domingo, 30 de junio de 2024

Domingo 13º, tiempo ordinario: 30 de junio de 2024

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“Talitha qumi”

INTRODUCCIÓN

Dios no hizo ni la enfermedad ni la muerte. Estos son males del hombre Si Dios es sumo bien no ha podido hacer el mal. Jesucristo nos devuelve la vida. La creación aparece como un don para la vida. Hasta que el último enemigo (la muerte) sea vencido, la creación está expectante, esperando la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Los milagros del evangelio no son “agua pasada”. Hoy también nosotros podemos ser liberados por Jesús. Hoy también nosotros podemos encararnos a la muerte y decirle: ¿Dónde está tu victoria? Dios es amor. Y la muerte debe ceder al amor su última palabra.

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Sab. 1,13-15. 2,23-24.                 2ª lectura: 2Cor. 8,7.9.13-15

EVANGELIO

San Marcos 5, 21-43:

En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.  Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»  Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda, su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que, había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio le la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?» Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: «¿quién me ha tocado?»» Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.  Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.» Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.» No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).» La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años–. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

REFLEXIÓN

         No olvidemos que el episodio anterior ha terminado en el mar. “símbolo del mal”. Jesús viene a destruir el mal del mundo. Y las lecturas de este domingo nos van a hablar de Jesús curando a la Hemorroísa, es decir, restaurando la vida, más aún, resucitando a una niña, es decir, arrancándola de las garras de la muerte.

1.– JESUS, EL AMIGO DE LA VIDA. En la primera lectura, el libro de la Sabiduría nos habla de Dios, Creador de la vida, amigo de la vida y enemigo de la muerte. Jesús ha venido a este mundo “para que tengamos vida y la tengamos en abundancia” (Juan, 10,10). Jesús quiere que el Proyecto de Dios siga adelante. Nosotros, los mortales, es decir, los que inexorablemente estamos condenados a la muerte, sólo podemos conjugar el verbo tener, que indica relatividad. Por eso decimos: yo tengo salud, sí, pero relativamente, ya que mañana puedo enfermar. Tengo “vida” pero relativamente, ya que mañana puedo morir. El único que conjuga el verbo ser, que indica plenitud, es Jesús. Por eso Jesús dice: YO SOY LA RESURRECCION Y LA VIDA. De esa abundancia de vida, de esa plenitud, Cristo nos quiere dar.

2.– JESÚS RESTAURADOR DE LA VIDA. Jesús se encuentra con una mujer que lleva ya doce años “perdiendo sangre”, es decir, “perdiendo vida” (Lev. 17,11). Esa mujer era símbolo de una frustración vital. Jesús no está de acuerdo en que se malogre la vida.  La mujer tiene fe en Jesús y sabe que sólo Él la pueda sanar. Pero ella sabe que es impura y no puede acercarse a nadie para no contagiarle (Lev. 15,19).  Por eso camina temblorosa y a Jesús sólo quiere tocarle la orla del vestido. Es curioso que, mientras la gente está físicamente apretujando a Jesús sin pasarles nada, esta mujer, con sólo rozarle el manto con fe, ha sido curada. Muchas veces estrechamos a Jesús, le comemos, y no pasa nada en nuestra vida. Habrá que dar el paso a la fe. Llama la atención que Jesús, después de los milagros, incluso después de la Resurrección de la niña, mande silencio. Y aquí hace alarde de publicidad: ¿Quién me ha tocado? A Jesús le interesa que la gente se entere que quiere liberar a esta mujer (y a todas del mundo) del tabú de la sangre. Tener flujos de sangre no es ninguna culpa ni se contagia nadie por eso. El pecado está en el corazón de las personas.

3.– JESUS VENCEDOR DE LA MUERTE. Jesús, pudo haber llegado a curar a la niña antes de morir. Pero dejó que muriera para desdramatizar la muerte. La muerte ya no es lo irreparable, lo irremediable, lo definitivo. Hay Alguien que tiene poder sobre la muerte y es Jesús. Notemos que Jesús se acerca y toma a la niña de la mano. También estaba prohibido por la ley tocar un cadáver pues el que lo hacía quedaba impuro y contaminaba a los demás. Jesús libera también de ese otro tabú. Notemos que el verbo que usa “levantar” es el mismo que se usa para hablar de la Resurrección de Jesús. Jesús no nos levanta de una muerte para volver de nuevo a morir. Jesús nos levanta de la muerte para alzarnos a la misma VIDA DE DIOS, para vivir siempre con Él.  No nos extrañe que aquí “pida silencio” después del milagro. No quiere que la gente se quede en ese milagro, sino en el gran Milagro de la Resurrección.  Aquí se acabará el llamado “secreto mesiánico”.

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy convencido de que Dios quiere que disfrutemos de la vida, que la vivamos con plenitud?

2.- ¿Me encanta ese Cristo, liberador de “tabúes”, de “miedos”, “de tristezas”? ¿Me apunto a la tarea de evitar sufrimientos?

3.- ¿Tengo fe en mi propia Resurrección? ¿Le considero a Jesús capaz de hacerme feliz sólo a medias? ¿Capaz de ser Él feliz sin nosotros?

sábado, 29 de junio de 2024

Evangelio del sábado 29 de junio de 2024

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«Y vosotros, les preguntó, ¿quién decís que soy?».

Santos Pedro y Pablo

1.- Oración introductoria.

