El Manantial de la Vida. Jueves 17 de Octubre.¡Ay de vosotros, los juristas, que os habéis llevado la llave de la ciencia!
1.-Oración introductoria.
Señor, al leer el evangelio de este día me lleno de tristeza. Los escribas y fariseos de entonces no te comprendieron. Tú venías con aires nuevos, querías implantar entre los hombres un estilo nuevo, una manera nueva de ver las cosas; pero ellos querían seguir siempre con lo mismo. Estaban embriagados con el vino viejo y no quisieron gustar el nuevo, que era infinitamente mejor. El vino nuevo de Jesús tiene sabor a libertad, a fraternidad, a gozo en el Espíritu. Señor, en este rato de oración, dame la gracia de saborear este vino.
2.- Lectura reposada del Evangelio: Lucas 11, 47-54
En aquel tiempo, dijo el Señor: ¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los juristas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido. Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
No cabe duda de que Jesús fue un gran profeta, el mayor de todos los profetas de Israel. Y el profeta hace dos cosas: anuncia la Buena Nueva de Dios y denuncia las situaciones de injusticia y de pecado. Jesús anunció el Reinado de Dios. En el mundo, desde que reinaron los hombres, todo fue de mal en peor. Por eso Dios envió a su propio Hijo para hacer una revolución en nuestra manera de pensar y actuar. El camino para la felicidad no es el del poder, el saber o el poseer, sino el de la humildad, la sencillez, el compartir y el servir. Pero tampoco es camino de felicidad el de los escribas y fariseos que interpretaban las leyes y las tradiciones judías sin tener en cuenta el amor y el servicio a los demás. Jesús nos deja un precioso testamento antes de morir: “Amaos unos a otros como Yo os he amado”. En el cumplimiento de este mandamiento pone Jesús la auténtica felicidad: gustar la libertad, el servicio al hermano por amor, la alegría de vivir y la esperanza cierta de una vida en plenitud más allá de esta vida.
Palabra del Papa
“Jesús recuerda a los doctores de la ley, que Abrahán exultó en la esperanza al ver su día y se llenó de alegría. Esto es lo que no entendían los doctores de la ley. No entendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría de la esperanza; no entendían la alegría de la alianza. ¡No entendían! No sabían ser felices, porque habían perdido el sentido de la felicidad, que solamente viene de la fe. Por eso, nuestro padre Abraham ha sido capaz de ser feliz porque tenía fe: se ha hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. ¡Eran doctores de la ley, pero sin fe! Y aún más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el amor, el amor por Dios y por el prójimo. Solamente tenían un sistema de doctrinas precisas y que precisaban cada día más que nadie las tocara. Hombres sin fe, sin ley, sin ley, unidos a doctrinas que también se convertían en una actitud casuística: ¿se puede pagar la tasa al César, no se puede? Esta mujer, que se ha casado siete veces, ¿cuándo vaya al cielo será mujer de esos siete? Esta casuística… Este era su mundo, un mundo abstracto, un mundo sin amor, un mundo sin fe, un mundo sin esperanza, un mundo sin confianza, un mundo sin Dios. ¡Y por esto no podían ser felices! (Cf Homilía de S.S. Francisco, 26 de marzo de 2015, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto del evangelio ya meditado. (Silencio)
5.-Propòsito. Lo que hoy debo hacer lo haré motivado por el amor.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, reconozco que tengo mucho de fariseo: obro por cumplir leyes, normas, costumbres, pero no me detengo a pensar desde dónde estoy haciendo estas cosas. También caigo en la cuenta de que, en aquellas obras buenas que realizo, se cuela el orgullo, la vanagloria, el deseo de complacencia. Dame, Señor, la gracia de obrar con la única finalidad de agradarte a ti y hacer el bien a mis hermanos.
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