Todos somos pobres de espíritu, es la condición humana, puesto que no hay poder del hombre que perdure. El poder de Dios, que es el verdadero poder, se manifiesta en la humildad, en la caridad, en el amor: allí reside la "verdadera libertad". Son algunas de las enseñanzas del Papa Francisco en su catequesis de hoy sobre la primera de las ocho bienaventuranzas descritas en el Evangelio de Mateo, «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el Reino de los cielos».
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