“Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado”
1.-Oración introductoria.
Señor, me pongo a rezar sirviéndome de una escena delicada, sensible, encantadora: Tu postura ante una pobre mujer que lleva 18 años enferma sin poder enderezarse. Tú, Señor, la ves y te compadeces; no das tiempo ni a que ella misma te lo pida ni que pase la fiesta del sábado. Para ti la persona es lo primero. Demasiado tiempo lleva padeciendo; por eso no estás dispuesto a que siga sufriendo ni un solo minuto más. Haz que yo tenga esa prisa por hacer el bien.
2.- Lectura reposada del Evangelio, Lucas 13, 10-17
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado. Replicole el Señor: ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado? Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión
En este relato podemos observar tres comportamientos frente a la mujer enferma: el del jefe de la sinagoga, el de Jesús y el del pueblo.
a) El jefe de la sinagoga
Se indigna porque Jesús ha curado en sábado. Para él lo que importa es la observancia del sábado. Se podía haber esperado al día siguiente. La ley puede endurecer el corazón de modo que nos impida escuchar los gritos de los que sufren. Incluso podemos dar más importancia al asno que va a abrevar, que a una persona que sufre. Mientras se gastan cantidades fabulosas para cuidar con exceso a los animales, se están muriendo de hambre millones de niños.
b) Postura de Jesús.
No puede ver sufrir a la gente. Se le conmueve el corazón y pone a las personas por encima de las leyes. Jesús humaniza: ve a la mujer, la endereza, le devuelve su dignidad, y pone las manos sobre ella, es decir, le acaricia. Por eso, lo primero que le nace del corazón a esa mujer es glorificar a Dios.
c) La reacción de la gente
Es distinta: mientras los adversarios quedan confundidos, la gente sencilla se alegra de las maravillas de Dios. Lo mismo que ahora: mientras los hipócritas de siempre condenan al Papa Francisco, la gente sencilla se acerca a Dios y le agradece el regalo de este Papa para la Iglesia y para el mundo de hoy.
Palabra del Papa.
“Cuando llegó la noche, después de la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados”. Si pienso en las grandes ciudades contemporáneas, me pregunto dónde están las puertas ante las cuales llevar a los enfermos esperando que sean sanados. Jesús nunca se ha desentendido de su cuidado. Nunca ha pasado de largo, nunca ha vuelto la cara hacia otro lado. Y cuando un padre o una madre, o incluso simplemente gente amiga le llevaban delante de un enfermo, para que lo tocase y lo sanase, no ponía tiempo de por medio; la curación estaba antes que la ley, incluso de aquella tan sagrada como el descanso del sábado. Los doctores de la ley reprendían a Jesús, porque curaba en sábado. Hacía el bien el sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud, hacer el bien. Y eso está en el primer lugar siempre. Jesús envía a sus discípulos a hacer su misma obra y les da el poder de curar, ó sea para acercarse a los enfermos y cuidarlos hasta el final”. (Catequesis de S.S. Francisco, 10 de junio de 2014).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.- Propósito: En este día miraré a la gente que sufre con la mirada de Jesús.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, qué contento y feliz me siento de haberte conocido. Eres maravilloso. Nadie ha mirado a los hombres y mujeres de este mundo con una mirada tan cercana, tan compasiva, tan entrañable, como Tú. Si en este mundo ha habido algo realmente importante es tu mirada de compasión y bondad sobre tanta miseria humana. Este mundo es mucho más rico desde que Tú le miras con unos ojos parecidos a los nuestros.
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