Señor, en la fiesta de San Pedro me siento limitado como él; pecador como él; pero también muy querido de Ti como él. Haz que, como Pedro, yo también sepa superar mis pecados, mis deficiencias, mis negaciones,  por la fuerza de mi sincero amor. Haz que, como Pedro,  sienta de cerca tu perdón, tu fiel amistad, tu amor desbordado hacia mí. Y que con la abundancia de tu amor, sepa yo también amarte con todo mi corazón.  

2.- Lectura reposada del Evangelio: Mateo 16, 13-19

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».4Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».5Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 16Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

En el evangelio caemos en la cuenta que a Jesús  le interesa la opinión de la gente: lo que piensa, lo que dice, lo que acepta, también lo que no le gusta de Él.  Pero todavía le interesa más la opinión de los suyos, de los que están con Él, de los que le siguen cada día.  A esta pregunta  no podemos responder con teorías ni con evasivas. Debemos responder con sinceridad. En este caso es el propio Pedro el que contesta.   Aparentemente Pedro da una buena respuesta: “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo”. Respuesta que recibe un elogio del mismo Jesús. . Pero hay que seguir leyendo el evangelio y nos daremos cuenta de que esta respuesta es insuficiente ya que, cuando Jesús les dice que el Mesías debe padecer mucho y morir, San Pedro protesta enérgicamente: “De ninguna manera debe pasarte eso a ti”. Y Jesús le da una respuesta muy dura: “Apártate de aquí, Satanás”. Pedro se equivocó al pretender dar lecciones a Jesús marcándole el camino que debía seguir. El camino lo marco yo. Tú, ponte detrás de mí. En honor a Pedro, éste supo dar una buena respuesta cuando, después del anuncio de la Eucaristía, Jesús pregunta: ¿También vosotros queréis marchar? Y Pedro, en nombre de todos, contesta: Maestro, ¿adónde iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (Jn. 6,68) Una respuesta válida para todos los tiempos: Sin Cristo estamos perdidos, no sabemos dónde ir. Sus palabras saben a vida eterna. Con Pedro, Cristo nos da también a nosotros las llaves para “abrir el libro de la vida” y descubrir el sentido de nuestra historia.

Palabra del Papa

En el Evangelio de hoy Jesús plantea dos preguntas a sus discípulos. La primera: “La gente, ¿quién dice que es el Hijo del hombre?” es una pregunta que demuestra en qué medida el corazón y la mirada de Jesús están abiertos a todos. A Jesús le interesa lo que piensa la gente no para complacerla, sino para poder entrar en comunicación en ella. Sin saber lo que la gente piensa, el discípulo se aísla y empieza a juzgar a la gente según sus pensamientos y convicciones. Mantener un sano contacto con la realidad, con lo que la gente vive, con sus lágrimas y sus alegrías, es la única forma de poder ayudarle, de poder formarla y comunicar con ella. Es el único modo de hablar al corazón de las personas tocando su experiencia cotidiana: el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios, etc… Es el único modo de abrir su corazón a la escucha de Dios. En realidad, cuando Dios quiso hablar con nosotros se encarnó. Los discípulos de Jesús nunca deben olvidar de dónde fueron elegidos, es decir de entre la gente, y nunca deben caer en la tentación de asumir actitudes distantes, como si lo que la gente piensa y vive no les afectase y no fuese importante para ellos. (Homilía de S.S. Francisco, 10 de noviembre de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Guardo silencio).

5.-Propósito: Hoy hago un ejercicio práctico: trato de descubrir la opinión de la gente sobre mí.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Gracias, Dios mío, porque hoy también me preguntas a mí: ¿Y tú qué piensas de mí? No caben respuestas teóricas. Yo me siento pobre, pequeño, limitado. pecador; pero soy sincero cuando afirmo que Tú Señor, eres mi pan y mi vino; mi aire y mi sol; mi suelo y mi cielo. Sin Ti yo no soy nada; sin Ti me siento totalmente  perdido.

viernes, 28 de junio de 2024

Evangelio del viernes 28 de junio de 2024

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Señor, si quieres puedes limpiarme

1.- Introducción

Señor, me llama la atención esta bajada del monte de las Bienaventuranzas. Qué distinta de aquella  bajada de Moisés del monte Sinaí entre truenos, relámpagos, miedos y castigos. Jesús, baja de la montaña de Dios, pero un Dios Padre, lleno de compasión y de ternura. No baja para castigar sino para salvar; no baja para meter miedo, sino para dar confianza; no baja porque no te lo pases bien en el monte, sino porque los hombres y mujeres que están en el valle te necesitan. Que yo sepa bajar de la contemplación a la acción.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 8, 1-4

Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se los digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Jesús sube al monte. Jesús baja del monte. Jesús sube no atraído por el aire sano de la montaña ni por el intenso olor de las flores en primavera, sino por el inmenso e infinito amor del Padre. Algo grande, inefable, misterioso, ocurre siempre que Jesús se interna en el silencio de la noche y abre su corazón a la ternura infinita del Padre. Para Jesús esta oración es una fuerte atracción, una imperiosa necesidad, una íntima y gozosa experiencia.  Pero Jesús baja al valle donde están los problemas de la gente. Y, en este caso, se encuentra con un problema terrible, el de la enfermedad de la lepra. En realidad son tres enfermedades en una: a) la física, dolorosa y difícil de curar; b) la social, que le apartaba de la sociedad para no contagiar. c) la religiosa, creyendo que eso sucedía como un castigo de Dios. Y aquí está Jesús para sanarlo  todo. Le cura la lepra y deja ya de sufrir físicamente. Lo manda al sacerdote para que certifique que está curado y así pueda ya insertarse en la sociedad. Y, sobre todo, le cura de la enfermedad más terrible, la de creer que Dios está lejos de él.  Y Jesús le dice que Dios está tan cerca de él que le toca. Ese gesto por parte de Jesús es para expresarle con un apretón de manos, lo equivocado que estaba cuando se creía lejos de Dios.  Dios no se contagia al tocar de cerca nuestras miserias y nuestras enfermedades.

