jueves, 22 de enero de 2015

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

III Domingo del Tiempo Ordinario25 de enero de 2015
 
 
  Hoy Jesús comenzará a elegir a sus discípulos. La prodigiosa andadura del Reino de Dios se inicia con la búsqueda y elección de unos humildes pescadores. Ellos serán, tiempo después, los heraldos impetuosos del Evangelio. Jesús elige a sus discípulos, no son los discípulos quienes le elijen a Él. Y con nosotros acontece lo mismo. Jesús nos elige para que demos mucho fruto y llevemos la paz, el amor, la salud y la felicidad a nuestros hermanos. Hoy, además, la Iglesia celebra la Jornada de la Infancia Misionera, obra antigua, del siglo XIX, que permanece.
 
DEL LIBRO DE JONÁS 3,1-5.10
 
En la primera lectura, sacada del Libro de Jonás, vemos como el mismo profeta se sorprende de la misericordia de Dios para con el pueblo de Nínive. El creyó que el perdón de Dios para esa ciudad pecadora tendría que venir con grandes prodigios. Y es su predicación lo que, sencilla y suavemente, mueve a ese pueblo a la fe y al arrepentimiento.
 
SALMO 24
R.- SEÑOR, ENSÉÑAME TUS CAMINOS.
 
 El salmo 24 no es otra cosa que una oración pidiendo a Dios su mano de Padre para que nos lleve por los caminos de verdad y de justicia. Ya el salmista, hace miles de años, descubre que toda vida humana, por quebrantada que se encuentre es recuperable por el amor de Dios. Nosotros hoy debemos tenerlo muy en cuenta.
 
DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 7, 29-31
 
 Pablo  espera ya en el cielo, y por eso las cosas mundanas no tienen apenas importancia. A nosotros ese mensaje nos debe servir para colocar cada cosa en su sitio. Es decir, las cosas de aquí tienen una cierta provisionalidad si las comparamos con la vida eterna.
 
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 14-20
 
 Comenzamos hoy la lectura continuada del Evangelio de San Marcos, el evangelista que nos acompañará en la liturgia de este Ciclo B. Marcos se expresa con brevedad y de manera muy concreta. Así nos narra hoy la llamada, al borde del lago de Genesaret, de Pedro y Andrés; de Santiago y de Juan. Jesús había iniciado el anuncio de la llegada del Reino de Dios, pero elige, enseguida, a quien le ayudaran en esa misión. Es el principio de la aventura más prodigiosa de la historia de la humanidad: la salvación ofrecida por el mismo Dios, hecho hombre, a un pueblo que ama y que no le ha sido fiel.
 
 
 
 

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