló como se habla a una persona»;                                       
• «La Gruta era mi cielo»;                                                                    
• «¡Cuán feliz era mi alma, oh, buena Madre, cuando tuve la dicha de contemplarte! Cómo me encanta recordar esos dulces momentos pasados ante tus ojos llenos de bondad y misericordia por nosotros».

 Propuesta pastoral
En este año jubilar, el santuario y las diferentes peregrinaciones deben prestar especial atención a todas las situaciones difíciles mencionadas en la primera etapa.                                                    Para servir «al encuentro que abre una puerta a la Esperanza», corresponde a los responsables la tarea de unir y acompañar a cada peregrino, prestando especial atención a la última «oveja» del grupo. Para sugerir Esperanza, destacaremos:                                                  • La belleza, es decir, la organización armoniosa de la peregrinación. • Los colores, es decir, su diversidad y peculiaridad.                            • La sonrisa, es decir, las personas enfermas.                                        • El entusiasmo, es decir, los jóvenes.                                                    • La sabiduría, es decir, los ancianos.                                                    • La alegría, es decir, el servicio.                                                           • La espiritualidad, es decir, su capacidad para rezar. 

III. Gestos/signos de la peregrinación que dan esperanza           Para que el tiempo «cronológico» de una peregrinación adquiera el valor del tiempo providencial o kairos, se nos ofrecen unos gestos sencillos y precisos.                                                                  «Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista».                                  La mesa de la Eucaristía es el destino inesperado de los discípulos de Emaús. Allí, contemplaron el signo poderoso del sacrificio supremo de Cristo y de nuestra salvación. Entonces, pudieron reconocer al Señor en la fracción del pan.                                                  Bernardita también encontraría esta intimidad con Cristo durante el periodo de las apariciones. Experimentó este encuentro a través del sacramento de la reconciliación y la Eucaristía. Acogiendo y viviendo la Palabra de María, su corazón se abrió en la tierra a «la esperanza del otro mundo».                                                                La Palabra de la Bella Señora es, de hecho, el eco del Evangelio. En respuesta, Bernardita realizó los gestos penitenciales: comió hierba, caminó de rodillas, se embarró el rostro con barro… Gestos no exentos de sacrificio por su parte. Es más, decía: «Si supieran cuánto me costó». Sin embargo, el aspecto más significativo fue su vida sacramental. Recurrió a la confesión después de la primera aparición, a la Eucaristía entre la 17.ª y la 18.ª aparición, sin olvidar su compromiso con la Iglesia parroquial de Lourdes al hacerse «hija de María» el 8 de septiembre de 1858 y, por último, a su compromiso de vida consagrada con las Hermanas de la Caridad y de la Instrucción Cristiana de Nevers.                                                                            La peregrinación es, ante todo, un momento de oración personal y comunitaria en el que cada grupo y cada peregrino pide al Señor que se «quede con nosotros».                                                                  Una oración que nos permite discernir entre:                                        • el bien y el mal,                                                                                    • la verdad y la mentira,                                                                        • la caridad y el egoísmo,                                                                      • lo verdadero y lo falso,                                                                        • la confianza y el miedo,                                                                      • la serenidad y el desánimo,                                                                
• la certeza y la duda.                                                                          En pocas palabras, se trata de deshacerse de todos los sentimientos contradictorios que nos recorren. Un discernimiento que se hace a la luz de la Palabra de Dios, que es capaz de «quemar los corazones».

Las peregrinaciones también deben ser lugares de vida sacramental. El santuario ofrece tres en particular: la Eucaristía, la reconciliación y la unción de enfermos, que muestran a todos el amor, la misericordia y la salvación procedentes de Dios; sacramentos que, en este año jubilar, nos otorgan aún más el don de la conversión y la gracia de la indulgencia (cf. SnC, 23).                                                Además de los sacramentos, el santuario de Lourdes da la oportunidad de realizar los gestos de piedad popular (en particular, el rosario) que permiten vivir «el tríptico de las “virtudes teologales”, que expresan la esencia de la vida cristiana (cf. 1 Co 13,13; 1 Ts 1,3)» (SnC n.º 18). Por tanto, todas las peregrinaciones están invitadas a vivir conscientemente estos gestos de la peregrinación, los cuales transforman la realidad transformándonos a nosotros mismos gracias a la esperanza que nos hace mirar de otra forma las realidades oscuras de la vida:                                                                • La roca me tranquiliza y me aleja del miedo                                      • La vela me ilumina y me aleja de la noche                                          • La fuente me da agua y me aleja de la sed                                           • Las procesiones me ayudan a caminar con los demás tras los pasos de Cristo y de su Madre, y me alejan del aislamiento                            • El gesto del agua y el baño me purifican y me alejan de toda mancha                                                                                                   • La Eucaristía me alimenta y me aleja del hambre espiritual              • La confesión me restaura y me aleja de la muerte espiritual              • El viacrucis me consuela y me aleja del sentimiento de abandono                                                                                                                Además de todos estos gestos, el santuario ofrece un camino jubilar de esperanza para este año santo, el cual nos conducirá de la desolación al consuelo

Propuesta pastoral:                                                                                No se trata de inventar nuevos gestos, sino de vivir los sacramentos y los signos de Lourdes de forma renovada, bajo el signo de la Esperanza:                                                                                          
 La Eucaristía como anticipo del banquete de bodas, en la Eternidad.