Palabra del Papa

“El episodio de la curación del leproso se desarrolla en tres breves etapas: la invocación del enfermo, la respuesta de Jesús, las consecuencias de la curación prodigiosa. El leproso le suplica a Jesús, ‘de rodillas’ y le dice: ‘Si quieres puedes purificarme’. A esta oración humilde y llena de confianza, Jesús responde con una actitud profunda de su ánimo: la compasión. La compasión es una palabra muy profunda que significa ‘sufrir con el otro’. El corazón de Cristo manifiesta la compasión paterna de Dios por aquel hombre, acercándose a él y tocándolo. Este particular es muy importante. Jesús ‘tiende la mano, lo toca… y en seguida la lepra desaparece y Él lo purifica”. La misericordia de Dios supera cada barrera y la mano de Jesús toca al leproso. Él no pone una distancia de seguridad y no actúa delegando, sino que se expone directamente al contagio por nuestro mal. Y así justamente nuestro mal se vuelve el lugar del contacto: Él, Jesús, toma de nosotros la humanidad enferma y nosotros de Él su humanidad sana y que cura. Esto sucede cada vez que recibimos con fe un sacramento: el Señor Jesús nos ‘toca’ y nos da su gracia. En este caso pensamos especialmente al sacramento de la Reconciliación, que nos cura de la lepra y del pecado. (S.S. Francisco, Ángelus del 15 de febrero de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya reflexionado. (Silencio)

5.- Propósito. Yo no puedo curar enfermedades físicas. Sí puedo visitar hoy a un enfermo y curarle de la enfermedad de la soledad y tal vez del prejuicio de creer que Dios no le quiere.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, tu amor siempre me sorprende y me desborda. No te limitas a hacer el bien sino que lo quieres hacer bien. No te gusta emplear el bisturí para curar; te basta con el ungüento de tu dulzura, con la unción de tu bondad, con la caricia de tu mano, con la sonrisa de tus labios, con la ternura de tu corazón. ¡Qué bisturí tan bonito el de Dios!

jueves, 27 de junio de 2024

Evangelio del jueves 27 de junio de 2024

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No todo el que me diga: «Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos”

1.- Oración introductoria.

Hoy la Palabra de Jesús en el evangelio es dura y exigente. Me dices Jesús que debo vivir en verdad y no aparentar lo que no soy. Tu palabra debe transformar mi vida. Si me limito a escucharla cada día pero sigo igual, no avanzo, no cambio, no me transformo, no me parezco cada día un poco más a ti, estoy edificando mi vida sobre la arena movediza. En cualquier momento, todo puede terminar en una  ruina total. Ayúdame, Señor, a edificar mi vida sobre la roca firme de las obras.

2.- Lectura reposada de la Palabra del Evangelio Mateo 7, 21-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me diga: «Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» Y entonces les declararé: «¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!» Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina. Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.


3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

Nosotros,  los que tomamos el evangelio cada día en nuestras manos, no podemos olvidar  que la Palabra de Dios es “interpelación”. Es un desafío que nos invita a cambiar, a transformarnos, a ajustar nuestra vida al evangelio. Y nos preguntamos. ¿Por qué leyendo el Evangelio todos los días se nota tan poco en nuestras vidas? Seguimos teniendo los mismos defectos, las mismas limitaciones, las mismas rutinas. Y lo peor es que podemos seguir engañándonos a nosotros mismos y creer que ya somos buenos. Ya en el siglo IV San Juan Crisóstomo advertía a sus fieles:” ¿Acaso creéis que el fervor espiritual consiste simplemente en venir continuamente a la celebración de la Divina Liturgia? Eso no sirve para nada si no obtenemos algún fruto: si no sacamos ningún partido, es mejor que nos quedemos en casa”.  El gran profeta Isaías arengaba al pueblo a pensar en la fe de sus antepasados: “Mirad la piedra de que fuisteis tallados, y el corte en la roca de donde fuisteis sacados. Mirad  a Abrahán, su padre, y a Sara, que los dio a luz” (Is 51,1-2). En estos tiempos donde se debilita la fe, no está demás el pensar en la fe de nuestros padres. Como diría San Agustín, “la fe en Jesús la aprendimos en la leche de nuestras madres”.  Unas madres sencillas, trabajadoras, sacrificadas, que al mismo tiempo que nos enseñaban a hablar y a caminar, nos enseñaron también a rezar.  

Palabra del Papa.

