1.- ORACIÓN INTRODUCTORIA.
Señor, hoy me impresiona mucho esa admiración sobre la ciudad santa: ¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Cuántas historias de fe, cuantos salmos recitados con alegría en el templo, cuantas experiencias vividas, cuánto anhelo, cuánto mimo, cuánto ensueño! Y ahora Jerusalén, la esposa amada, se vuelve en contra de Jesús para matarle. ¡Qué abismo de maldad por parte del hombre y qué abismo de bondad por parte de Dios!
2.- Lectura reposada de la Palabra de Dios. Lucas 13,31-35
En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.» Él les contestó: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén. «¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
3.- Qué dice la Palabra de Dios.
Meditación-reflexión.
Todavía hoy impresiona visitar ese lugar en que Jesús lloró viendo la ciudad de Jerusalén. Llora un corazón herido por el dardo de la ingratitud. Como buen judío, Jesús amaba su tierra, sus calles y plazas, su ciudad, su Templo. Y hoy, ante la ciudad, puede hacer suyas las palabras del profeta: “Pueblo mío, qué te he hecho, en qué te he ofendido, respóndeme” (Miqueas 6,3). Es la triste historia de Israel, una esposa muy amada por su Dios, y sin embargo, infiel a Él. Jesús ha querido reunir a su pueblo con la ternura y cariño de una gallina que cobija a sus polluelos bajo sus alas, y ¡no ha querido aceptar ese cariño! Pero, no tiremos balones fuera. Esa Jerusalén amada por Jesús está dentro de mí y dentro de ti. Dios nos ha amado desde toda la eternidad; desde siempre hemos sido objeto de un sueño de Dios. Durante nuestra vida hemos recibido mil gracias de Dios. Hemos pecado y el Señor nos ha perdonado sin pasarnos factura de nada. Sólo nos ha implorado, con mirada suplicante de náufrago, una respuesta de amor. Y hemos sido tan ingratos que se la hemos negado. Al menos, en lo que nos quede de vida, hagamos nuestra profesión de fe: Creemos en un Dios que es Amor y convierte en amor todo lo que Él toca. Creemos en un Dios que es Amor y sólo tiene una preocupación, una obsesión: que todos nosotros seamos felices. Y nosotros sabemos que solamente podemos ser felices con Él.
Palabra del Papa:
“El Santo Padre destacó que antes de que ningún hombre pudiera haber amado a Dios, “fue Él quien nos amó en primer lugar. Él es el primero en amar”. “Dios es así: siempre es el primero en actuar. Es el primero en esperarnos, el primero en amarnos, el primero en ayudarnos”. Este amor de Dios encierra un gran misterio: “Es un amor que no se puede comprender. Un amor que supera toda conciencia. Lo supera todo. Así de grande es el amor de Dios. Un poeta decía que era como ‘el mar sin orillas, sin fondo…’, un mar sin límites. Esto es el amor que debemos entender, el amor que recibimos”. “Las obras de misericordia son el camino de amor que nos enseña Jesús en continuidad con el amor de Dios”. Las obras de misericordia “son la continuidad del amor de Dios que se empequeñece, llega a nosotros y nosotros lo llevamos adelante”, finalizó el Santo Padre (Vaticano 8-Junio-2018).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.- Propósito: Hoy visitaré a una persona enferma que necesita mi presencia.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí con su Palabra y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, he comenzado mi oración con una admiración sobre una ciudad: Jerusalén. Y quiero acabar mi oración con otra admiración sobre una persona: JESÚS. ¡Qué bueno eres! Te llenas de cariño hasta derramar lágrimas sobre nosotros cuando nos resistimos a tu amor. Yo esta tarde quiero rendirme ante Ti. Quiero vivir en Ti con el calor y cariño de un pollito bajo las alas de su madre. Quiero sentir tu cercanía, tu amor, tu ternura. Si Jerusalén no quiso cobijarse bajo tus alas, yo sí quiero vivir siempre cobijado bajo tu amor de madr
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