domingo, 2 de noviembre de 2025
Cantos Eucarísticos para Adorar a Jesús Vivo en el Santísimo Sacramento 🙏 ✝️ | Música Católica
Fieles Difuntos: 2 de noviembre de 2025
En la casa de mi Padre hay muchas moradas.
INTRODUCCIÓN
Señor, ayer celebramos el día de todos los santos y hoy la liturgia nos invita a celebrar la Misa por nuestros difuntos. Y hay una relación entre un día y otro. De hecho, los cristianos llamamos al lugar de los muertos “campo santo”, es decir, un campo sembrado de santos. Haz, Señor, que yo rece hoy por mis difuntos y eleve mi mirada por encima de las tumbas, como hizo Jesús sobre la tumba de Lázaro. No es cuestión de mirar el cadáver sino mirar al cielo donde está nuestro Padre Dios donde Él nos espera para darnos el abrazo definitivo.
TEXTOS BÍBLICOS
1ª lectura: Lam. 3,17-26; 2ª lectura: Rm. 6,3-9
EVANGELIO
Juan 14:1-4
“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
REFLEXIÓN
Meditación-reflexión sobre una visita provechosa al cementerio.
¿Qué he visto en el cementerio? Lágrimas, flores y gente rezando.
- Lágrimas. He visto llorar a las personas, especialmente a las que acaban de perder algún ser querido. Son lágrimas de impotencia. Mientras hay vida hay esperanza, y hemos luchado hasta el final. Pero hay un momento en que los médicos tiran la toalla y dicen: hasta aquí hemos llegado. La muerte nos aboca a todos a pensar en nuestra limitación, nuestra fragilidad, nuestra impotencia. Aquí debería quedar abatido nuestro orgullo, nuestra soberbia. ¡No somos nada! Y, sin embargo, esa nada que yo soy, es amada por Dios. La última palabra no la tiene la muerte sino el amor. “Cuando yo le digo a una persona: te amo, es como si le dijera: tú no morirás” (G. Marcel). No moriremos porque el Padre Dios que ha preparado una casa grande para todos, no puede quedar defraudado.
- He visto flores, muchas flores. Si miramos hacia abajo, ahí están los restos de nuestros seres queridos. Ya todo se ha convertido en cadáver, corrupción, hediondez. Levantemos pronto la vista porque nos hace daño. Pero seamos realistas: lo que nosotros somos, ellos lo fueron; lo que ellos son, nosotros lo seremos. Aprendamos de la muerte la gran lección de la vida. En la superficie: flores, muchas flores. Son símbolo del amor. Es como decir a nuestros seres queridos: No os hemos olvidado. Estáis vivos en nuestra memoria y en nuestro corazón. Queremos cubrir vuestros huesos fríos con el manto caliente de nuestro cariño.
- Gente rezando. En la cima de nuestras sepulturas siempre hay un crucifijo que nos da esperanza. De hecho, cada uno se retira a la sepultura de sus familiares, guarda silencio y reza. Nuestra fe nos dice que entre nosotros y nuestros difuntos no hay un muro que nos separa sino un puente de fe y de amor que nos une. Cuando San Ignacio mártir iba a Roma camino del martirio para ser devorado por las fieras, decía: “Bello es que el sol de mi vida se apague, para que en Él yo amanezca”. Cuando el sol se pone por el Occidente, da la impresión que desaparece; pero no es así: va a iluminar otros mundos. Un día yo también me pondré, como el sol, pero me pondré con el Sol-Jesús que me acompañará para brillar en un Mundo Nuevo.
Es importante llevar a la Eucaristía a nuestros seres queridos. “Si comulgamos nos encontramos todos tan fuertemente unidos que ya solo somos el único cuerpo de Cristo. Su sed de Dios es la nuestra. Nuestro anhelo de ver al Señor es el suyo. Compartimos esperanza. Soñamos con experimentar la misma ternura, la misma dulzura, el mismo gozo, la misma plenitud” (Fr. Agrelo).
Palabra del Papa.
“En el pueblo de Dios, con la gracia de su compasión donada en Jesús, tantas familias demuestran, con los hechos, que la muerte no tiene la última palabra y esto es un verdadero acto de fe. Todas las veces que la familia en el luto – incluso terrible – encuentra la fuerza para custodiar la fe y el amor que nos unen a aquellos que amamos, impide a la muerte, ya ahora, que se tome todo. La oscuridad de la muerte debe ser afrontada con un trabajo de amor más intenso. «¡Dios mío, aclara mis tinieblas!”, es la invocación de la liturgia de la tarde. En la luz de la Resurrección del Señor, que no abandona a ninguno de aquellos que el Padre le ha confiado, nosotros podemos sacar a la muerte su “aguijón”, como decía el apóstol Pablo (1 Cor 15,55); podemos impedirle envenenarnos la vida, de hacer vanos nuestros afectos, de hacernos caer en el vacío más oscuro”. Papa Francisco (17-06-2015)
PREGUNTAS
1.- Yo sé que voy a morir, pero ¿Ya me lo creo? ¿En qué se nota?
2.- Creo que Jesús ha resucitado, pero ¿de verdad creo que voy a resucitar yo?
3.- ¿Estoy convencido de que, para un cristiano, cualquier tiempo pasado fue peor? ¿Sé que lo mejor está por venir?