“Cristo nos pide permanecer en su amor. Hay dos criterios que ayudan a distinguir el verdadero amor del que no lo es. El primer criterio es éste: el amor está más en los hechos que en las palabras, no es un amor de telenovela, una fantasía, historia que nos hacen latir el corazón pero nada más, está en los hechos concretos. Jesús avisaba a los suyos: «No los que dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que han hecho la voluntad de mi Padre, que cumplen mis mandamientos». El verdadero amor es concreto, está en las obras, es un amor constante. No es un sencillo entusiasmo. También, muchas veces es un amor doloroso: pensemos en el amor de Jesús llevando la cruz. Pero las obras de amor son las que Jesús nos enseña en el pasaje del capítulo 25 de san Mateo. Quien ama hace esto, el protocolo del juicio: Estaba hambriento y me han dado de comer, etc. Las bienaventuranzas, que son el programa pastoral de Jesús, son concretas. El segundo criterio del amor es que el amor se comunica, no permanece aislado. El amor da de sí mismo y recibe, se da esa comunicación que existe entre el Padre y el Hijo, una comunicación que la hace el Espíritu Santo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 7 de mayo de 2015, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto evangélico que acabo de meditar?  (Silencio)

5.- Propósito: Pensaré que puedo arruinar mi vida si no pongo en práctica las enseñanzas de Jesús.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy  quiero agradecerte tu palabra exigente. Gracias por esta sacudida que he sentido en el alma. Yo también, como cristiano, puedo vivir del cuento, puedo poner el paraguas y constatar cómo la lluvia de tu Palabra resbala sobre mí. Yo te prometo cambiar, prometo hacer un propósito de llevar a la vida lo que oigo en el evangelio. Quiero asentar mi vida sobre la roca firme.

miércoles, 26 de junio de 2024

Evangelio del miércoles 26 de junio de 2024

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Por sus frutos los conoceréis.

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1.- Introducción.

Señor, en este día vengo a pedirte que me concedas una vida auténtica, sin disfraces ni trastiendas. No quiero aparentar lo que no soy. Yo no puedo asentar mi vida sobre una gran mentira. No quiero vivir de apariencias. Quiero fundamentar mi vida en la verdad; por eso no quiero que mis obras desmientan mis palabras. Yo quiero que mis palabras, como te ocurría a Ti, sean  una glosa de mi vida.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 7, 15-20

«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.


3.- Qué dice el texto.


Meditación-reflexión

Según este evangelio las personas pueden ser: personas-oveja y personas-lobo. Pero es importante que sepamos distinguirlos. ¿Cómo? Sólo por las obras. La persona-lobo, aunque se disfrace de oveja, es violenta, agresiva, crea conflictos, disensiones, divisiones, enfrentamientos. En cambio la persona-oveja es tolerante, dulce, amable, comprensiva, servicial. La persona-lobo ahuyenta, separa, da  miedo. La persona-oveja atrae, cautiva, siembra armonía, alegría y paz.  Las personas-lobo, siembran el mundo de maldad, de destrucción y de muerte. Las personas-oveja, siembran el mundo de bien, de esperanza y de vida.

El evangelio de hoy  nos llama a la autenticidad, a no vivir de fachada. Siempre debemos tener presentes las palabras del Señor a la Iglesia de Sardes: “Conozco tus obras: Tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto”. Y siempre estamos muertos si no vivimos del amor.  

Palabra  del Papa

La verdadera caridad consiste en amar tanto a los amigos como a los enemigos, añade: «Si uno adolece de esta virtud, pierde todo bien que tiene, es privado del talento recibido y es arrojado fuera, a las tinieblas». ¡Queridos hermanos, acojamos la invitación a la vigilancia, a la que tantas veces nos llaman las Escrituras! Es la actitud de quien sabe que el Señor volverá y querrá ver en nosotros los frutos de su amor. La caridad es el bien fundamental que nadie puede dejar de hacer fructificar y sin el cual todo otro don es vano. Si Jesús nos ha amado hasta el punto de dar su vida por nosotros, ¿cómo podríamos no amar a Dios con todas nuestras fuerzas y amarnos de verdadero corazón los unos a los otros? Sólo practicando la caridad, también nosotros podremos participar en la alegría del Señor. Que la Virgen María sea nuestra maestra de laboriosa y alegre vigilancia en el camino hacia el encuentro con Dios. Benedicto XVI, 13 de noviembre de 2011.


4.- Qué me dice este texto evangélico ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito. No hacer nada en este día que no esté sugerido por el amor.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, no consientas nunca que yo viva mintiendo, aparentado aquello que no soy. Me preocupa que la gente me estime  por lo que aparento; me valore por lo que no tengo; y me aprecie por lo que no soy. Quiero llevar una vida sencilla, servicial, auténtica, fiable. Quiero ser yo y no lo que parezco ser. Quiero madurar y realizarme como persona, pero para eso debo vivir de la verdad, la autenticidad, la transparencia. Quiero ser lo que soy a los ojos de Dios.

Evangelio del lunes 24 de junio de 2024

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San Juan Bautista

1.- Oración introductoria.

Señor, te confieso que me fascina la figura de Juan y te pido que sepa imitarle en su humildad: “es la voz de otro”. Está llamado a señalar a otro que viene detrás y es más que él. Haz que el importante de mi vida no sea yo sino que seas Tú. Que yo sólo viva para anunciarte con mis palabras y, sobre todo, con el testimonio de mi vida.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lc. 1,57-66,80

Se le cumplió a Isabel el tiempo y dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes oyeron que el Señor le había mostrado su gran misericordia y se alegraron con ella. Al octavo día fueron a circuncidar al niño y querían llamarlo Zacarías, como su padre. Pero su madre dijo: -No, se llamará Juan. Le dijeron: No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre. Se dirigieron entonces al padre y le preguntaron por señas cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Entonces, todos se llevaron una sorpresa. De pronto recuperó el habla y comenzó a bendecir a Dios. Todos sus vecinos se llenaron de temor, y en toda la montaña de Judea se comentaba lo sucedido. Cuantos lo oían pensaban en su interior: «¿Qué va a ser este niño?». Porque efectivamente el Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su interior. Y vivió en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel.

