1.- Oración introductoria.
Señor, quiero escuchar bien tu Palabra. Y las quiero escuchar no sólo con el oído externo sino con el oído interior, con el oído del corazón. Y quiero que esas tus palabras se ahonden dentro de mí, me penetren y se hagan norma de mi vida. Son palabras recias, exigentes. Sé que yo solo nos las puedo cumplir; por eso te pido que me envíes al Espíritu Santo con sus dones. Con Él todo será fácil, sencillo, incluso placentero.
2.- Lectura reposada de Palabra del Señor. Mateo 5, 20-26
«Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano `imbécil', será reo ante el Sanedrín; y el que le llame `renegado', será reo de la gehenna de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
3.- Qué dice el texto bíblico.
Meditación-reflexión
El Señor nos dice en este evangelio que debemos ser seguidores de Jesús, discípulos de Jesús. Y el discípulo auténtico tiene siempre a Jesús como norma y modelo. Por eso nos invita “a ser mejores que los demás”. Y los demás tal vez crean que es suficiente evitar las obras externas. Es común decir entre la gente: “Yo ni robo ni mato”. Y no caen en la cuenta de que no sólo es pecado robar la cartera, es pecado robar la fama, robar la inocencia, robar la esperanza, robar la alegría de nuestros hermanos. Se puede robar de muchas maneras. Lo mismo se puede decir del matar. No sólo se mata con una pistola o un cuchillo. Se puede matar “con la lengua” que es como una espada de doble filo. Hay palabras que son puñales. Podemos despellejar a las personas aunque no clavemos ni un alfiler en su piel. Lo que nos pide el evangelio es que descubramos la raíz del mal y lo evitemos desde el principio. Si yo tengo un pensamiento de ira o venganza contra una persona y después fomento el deseo y lo avivo siempre que me encuentro con esa persona, al final aquello que al principio era una pequeña llama fácil de apagar, poco a poco ha crecido y ha provocado un incendio en mi corazón de modo que ya no lo puedo sofocar. Respecto al cuidado que debemos tener a la hora de presentarnos a celebrar la Eucaristía, el Evangelio no dice: “Si tú tienes algo contra tu hermano” sino “si tu hermano tiene algo contra ti”. Aunque la culpa esté en tu hermano, debes acortar el camino y adelantarte. ¿Por qué? Porque Dios siempre nos toma a nosotros la delantera.
Palabra del Papa
“En las tablas de la ley está la ley hacia Dios y la ley hacia el prójimo y las dos van juntas. Yo no puedo decir: ‘Pero, no, yo cumplo los tres primeros mandamientos… y los otros más o menos’. No, si tú no haces estos, esos no puedes hacerlos y si tú haces eso, debes hacer esto. Están unidos: el amor a Dios y el amor al prójimo son una unidad y si tú quieres hacer penitencia, real no formal, debes hacerla delante de Dios y también con tu hermano, con el prójimo. Y como dice el apóstol Santiago, puedes tener mucha fe pero si no haces obras, no sirve de nada. Uno puede ir a misa todos los domingos y comulgar, y se puede preguntar: ¿cómo es tu relación con tus trabajadores? ¿Les pagas en negro? ¿Les pagas el salario justo? ¿También pagas la contribución para la pensión? ¿Para asegurar la salud? Esos hombres y mujeres de fe que dividen las tablas de la ley: ‘sí, sí, yo hago esto’ – ‘¿pero tú das limosna?’ – ‘sí, sí, siempre envío el cheque a la Iglesia’ – ‘Ah, muy bien. Pero a tu Iglesia, en tu casa, con los que dependen de ti -ya sean hijos, abuelos, trabajadores- ¿eres generoso, eres justo?’ Tú no puedes hacer ofrendas a la Iglesia sobre los hombros de la injusticia que haces con tus trabajadores. Esto es un pecado gravísimo: es usar a Dios para cubrir la injusticia. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de febrero de 2015, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.-Propósito Si estoy distanciado de alguna persona, daré yo el primer paso para la reconciliación.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de sus palabras. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, veo que hilas demasiado fino. No sólo miras las obras externas sino lo interior, aquello que se esconde dentro del corazón. Reconozco que soy tosco, burdo, pintor de brocha gorda. Dame finura, delicadeza, elegancia, en el trato con mis hermanos. Que no me limite a pasar por la vida “sin hacer mal a nadie” sino “haciendo siempre el bien a todos”.
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