El Canto de las Monjas del Alba 🌅 Voces Angelicales
El Día de los Fieles Difuntos
sábado, 1 de noviembre de 2025
ADORACIÓN CATÓLICA | Tú Eres Mi Refugio Fiel – MÚSICA PARA ORAR Y ENCONTRAR PAZ
Todos los Santos: 1 de noviembre de 2025
Bienaventurados…
INTRODUCCIÓN
En esta fiesta celebramos la «bondad» se encuentre donde se encuentre. Es una fiesta de optimismo, porque, a pesar de todas las noticias negativas de los telediarios, hay mucho bien en el mundo si sabemos descubrirlo. Es cierto que mete más ruido uno tocando el tambor que mil callando. Por eso nos abruma el ruido que hace el mal y no nos queda espacio para descubrir el bien, que es mucho más fuerte y está más extendido que el mal (F. Marcos).
LECTURAS BÍBLICAS
1ª lectura: Apo. 7, 2-4.9-14. 2ª lectura: 1Jn. 3, 1-3
EVANGELIO
San Mateo 5, 1-12:
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»
REFLEXIÓN
Hoy es el día de todos los santos. No de los santos de altar, de aquellos que necesitan milagros para ser reconocidos por el Papa. Son los santos innominados que no necesitan reconocimiento oficial, pero que están reconocidos por el Padre Dios “que ve lo que hay en el corazón de cada uno”. ¿Cuáles son las características de estos santos? Veamos:
1.- Los santos son muchos (1ª lectura). Algunas sectas interpretan los números al pie de la letra y dicen que sólo se salvan los 144 .000 que dice la Biblia. Y no se dan cuenta que es un número simbólico que resulta de multiplicar 12 (tribus de Israel) por 12 (apóstoles) y añadir mil que indica plenitud. Por eso, el mismo texto dice al final que “era una multitud tan grande que nadie podía contar”. Esto, para nosotros, es muy importante en este día. Si son tantos los santos que nadie puede contar… ¿No voy a estar yo entre ellos? ¿Y mi familia, y mis amigos, y, sobre todo, todos los amigos que tiene Dios? Por eso hoy el pueblo fiel se desplaza al cementerio a visitar y a rezar a “sus santos”. El templo hoy se traslada al cementerio y cada sepultura queda convertida en un altar.
2.– Lo primero que se necesita para ser santo es dejarse amar por Dios (2ª lectura). ¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre!… En este mundo hay cosas muy bellas que nos invitan a contemplarlas: las montañas nevadas, los bosques, los mares, la sonrisa de los niños etc. Pero nada tan bello y tan digno de ser contemplado como “el amor que Dios–Padre nos tiene”. Lo primero para ser santo es “sentirse querido por Dios”. En este maravilloso texto de Juan descubrimos un pasado, un presente y un futuro.
Pasado: Mirad que amor nos ha tenido. El mejor comentario lo hace San Pablo en la carta a los Efesios cuando dice: “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante Él por el amor”.
En Cristo todos tenemos una pre-existencia. Antes de la creación del mundo el Padre nos ha visto ya en Cristo. Desde toda la eternidad todos hemos sido objeto de unos sueños eternos.
Presente. ¡Lo somos! Da la sensación de que el apóstol Juan no acabara de creérselo. Es como esos papás que han estado años esperando un hijo y por fin les llega. No caben de alegría y exclaman ¡Somos papás! ¡Lo somos!
Futuro. “Aún no se ha manifestado lo que seremos”. Para el apóstol el futuro va a ser mucho mejor que el presente y el pasado. Si un Padre, ya en este mundo, nos trata de esa manera ¿Qué hará con nosotros cuando lleguemos al cielo? De un Padre inmensamente poderoso e infinitamente bueno se puede esperar cualquier cosa. ¡Es tiempo de soñar! Una eternidad se pasó Dios soñando en nosotros. ¿Es mucho que nosotros nos pasemos este breve tiempo de la vida soñando en Él? Sabemos que todos nuestros sueños se quedarán cortos.
3.– El santo es aquel que logra ser feliz ya en este mundo. (Evangelio). Un Dios que tanto nos ama, no espera a que seamos felices sólo después de la muerte. Quiere que seamos felices ya en este mundo, y ya desde aquí, anticipemos la felicidad que nos espera. La causa de nuestra felicidad es que Dios está de nuestra parte. Los pobres pueden ser felices no porque carecen de medios sino porque tienen en su corazón a Dios como suprema riqueza. Y cuando Dios está en el corazón, cambia la vida de las personas: se pone la alegría no en acumular sino en compartir; no en dominar sino en servir; no en ser más importante sino en hacerse humilde, imitando así a Jesús que, cuando pronunciaba las bienaventuranzas, estaba expresando lo que Él estaba viviendo por dentro. Con la irrupción del Reino de Dios este mundo cambiará y los pobres sociológicos serán acogidos como hijos del Padre bueno y hermanos de los que han puesto en sus corazones a Dios como Rey.
PREGUNTAS
1.– El hecho de ser muchos los que se salvan, ¿me anima a mí a trabajar por conseguir la santidad?
2.- ¿Estoy convencido de que el camino auténtico para ser santo es dejarme amar por Dios? ¿Es esto tan difícil?
3.- ¿Estoy convencido de que Dios quiere que seamos felices ya en esta vida? ¿Estoy dispuesto a experimentarlo siguiendo a Jesús?