3.- Qué dice la Palabra de Dios.

Meditación-reflexión.

1.- San Juan como hombre. Normalmente, cuando nos preguntan como a Juan: Tú, ¿quién eres? enseguida enseñamos todos nuestros títulos… soy doctorado, licenciado, obispo, párroco, maestro, etc. En cambio San Juan dice: Yo no soy… No soy el Mesías. No soy profeta… No soy… ¿Quién eres? Mi misión es ser referente a Otro. Dar paso al que viene detrás de mí y es más que yo. Nos cuesta dar paso a otro. Nos cuesta aceptar que no somos importantes, imprescindibles; que hay otro que viene detrás y hace las cosas como nosotros y mejor que nosotros. Nos cuesta decir como San Juan: “Conviene que Él crezca y que yo disminuya”. Pero ahí está precisamente la grandeza de este hombre.

2.- San Juan como profeta. A veces entendemos mal eso de profeta. Decimos que es como un adivino que ve el futuro y nos habla de lo que va a pasar. Pero el profeta es el que anuncia y denuncia. Anuncia la Buena Nueva de Dios o de Jesucristo. Da buenas noticias sobre Dios y sobre Jesús. Y denuncia todo lo que está mal. Juan tuvo valentía para decirle a Herodes: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano”.

3.- San Juan, el Santo. De San Juan se dice que “nunca abaja el dedo”. No puede porque siempre debe apuntar a Jesucristo, a Dios. Dios es el Absoluto, el único necesario a quien debemos adorar. Hoy que tantos niegan a Dios o lo eliminan de sus vidas, hace falta cristianos con el dedo levantado, es decir, con su testimonio apuntando a Dios… gritando a Dios, diciendo que la vida sin Dios no  tiene sentido, ni tiene salida. ¡O Dios o Nada!

Palabra del Papa.

¿Quién es Juan? Él mismo, dijo el Papa, explica: «Yo soy la voz, una voz en el desierto», pero «es una voz sin la Palabra, porque la Palabra no es él, es un Otro». He aquí el misterio de Juan: «Nunca se apodera de la Palabra». Juan «es aquel que indica, que señala». El «sentido de la vida de Juan – añadió – es señalar a otro».  Y realmente Juan «era el hombre de la luz, llevó la luz, pero no era su propia luz, era una luz reflejada.» Juan es «como una luna», y cuando Jesús comenzó a predicar, la luz de Juan «comenzó a disminuir a bajar.» «Voz, no Palabra – dijo el Papa – luz, pero no propia»: «Juan parece ser nada” Esa es la vocación de Juan: desaparecer (24-06-2013).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Guardo silencio)

5.- Propósito: Hacer todo en este día pensando: lo hago por Otro. Él es el importante. Yo soy su voz, pero no su palabra.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, te doy gracias por Juan Bautista, ese hombre tan grande por ser pequeño, por no querer ser protagonista de nada, por dar paso a otro, por no querer figurar. Su misión fue la de señalar con el dedo y decir: Ahí está el Cordero de Dios. Ése sí que es importante. Yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia. Gracias, Señor, por esta figura tan genial.

Evangelio del martes 25 de junio de 2024

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“Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos”.

1.- Oración introductoria.

Señor, hay muchas cosas buenas, “santas” que me has dado a lo largo de la vida. Me has favorecido con muchos dones, me has inundado de regalos, de gracias. Y me pregunto: Dios mío, ¿qué he hecho de tanto derroche de amor? Muchas veces lo he tirado, lo he malgastado, lo he malogrado. ¡Me pesa, Señor! Y quiero emplear ya toda mi vida en tu servicio. Quiero compensar con mi respuesta generosa, tanto olvido, tanta deficiencia, tanta negligencia, tanto descuido, tanta ingratitud. Señor, ayúdame a cambiar. 

2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 7, 6.12-14

«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. «Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran.

3.- Qué dice la Palabra de Dios.

Meditación-reflexión.

El evangelio de hoy nos habla de una “puerta estrecha”. En realidad para un cristiano no puede haber otra puerta que no sea Jesús. “Él es la puerta” (Jn. 10,7). Y la puerta de Jesús no puede ser otra que “la puerta del amor”. Por esa puerta Jesús nos abre el acceso a un Padre maravilloso, lleno de cariño y de ternura. Y por esa misma puerta Jesús nos abre el acceso “al hombre”. Es el Concilio Vaticano II el que nos dice que “Jesús revela el hombre al hombre”. (G.E. 22). Sólo a través de Jesús conocemos a Dios y al hombre. Y el modo de conocer en la Biblia es “a través del amor”. La puerta del amor no puede ser ancha porque se cuela  el egoísmo por dentro y destruye al verdadero amor. La puerta del amor es estrecha porque está hecha de sacrificio. Jesús pasó por la puerta estrecha de la Cruz, y así  nos expresó con toda claridad todo lo que nos quería. En muchas religiones se habla de una regla de oro: “Hacer a otros lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros”. Está bien porque se pone al hombre como “centro”. Pero para un cristiano la meta es más alta: el cristiano pone en el centro a Jesús. Hacer lo que hizo Jesús, pensar como pensaba Jesús, y amar como Él amó.  Sólo este amor nos realiza como personas. Sólo este amor nos hace plenamente felices. “Y sabiendo como sabéis estas cosas, seréis felices si las cumplís” (Jn. 13,17). El saber cosas bonitas sobre el amor no nos hace felices. Pero sí nos hace felices el ponerlo en práctica como Jesús. Bendita “puerta estrecha” que nos lleva a la auténtica y verdadera felicidad.

