PEREGRINACIÓN DE SANACIÓN
Sanando mi corazón
Día 1/ Dios el buen Samaritano que nos recoge en el camino
Introducción
-Este es un tiempo para sanar, para conocerte, para tener un momento de silencio, de interioridad, de ir hacia tu corazón.
. Cimentada en sanar y conocer nuestro corazón de la mano de Jesús.
- Una metodología cimentada en Jesús.
- La sanación interior es un proceso que nos va llevando a una profundidad de lo que somos, lo que pensamos, de lo que sentimos y recordamos.
- Un proceso que vas a llevar dentro de tu corazón interior de la mano de Jesús.
- Vive de la mano de Jesús la oración del corazón.
- Dios sólo nos pide que hagamos todo nuestro esfuerzo humano, y él después tiene que hacer una sanación divina.
- La base principal del método, poder llevar a Jesús en la oración del corazón, abrirle nuestro corazón a Jesús lo que hay en nuestro corazón.
- Busca en un momento del día para hablar con Jesús y le abras el corazón.
- escribe las cosas que recuerdes, que te puedan ayudar a ti mismo en las emociones que sientas.
- Visita casa semana al Santísimo. Trabaja en frente de Jesús sacramentado todo el proceso de sanación.
- El corazón es el centro de nuestro ser. Sanar nuestro corazón es ira l centro de lo que somos.
-Trabajar e ir a nuestro corazón es un proceso que necesita toda nuestra entrega, nuestro amor y nuestro ser.
- Sanar es un viaje amoroso y constante al fondo de tu corazón.
- La recuperación es conocerte y también ir a tocar esas heridas que están en el corazón.
- Vivir este proceso con mucho amor a ti mismo. Con mucha ternura, paciencia y bondad hacia ti mismo.
-´Parte de la recuperación empieza en tratarnos con amor a nosotros mismos.
- Sanar el corazón es un viaje de interioridad, es un viaje al fondo de tu corazón.
- Y en esa interioridad de conocerte de sanar tus heridas, ahí entra ese encuentro profundo con el amor de Dios.
- Dios habita dentro de ti.
DESIERTO DE JUDA
EL BUEN SAMARITANO
(Lc 10,25-37)
MAESTRO, ¿QUÉ HE DE HACER PARA HEREDAR LA VIDA ETERNA?
Lectura reposada del Evangelio. Lucas 10, 25-37
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, cercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.» ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».
Dios , el buen Samaritano, que nos recoge en el camino de la vida”.
Camino de Jerusalén a Jericó.
Camino de su vida, lo dejaron medio muerto
Heridas:
El Espíritu del mal
Heridas propias de la vida
Las heridas que nos hacen otros
Las que nos infringimos nosotros
EL BUEN SAMARITANO ES DIOS
-Dios es el médico de nuestras almas
* Entrañas de compasión
*Antes de la justicia compasión
*Aceite y vino igual a los sacramentos
*Posada es igual a Iglesia
*Pago es igual a Cruz
“Ve y haz tu lo mismo”
Abrir el corazón a Dios médico de nuestras almas.
-Amar a Dios y al prójimo como a ti mismo.
- Ámate a ti mismo.
“Mi pasado, oh Señor en tu misericordia; Mi presente en tu amor; Mi futuro en tu providencia” (Padre Pío)
Palabra del Papa
En cambio el samaritano, cuando vio a ese hombre, “sintió compasión” dice el Evangelio. Se acercó, le vendó las heridas, poniendo sobre ellas un poco de aceite y de vino; luego lo cargó sobre su cabalgadura, lo llevó a un albergue y pagó el hospedaje por él… En definitiva, se hizo cargo de él: es el ejemplo del amor al prójimo. Pero, ¿por qué Jesús elige a un samaritano como protagonista de la parábola? Porque los samaritanos eran despreciados por los judíos, por las diversas tradiciones religiosas. Sin embargo, Jesús muestra que el corazón de ese samaritano es bueno y generoso y que —a diferencia del sacerdote y del levita— él pone en práctica la voluntad de Dios, que quiere la misericordia más que los sacrificios. Dios siempre quiere la misericordia y no la condena hacia todos. Quiere la misericordia del corazón, porque Él es misericordioso y sabe comprender bien nuestras miserias, nuestras dificultades y también nuestros pecados. A todos nos da este corazón misericordioso. El samaritano hace precisamente esto: imita la misericordia de Dios, la misericordia hacia quien está necesitado. (S.S. Francisco, 14 de julio de 2013)
Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, quiero acabar esta oración pidiéndote que me tome en serio el amor concreto a mis hermanos que me necesitan. No quiero dar rodeos, ni buscar excusas, como el sacerdote y el levita. Quiero dar una respuesta clara, concreta y eficaz, como lo hizo el buen Samaritano. Éste no sólo dio su aceite, su vino, su dinero, sino también su tiempo y su persona.
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