jueves, 27 de noviembre de 2025

La Medalla Milagrosa: el regalo que María dejó al mundo

 


La Medalla Milagrosa es uno de los regalos más extraordinarios que la Virgen María ha dado a la Iglesia.
Su historia comienza en 1830, cuando la Madre de Dios se apareció a una joven religiosa humilde: Santa Catalina Labouré, en París.

Una noche, Catalina fue despertada por un niño resplandeciente que le dijo: “La Virgen te espera.”
Al entrar en la capilla, vio a María sentada en el sillón del director espiritual, con una luz que inundaba todo. La Santísima Virgen habló con ella como una madre habla a su hija, anunciándole difíciles tiempos para Francia y para la Iglesia.

Meses después, María volvió a aparecerse, rodeada de luz, con los brazos extendidos y rayos que brotaban hacia la tierra.
Allí le dijo las palabras que cambiaron la historia:

“Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Las personas que la lleven con confianza recibirán grandes gracias.” En el anverso, María aparece como la Inmaculada Concepción, aplastando la cabeza de la serpiente: símbolo de su victoria sobre el mal. En el reverso se ven la cruz, la letra “M”, los corazones de Jesús y María, y doce estrellas: toda una catequesis del amor de Dios. Cuando la medalla comenzó a difundirse, los milagros no tardaron en llegar: conversiones repentinas, curaciones, protección en tiempos de guerra y paz para los moribundos. Pronto el pueblo la llamó “la Medalla Milagrosa”. Hoy, sigue siendo un sacramental de gracia y consuelo. No es un amuleto. No es magia. Es un recordatorio vivo del amor de la Virgen y de su intercesión maternal. La Madre no se olvida de sus hijos.
Y esta medalla es una prueba de que el cielo sigue obrando maravillas cuando abrimos el corazón con fe. Amén.

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