Palabra del Papa

“¿Qué significa esta «puerta estrecha»? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos? Si se observa bien, este modo de razonar de los interlocutores de Jesús es siempre actual: nos acecha continuamente la tentación de interpretar la práctica religiosa como fuente de privilegios o seguridades. En realidad, el mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para toda la puerta es «estrecha». No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es «estrecho» porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo. (…)La salvación, que Jesús realizó con su muerte y resurrección, es universal”. Benedicto XVI, 26 de agosto de 2007.

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Todo el día caminaré por la puerta estrecha del amor concreto y sacrificado a mis hermanos.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Hoy, Señor, te quiero agradecer el haber aprendido el verdadero camino de la auténtica felicidad. No está en recorrer un camino ancho, haciendo lo que me apetece en cada instante, un camino sin exigencias ni compromisos; sino un camino más estrecho, el de un amor más limpio, más transparente, más sacrificado.  Una vez más he comprendido que no puede haber otro camino mejor para los hombres que el que ha recorrido Jesús, el hombre ideal, el hombre perfecto.

Domingo 12º, tiempo ordinario: 23 de junio de 2024

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¿Por qué tenéis miedo?

INTRODUCCIÓN

La imagen de una barca zarandeada por las olas y a punto de naufragar ha sido una imagen muy corriente para describir las distintas situaciones difíciles por las que ha atravesado la Iglesia. Nos toca a cada época detectar y analizar  el tipo de tempestad que nos toca afrontar. En el momento del Corona-Virus la Iglesia estuvo  muy sensible a esta terrible  tempestad que azotaba a toda la Humanidad. Y ahora que, gracias a Dios, ya hemos salido debemos ayudar a la humanidad a dar respuestas auténticas y valientes desde nuestra fe.

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Job. 38,1.8-11.                    2ª lectura: 2Cor. 5,14-17

EVANGELIO

Mc. 4,35-41.

Aquel día, al atardecer, les dice Jesús: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: « ¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».

REFLEXIÓN

El Papa Francisco, el 27 de marzo del 2020, ante una plaza de San Pedro totalmente vacía, nos regaló una preciosa homilía aludiendo al texto que hoy nos ocupa de la tempestad calmada. NO está mal que volvamos a ella y recordemos lo que vivimos entonces. De ahí sacamos unas sabias y ricas enseñanzas. Constatamos tres sensaciones.

1.- Sensación de miedo. “Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades. Se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos”. Esta sensación de miedo y angustia se ha hecho  más patente en tantas familias que perdieron a sus seres queridos sin poder acompañarles en esos momentos decisivos. Nos dimos cuenta de que hay algo peor que la misma muerte: morir en soledad. Morir sin tener una mano cercana de un familiar o un amigo a quien agarrarse. Sólo entonces caímos en la cuenta de la importancia de la fe. Dios nuestro Padre no abandonó a su propio Hijo clavado en la Cruz. Llorando y gritando  en medio de terribles dolores, fue escuchado. Y el Padre lo resucitó.  Aquella escena evangélica de Jesús se está repitiendo. Es el propio Jesús el que alarga a cada moribundo “su mano invisible” para que, agarrándose a ella, poder entregarlo al Padre–Dios. 

2.- Sensación de vulnerabilidad. Confiábamos en nuestros recursos, nuestra ciencia, nuestra tecnología y pronto caímos en la cuenta de que todo eso no nos servía. Era suficiente un “virus invisible” para dejarnos a todos como a nuestros primeros padres “cogiendo la mano de una niña muerta, levantándola y entregándola a sus padres” (Lc. 8,53) después del primer pecadoel primer hombre estaba “totalmente desnudo”. El Papa Francisco lo expresaba de esta manera“Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar”. Pero fue una bonita ocasión para despertar en nosotros lo más hermoso que tenemos: la fraternidad, la solidaridad. “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.

3.- Sensación de que no todo está perdido. “El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. Pronto hemos caído en la cuenta de que lo importante en la vida no es tener, acumular, vivir sólo para nosotros mismos, sino abrirnos a los demás y encontrar el sentido de la vida en la entrega desinteresada a los demás. Tantos gestos heroicos de médicos, enfermeros, voluntarios, trasportistas, gente de buena voluntad, es decir, lo mejor de la sociedad, estaban ahí, aunque no los conocíamos. Jesús decía:” Si el grano de trigo no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”. (Jn. 12,24). Esos granos que ya han caído en tierra y han muerto, son la mejor semilla de una nueva sociedad.

Evangelio del sábado 22 de junio de 2024

 +No se puede servir a Dios y al dinero

1.- Oración introductoria.

Sí, Señor, tienes razón. No se puede servir a dos amos. Servir al dinero es esclavizarse, es despersonalizarse, es dejarse avasallar por un amo cruel que no le deja a uno decidirse por Jesús. El dinero en sí puede convertirse en un medio útil para sacar adelante la familia y hasta hacer limosnas. Lo malo no es usar del dinero sino dejarse esclavizar por el dinero, de manera que sea como un Dios al que hay que servir. “Engarza en oro las alas de un pájaro y ya no podrá volar al cielo”. (R. Tagore).  Yo, Señor, quiero disfrutar como el pájaro, de los anchos cielos y respirar el aire puro de libertad. Por eso necesito no ser esclavo del dinero.

