sábado, 20 de septiembre de 2025

PLAN DIOCESANO DE PASTORAL 25-26 (6) CARTA PASTORAL

                                           

                                                      

 +Santos Montoya Torres Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

La vida de los sacramentos

Ya hemos hablado de la importancia del encuentro personal con Jesús, cuyo diálogo es un nacer de nuevo, como lo son los sacramentos cada vez que los recibimos.

Nos hemos referido ya al Bautismo, cuyo aniversario deberíamos rescatar; es una ocasión recurrente para agradecer a los que nos han precedido en la fe, los que lo hicieron posible, y en el momento actual en el que nos encontramos, un posible contraste de nuestro estilo de vida con aquella intención amorosa de Dios que nos daba la capacidad de vivir como verdaderos hijos suyos.

Lo mismo ocurre con el sacramento de la Reconciliación. ¿Acaso no vuelve a nacer quien ha reconocido su pecado, lo verbaliza con humildad al confesor, recupera con la absolución la amistad perdida con el Señor, y se esfuerza con la gracia en mantener la fidelidad que Dios reclama para nuestra felicidad? Siempre es un buen momento para valorar el cuidado de nuestras confesiones; tanto para los sacerdotes, a la hora de facilitarlas y ejercerlas personalmente con toda misericordia, como para los penitentes, todos nosotros los bautizados, para acercarnos a esta fuente del perdón y de la alegría.

Qué decir de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana (Lumen Gentium 11). Cabría preguntarse si la vivimos así. Debemos insistir en la Diócesis en cuidar la liturgia, sus gestos, palabras, cantos, etc., para que podamos celebrar con gozo lo que la Iglesia quiere transmitir, lejos de toda arbitrariedad ajena al sentir eclesial. Para facilitar el desarrollo de las celebraciones, tenemos pensado elaborar unos materiales sencillos a disposición de los fieles para que puedan seguir con tranquilidad la liturgia eucarística. 

Otro de los aspectos a tener en cuenta es la situación actual en la que nos encontramos, dado el número de sacerdotes, y las características de nuestros pueblos y ciudades. Todos podemos colaborar para flexibilizar los horarios y hacerlos compatibles con otras celebraciones, incluso desplazarse a aquellos lugares cercanos para celebrar la Eucaristía con  otros vecinos, venciendo situaciones ajenas al Evangelio, y permitiendo una mayor comunión entre nosotros, propio de la liturgia dominical. Agradecemos los esfuerzos de los sacerdotes, Equipos de Misión, laicos o personas consagradas, para llevar cada fin de semana la Palabra y la Eucaristía a diversos lugares de la Diócesis. También a los Ministros Extraordinarios de la Comunión por su colaboración en las parroquias.

El sacramento de la Confirmación es otro encuentro de gracia que se ofrece en la Diócesis en distintos momentos, según los procesos de cada lugar, pero vemos conveniente unificar criterios y adelantar en general la edad del sacramento. La Confirmación tendría lugar en los dos o tres años posteriores a la Primera Comunión, de modo que sea un proceso continuo que permita cuanto antes una transmisión orgánica de la fe, capaz de situarse ante las propuestas que la sociedad realiza a edades cada vez más tempranas; esperamos además contar con la correspondiente implicación de las familias. Así lo comentamos y justificamos en cursos anteriores en los Consejos Presbiteral y de Pastoral.

Desde la Delegación de Catequesis se seguirán dando instrucciones sobre cómo abordar este proceso que constituye otro nuevo nacimiento, tanto para los que se confirman, como para los que intervienen, padres, sacerdotes y catequistas.

Dados los distintos modelos que conviven en estos momentos, durante los próximos años los iremos reconduciendo para establecer el criterio diocesano, en el que ya hay parroquias implicadas.

Esto no quita para que sigan dándose situaciones particulares que habrá que abordar, así como el mantenimiento de las confirmaciones de adultos, cada vez más frecuentes en nuestra feligresía.

Queremos que los sacramentos y la vida de fe en general lleguen igualmente a las personas con discapacidad, para lo que hemos creado un Servicio Diocesano para Personas con Discapacidad (SERDIS), encargado de acompañar la realidad de estas personas y de sus familias. A lo largo del curso pasado tuvimos ocasión de reunirnos con las entidades riojanas que trabajan en este mismo ámbito y agradecemos el espíritu de colaboración que se respira. Ojalá que se haga realidad este nacer de nuevo también en estos hermanos nuestros y en la relación fraterna hacia ellos.

(Entrega 6)

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