IV. Peregrinos misioneros de la esperanza                                     «Pero él desapareció de su vista (…). Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: “Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan».                                                                                      La peregrinación de Emaús había terminado, por lo que debían volver «en aquel momento», sin perder tiempo. Como la Virgen María que va «con presteza», van a levantarse y regresar a Jerusalén, punto de partida, lugar de vida, donde les esperan los demás discípulos y toda la comunidad creyente que no viajó a Emaús, para contar, anunciar y testimoniar lo que han vivido durante su peregrinación. La presencia/ausencia del Resucitado les pone en marcha como misioneros.                                                                      Tras la marcha de la Bella Señora, Bernardita ya no tuvo miedo del agua fría (que incluso llegó a estar templada) y ayudó a su hermana Toinette y a su amiga Jeanne Abadie a cargar su leña. Fue ella quien, después de la Gruta, fue rápidamente hasta el sacerdote para anunciarle el nombre de la Bella Señora y lo que esperaba de los sacerdotes (que vinieran aquí en procesión y que se construyera una capilla); ella sabía que era la encargada de contarlo y de dar testimonio… Una vez ocurridas las apariciones, dejó Lourdes para siempre y se convirtió en misionera consagrada, portadora de esperanza…                                                                                  Existe un «después» de la peregrinación… hay que dejar Lourdes, volver a casa, a la familia, a la parroquia, al mundo… dar testimonio y convertirse en misionero de la esperanza… San Pedro nos lo dice: «en vista de ello, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, y al cariño fraterno el amor» (2 Pe 1, 5-7). Esta es la esperanza que todo peregrino debe llevar en Lourdes durante este año santo.                                                                                            Con el papa Francisco, todos debemos ser anclas de esperanza: «La imagen del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte. Esta esperanza, mucho más grande que las satisfacciones de cada día y que las mejoras de las condiciones de vida, nos transporta más allá de las pruebas y nos exhorta a caminar sin perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados, el cielo. (…) Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde habite la justicia y la concordia entre 8 los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor» (SnC n.º 25).        
                                                                                                          Propuesta pastoral:                                                                              Al igual que el agua extraída de la fuente de Massabielle es llevada a nuestras familias, el peregrino es portador de Esperanza y vida. Las peregrinaciones podrían encontrar símbolos (objetos, imágenes, oraciones, etc.) que acompañasen a los peregrinos en su misión como testigos y misioneros de la esperanza, según el único mandamiento: el amor a Dios y al prójimo (cf. Mc 12,30-31). Como decía Bernardita: «El amor basta». 

CONCLUSIÓN                                                                                 En resumen, vivir una peregrinación a Lourdes durante el año jubilar en sintonía con toda la Iglesia es ponerse en camino. A pesar de la tristeza de la vida, vamos a caminar con los demás y, sobre todo, con María y Bernardita, a través de los gestos sacramentales y devocionales.                                                                                    Este proceso nos permitirá acoger la Esperanza, pero también convertirnos en sus testigos y misioneros. Entonces, seremos Peregrinos de la Esperanza con María, aquí en Lourdes, durante este año jubilar 2025.                                                                                   ANEXO  01. Himno del Jubileo Conferencia episcopal de Francia. Peregrinos de Esperanza, Versión española del himno del Jubileo 2025                                                                                              Estribillo: LLAMA VIVA PARA MI ESPERANZA, QUE ESTE CANTO LLEGUE HASTA TI, SENO ETERNO DE INFINITA VIDA, ME ENCAMINO, YO CONFÍO EN TI.                                    1. Toda lengua, pueblos y naciones hallan luces siempre en tu Palabra. Hijos, hijas, frágiles, dispersos, acogidos en tu Hijo amado. 2. Dios nos cuida, tierno y paciente nace el día, un futuro nuevo. Cielos nuevos y una tierra nueva. Caen muros gracias al Espíritu.      3. Una senda tienes por delante, paso firme, Dios sale a tu encuentro. Mira al Hijo que se ha hecho hombre para todos, él es el camino. 

02. Oración del Jubileo 
Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino. Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria. La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.

P. Emmanuel MVOMO, CFIC, Capellán              Ab. Hervé REME, Capellán

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