2.- Lectura reposada del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con que se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento ¿Y porqué se preocupen por el vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas.

3.- Qué dice el texto evangélico.

Meditación-reflexión

El Señor nos invita a tener una mirada contemplativa de la creación. ¡Mirad los lirios del campo!  Son una verdadera maravilla. Nuestra vista se recrea con sus colores tan bellos y nuestro cuerpo  con sus perfumes tan exquisitos. Y todo como regalo del Padre. Porque ¿Cómo crecen los lirios? No necesitan la presencia de un campesino que tire de ellos  sino sólo la presencia silenciosa del Padre que, en el momento oportuno,  envía el sol, el aire, y  la lluvia, es decir,  sus caricias de Padre.  Y si Jesús recrea su  vista en la contemplación de la Naturaleza, ¿cómo no va a contemplar  la obra suprema de la naturaleza, que es el hombre? Jesús se recrea y se extasía ante un hombre libre, que no está dividido por dentro con fuerzas extrañas que le esclavizan y no le dejan ser persona. Jesús goza contemplando a una persona que ha puesto todo su corazón en Dios, su Dueño y Señor. Mientras vivimos no debemos ser egoístas, pensando sólo en nosotros mismos. Pensemos en Dios, nuestro Padre Bueno, que ha creado todo por amor. Pensemos en alabarle, bendecirle, agradarle. Caigamos en la cuenta de lo maravilloso que debe ser una vida entregada a Dios y a los hermanos, sin pensar en otra recompensa que el agradar a DIOS en todo.

Palabra  del Papa Francisco

¡Qué hermoso es esto! ¡Dios no se olvida de nosotros! ¡De ninguno de nosotros! Con nombre y apellido. Nos ama y no se olvida. ¡Qué hermoso pensamiento! Esta invitación a la confianza en Dios encuentra un paralelismo en la página del Evangelio de Mateo: “Mirad las aves del cielo -dice Jesús-: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. (…) Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos”.

Pensando en tantas personas que viven en condiciones de precariedad, o incluso en la miseria que ofende su dignidad, estas palabras de Jesús podrían parecer abstractas, si no ilusorias. ¡Pero en realidad son más que nunca actuales! Nos recuerdan que no se puede servir a dos amos: Dios y la riqueza. Mientras cada uno busque acumular para sí, jamás habrá justicia. Tenemos que oír bien esto. Mientras cada uno busque acumular para sí, jamás habrá justicia. Si en cambio, confiando en la providencia de Dios, buscamos juntos su Reino, entonces a nadie le faltará lo necesario para vivir dignamente.

Un corazón ocupado por la furia de poseer es un corazón lleno de esta furia de poseer, pero vacío de Dios. Por eso Jesús ha advertido varias veces a los ricos, porque en ellos es fuerte el riesgo de colocar la propia seguridad en los bienes de este mundo. En un corazón poseído por las riquezas, no hay más espacio para la fe. (S.S. Francisco, ángelus del 2 de marzo de 2014)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto evangélico ya meditado. (Silencio)

5.- Propósito: Contemplar la creación como obra del amor del Padre.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, aumenta en mi la capacidad de contemplar. Que mi mirada ante la creación y ante las personas no sea superficial, sino profunda. Que descubra la huella que Dios ha dejado en las obras de sus manos.  Y que, a través de ellas, como si fueran una escala de Jacob, yo suba a  encontrarme contigo. ¡Gracias, Señor!

viernes, 21 de junio de 2024

Evangelio del viernes 21 de junio de 2024

 “Donde está tu tesoro ahí también está tu corazón”

1.- Oración preparatoria.

Señor, en el evangelio de este día nos hablas de un tesoro. Y para mí, el único tesoro de mi  vida eres Tú. Me pregunto: ¿Y qué pasaría de mí  si Tú no estuvieras? Mi  vida sería una vida malograda, una vida sin sentido. ¿Dónde dirigir mi mirada si no pudiera verte?  ¿Dónde inclinar mis oídos si  no pudiera oírte?  ¿Hacia dónde elevar mis brazos si no fueras mi norte? ¿En quién inclinaría mi cabeza cansada  si tu corazón estuviera ausente?  Sólo en Ti descansa mi alma.

2.- Lectura reposada de la Palabra Mateo 6, 19-23

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulad  tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón. Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!».

3.- Qué dice este texto  evangélico.

Meditación-Reflexión

Hay en este evangelio dos palabras muy unidas:  tesoro y corazón. Si preguntamos cuál fue el verdadero tesoro de Jesús, sin lugar a dudas, el verdadero tesoro de Jesús fue su Padre. Nos dice San Juan que, desde toda la eternidad, el Verbo estaba volcado, inclinado, gravitando junto al Padre. (Jn. 1,1). Y esta actitud la mantuvo también aquí en su vida mortal. El  hacer la voluntad del Padre, el dar gusto al Padre ha sido el móvil de su vida, ha sido la razón de su existencia. Y, junto a este tesoro, Jesús ha tenido otro: guardar como un verdadero regalo a los que el Padre le ha entregado: “Eran tuyos y Tú me los diste”. (Jn.17,6). Nosotros somos un regalo del Padre para Jesús. Así nos ha visto, así nos ha amado. Entonces, ¿dónde ha puesto  Jesús su corazón?  En el amor al padre y en el amor a nosotros que somos “regalos del Padre”. Siendo esto así ahora no nos extraña que Jesús insista en que debemos tener siempre el corazón libre para amar a Dios y amar a los hermanos. Las riquezas y honores de este mundo pueden ser un obstáculo para el amor y de tal modo pueden avasallar nuestro corazón que no le dejen cumplir la misión para la que fue creado: vivir para amar. Todo lo que no se puede reciclar en amor es poner obstáculos al corazón. 

