1.- Oración introductoria.
Señor, me encanta que ya en tu época nos hablaras tan claro de la importancia de los “signos de los tiempos”, de esa manera de hablar tan suave y penetrante, de modo que tu palabra siempre sea actual. No es hora de remiendos, sino de sacar del arca del Evangelio un vestido nuevo. Dame la gracia de una conversión radical al evangelio.
2.-Lectura reposada del evangelio: Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: «Va a llover», y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: «Viene bochorno», y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
3.- Qué dice el texto
Meditación-Reflexión
Nos sorprenden estas palabras del Evangelio: “¿Cómo no exploráis este tiempo? El evangelio se adelanta a lo que el Concilio Vaticano II dirá sobre los signos de los tiempos. «Es propio del Pueblo de Dios, pero especialmente de los pastores y teólogos, discernir e interpretar con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la Palabra de Dios» (G.S.44). El Concilio nos invita a situarnos en la época concreta en la que nos toca vivir, sin añoranzas paralizantes del pasado y detectar todo lo que hay de bueno y positivo en esta época, a la luz de la Palabra de Dios. El no hacer este discernimiento nos traería graves consecuencias. San Bernardo escribe una carta al Papa Eugenio III, el cual había sido discípulo suyo, y le da este consejo: «Has de considerar atentamente lo que esta época espera de ti». El Papa Juan XXIII, al contemplar el cambio radical que se estaba dando en el mundo contemporáneo, tuvo la feliz idea de convocar un Concilio Ecuménico para dar respuesta a los nuevos interrogantes que le lanzaba a la Iglesia la nueva sociedad. Y el Papa Francisco no hace otra cosa sino tratar de dar respuestas a los interrogantes del hombre de hoy, distinguiendo bien lo que es esencial de lo accidental. Jesús nos recomienda vivir con justicia, saber dar lo debido a Dios y a los hombres. Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser legalista y fría, encontramos el perdón y la misericordia.
Palabra del Papa.
“Si la ley no lleva a Jesucristo, si no nos acerca a Jesucristo, está muerta. Y por esto Jesús les reprende por estar cerrados, por no ser capaces de reconocer los signos de los tiempos, por no estar abiertos al Dios de las sorpresas: Y esto debe hacernos pensar: ¿Estoy tan apegado a mis cosas, a mis ideas, cerrado? ¿O estoy abierto al Dios de las sorpresas? ¿Soy una persona quieta o una persona que camina? ¿Creo en Jesucristo, en lo que ha hecho: -ha muerto, ha resucitado- y ahí termina la historia… o creo que el camino sigue hacia la madurez, hacia la manifestación de la gloria del Señor? ¿Soy capaz de entender los signos de los tiempos y ser fiel a la voz del Señor que se manifiesta en ellos? Podemos hacernos hoy estas preguntas y pedir al Señor un corazón que ame la ley, porque la ley es de Dios; que ame también las sorpresas de Dios y que sepa que esta ley santa no termina en sí misma. Y el camino es una pedagogía que nos lleva a Jesucristo, al encuentro definitivo, donde habrá este gran signo del Hijo del hombre” (Cf Homilía de S.S. Francisco, 13 de octubre de 2014, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Guardo silencio).
5.- Propósito: No dar nunca respuestas a preguntas que hoy nadie me hace.
6.- Dios me ha hablado hoy por medio de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, te quiero agradecer lo importante que ha sido para mí el comprender mejor “los signos de los tiempos”, esa manera que Tú tienes de hablar a través de cada época. Haz que yo no esté anclado en el pasado, cerrando mi corazón a las sorpresas que Tú me ofreces en el presente.
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