sábado, 13 de junio de 2015

EL DOMINGO, DÍA DEL SEÑOR (14 DE JUNIO DE 2015)

                         Domingo XI. T.O. Ciclo B ; Mc. 4.26-34 ;14 Junio 2015



El tema central de las parábolas de los Evangelios es el Reino de Dios. Jesús nos descubre el proyecto de Dios para la humanidad.

    Hoy la liturgia nos presenta dos parábolas: la semilla que crece sola y el grano de mostaza.
    La Palabra de Dios, el mensaje de Jesús sembrado en el hombre, en la sociedad, en el mundo, tiene la fuerza y la vitalidad suficientes para germinar y crecer.
    Crece lentamente, pero su crecimiento nadie lo puede impedir ni detener y así va apareciendo el tallo, la espiga y el trigo abundante.
    Los comienzos son sencillos y ocultos, pero la fuerza interior que tiene la semilla va impulsando el crecimiento en una planta con sus frutos. Las cosas de Dios, las cosas del Reino no se miden por nuestros criterios: productividad, utilidad, esfuerzo… El hombre es simple colaborador de la siembra.
    La fuerza del Evangelio ha ido venciendo muchas injusticias y debemos, cada uno de los cristianos, esforzarnos porque esta semilla de salvación y liberación, llegue a todos los hombres.
    La simiente de mostaza es mínima y sin embargo está dotada de fuerza interior que le hace crecer, desarrollarse y dar cobijo a los pájaros. Esta parábola es una invitación a sembrar pequeñas semillas de una humanidad nueva. El proyecto de salvación de Jesús es humilde en sus comienzos.
    En la sencillez de la vida, pongamos mucho amor para que el Reino vaya creciendo entre nosotros. Vivir con gozo el momento presente. Sembrar cada día sin cansancio. Ser conscientes que la situación actual para sembrar, exige tener más coherencia de vida, mayor entrega y generosidad. La siembra producirá su fruto, a nosotros nos toca sembrar.
El hombre no es el protagonista en el crecimiento del Reino de Dios. Tú y yo somos meros colaboradores, pero Jesús quiere y espera nuestro esfuerzo, nuestro trabajo para que su Palabra arraigue y crezca en el hombre de hoy.

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- Dios actúa en la historia de la humanidad, a pesar de que las apariencias digan lo contrario. Dios actúa desde lo escondido, desde el silencio, desde las pequeñas cosas de cada día. ¿Qué podríamos hacer para que esta semilla sembrada comience a germinar? Lo que tú no hagas se quedará sin hacer.
- Hay en el evangelio una llamada dirigida a todos a sembrar pequeñas semillas de una nueva humanidad. Algo que pueda pasar tan desapercibido como la semilla más pequeña, pero que está llamado a crecer y fructificar.
- Necesitamos aprender de nuevo a valorar las cosas pequeñas, los pequeños gestos, poner un poco de dignidad y amor en nuestro pequeño mundo: un gesto amistoso al que vive desconcertado, una sonrisa acogedora a quien está solo, una señal de cercanía, una pequeña alegría… son pequeñas semillas del Reino que todos podemos sembrar.
- Jesús es paciente y respeta nuestra libertad para responder a su gracia.

- El Reino de Dios está aquí, entre nosotros. La semilla está ya sembrada, depende de cada uno de nosotros hacerla germinar en las manos de Jesús y convertirla en un árbol grande y fuerte que cobije a muchos hombres.
- Por más que sea imperceptible, el crecimiento de la semilla se lleva a cabo, “sin que uno sepa como”. Pero se le deben garantizar las condiciones apropiadas. Eso es lo que nos toca a nosotros: preparar la tierra, abonarla, regarla, proteger los brotes y la planta de cualquier agente externo que le dañe o impida su crecimiento.
- Dice Santa Teresa que “la tierra que no es labrada llevará abrojos y espinas aunque sea fértil”. Cuida tu tierra para que crezca la semilla de la gracia que cada día te regala el Señor.
- El crecimiento del Reino de Dios en nosotros, es siempre Gracia de Dios, presupuesta nuestra colaboración, nuestra disponibilidad para crecer al ritmo de Dios.
 
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* Ora pidiendo al Señor que te ayude a ser buen sembrador de su Palabra.
* Quita todo aquello que te impide crecer al ritmo de Dios.
* Procura la búsqueda de la paz donde estés, donde vayas y con quien estés.
* Con tu cercanía y con pequeños gestos ayuda a otras personas a encontrar a Jesús, ser felices, encontrar la paz…

 
 
 

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