Palabra del Papa.

 “No acumulen, para ustedes, tesoros en la tierra. Este es un consejo de prudencia, porque los tesoros sobre la tierra no son seguros: se estropean, vienen los ladrones y se los llevan. Y, ¿en qué tesoros piensa Jesús? Principalmente en tres y siempre vuelve sobre el mismo argumento. El primer tesoro: el oro, el dinero, las riquezas… Dime, ¿un euro más te hace más feliz o no? Las riquezas, tesoro peligroso, peligroso…. El segundo tesoro: la vanidad. El tesoro de tener prestigio, de hacerse ver. Y esto siempre es condenado por Jesús. De esto modo, ha invitado a pensar lo que Jesús dice a los doctores de la ley, cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando rezan para hacerse ver. Finalmente el tercer tesoro es el orgulloel poder. ¡El poder termina! Cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han terminado en el anonimato, en la miseria o en prisión. Es de ahí de donde viene la exhortación de no acumular dinero, vanidad, orgullo, poder. Estos tesoros no sirven. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de junio de 2014, en Santa Marta).

4.- ¿Qué me dice hoy a mí este texto evangélico que acabo de contemplar? (Silencio)

5.- Propósito: Limpiar mi corazón de todo apego, de toda esclavitud, que le impidan amar como amó Jesús. 

6.- Diálogo con Cristo

Señor, que yo tenga luz necesaria para ver con claridad dónde está el secreto de mi vida, el secreto de mi alegría y de mi felicidad: vivir para amar a Dios y a mis hermanos. No con un amor meramente humano sino como amaste Tú al Padre y a los hombres y mujeres de este mundo.

miércoles, 19 de junio de 2024

Resumen del Curso Pastoral 23-24

 


Resumen de las actividades realizadas por las diferentes delegaciones diocesanas durante este curso pastoral 23-24 bajo el lema: "Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos" (1Jn 1, 3)

Evangelio del jueves 20 de junio de 2024

 “Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro”

1.-Oración introductoria.

Hoy, Señor, te pido que me enseñes a orar. Los judíos rezaban mucho, pero estaban muy lejos de la oración de Jesús. Yo te pido que me enseñes a orar como oraba  Jesús: con aquella sencillez, humildad, confianza y ternura con que un niño habla con su Papá. De esta manera mi oración me llevará  hasta el mismo corazón del Padre.

2.- Lectura reposada del texto bíblico. Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Tal vez el haber dejado la oración sea uno de los males peores de nuestro cristianismo actual. La oración cristiana es sumamente fácil: sólo hace falta una cosa: “dejarse querer por Dios”. Cuando Jesús subía al monte a orar se sentía fuertemente atraído por la ternura del Padre. Para Jesús, orar era algo así como “empaparse de cariño”. Por eso, al querer expresarnos esa experiencia, tiene que acudir a la palabra aramea ABBA. Es el Talmud, el libro que recoge las tradiciones judías, el que nos dice: “Cuando un niño experimenta el gusto del trigo (se le desteta y se le da papilla) lo primero que aprende a decir es: Abbá e Imma, es decir, papá y mamá”. Esta palabra nunca se utilizaba en las oraciones de los judíos.  Cuando Jesús nos enseñó esta sublime oración no nos dejó una doctrina sino una experiencia suya con el Padre. Orar es hacer experiencia de Dios, sentirse amado, abrazado, estrechado por nuestro Padre. Todos los santos han quedado fascinados por esta oración. “Nada más pronunciar esta primera palabra comienzan a activarse las relaciones que van de Padre a Hijo y sentimos que el corazón del Padre se abre y que el nuestro se inflama” (San Agustín). Y Santa Teresa de Jesús: “Ocurrirá muchas veces que con sólo decir “Padre” entremos en oración contemplativa… En comenzando nos henchís las manos… ¿Cómo dais tanto con la primera palabra?”

Palabra del Papa.

“Si por tanto hay algunos que puede explicar hasta el fondo la oración de “Padre nuestro”, enseñada por Jesús, estos son precisamente quienes viven en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valentía y abandonan el campo. Pero los hijos necesitan encontrar un padre que les espera cuando vuelven de sus fracasos. Harán de todo para no admitirlo, para no mostrarlo, pero lo necesitan: y el no encontrarlo abre en ellos heridas difíciles de sanar. La Iglesia, nuestra madre, está comprometida con apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque ellos son para las nuevas generaciones cuidadores y mediadores insustituibles de la fe en la bondad, en la fe y en la justicia y en la protección de Dios, como san José” (S.S. Francisco, audiencia del 4 de febrero de 2015,).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra evangélica  ya meditada. (Guardo silencio)

5.- Propósito: Rezar despacio el Padre Nuestro como si lo hiciera por primera vez.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Gracias, Dios mío, porque hoy he aprendido a orar. Gracias porque he descubierto que la oración no es cuestión de mucha reflexión y muchas palabras que me cargan la cabeza. Es algo muy sencillo. Me pondré delante de Dios como un niño, me sentaré en sus rodillas, y le dejaré que me dé todos los besos y abrazos que Él me quiera dar. Al final me sentiré la persona más feliz del mundo. Eso es precisamente la oración cristiana.