«¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza”
1.- Oración introductoria.
Señor, leyendo hoy el evangelio, me dan ganas de decirte: hazme pequeño, como ese granito de mostaza. No quiero presumir de saber mucho, de tener mucho, de valer mucho. Quiero presumir de mi pequeñez. Y eso es lo que te ofrezco: “eso poquito que hay en mí”. Tú, Dios Padre, sabrás que vas a edificar “con lo poco que soy”.
2.- Lectura reposada del evangelio Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo dijo Jesús: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
3.- Qué dice el texto.
Meditación
En estas parábolas Jesús busca el contraste entre lo pequeño de los comienzos y lo grandioso del final. La semilla de mostaza es un granito como la punta del alfiler y, en algunas partes de Palestina llega a convertirse en arbusto de cuatro metros de altura. Parece que Dios siente inclinación por lo pequeño: Tomó un poco de barro para crear al primer hombre; David, el hijo más pequeño, el que va detrás de las ovejas, será el rey de Israel. Y es que la “mirada de Dios no es como la del hombre”. Y a la hora de elegir a su madre, Dios elige a María: la humilde, la pequeña, la esclava, la que no cuenta. ¿Por qué nuestros ojos se van detrás de lo grande? Dios, con nuestra pequeñez, puede hacer maravillas. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar lo pequeño? El futuro de la Iglesia se va a jugar con pequeños grupos de fe y de amor, con la fuerza de su testimonio. Lo importante de la levadura es que se mete “en toda la masa”. Nada se queda al margen de esa fuerza transformadora. Y yo, ¿dejo que el evangelio me penetre del todo y transforme toda mi persona? Dentro de mí puede haber zonas oscuras, parcelas ocultas, donde no ha entrado la fuerza de la fe. Esas zonas son paganas y se pueden convertir peligrosamente en terreno abonado para los ídolos.
Palabra del Papa
“La imagen del grano de mostaza. Si bien es el más pequeño de todas las semillas, está lleno de vida y crece hasta volverse ‘más grande que todas las plantas de huerto’. Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por simples y los humildes. Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hace fermentar a toda la masa del mundo y de la historia”. (Ángelus de S.S. Francisco, 14 de junio de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Silencio)
5.-Propósito: Aprovecharé el día al máximo sabiendo que nada hay pequeño ante los ojos de Dios.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, yo quiero aprender de este evangelio la gran lección de la humildad. Quiero aceptarme como soy: con mis limitaciones, mis errores, mis miserias, mis pecados. Eso es todo lo que te puedo ofrecer. Con un poquito de barro, un día pudiste hacer un hombre; con este granito de mostaza y este poquito de levadura, hoy Tú puedes hacernos santos.
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