sábado, 20 de febrero de 2021

Moniciones I Domingo de Cuaresma, Ciclo B (21 de febrero de 2021)

                                     

Monición de entrada

Sean bienvenidos hermanos a este lugar santo, para celebrar juntos la santa misa en el primer domingo de Cuaresma. Para muchos cristianos empieza hoy prácticamente la Cuaresma, mientras que otros hemos vivido ya los días de introducción desde el miércoles de ceniza. 

Este tiempo de Cuaresma es de preparación para la Pascua. Dispongámonos desde ya a vivirla en plenitud, celebrando dignamente esta eucaristía. De pie, cantamos. 

NOS HAS LLAMADO AL DESIERTO

  Moniciones para cada lectura

  • Primera lectura (Génesis 9, 8-15) 

De las etapas de la Historia de Salvación que van presentando las primeras lecturas de los domingos de Cuaresma, hoy escuchamos el pacto que Dios hizo con Noé, después del diluvio.

DESCÚBRENOS SEÑOR TUS CAMINOS


  • Salmo responsorial (Salmo 24)

Con el salmo 24 responderemos a la primera lectura pidiendo a Dios que nos enseñe a conducirnos bien para guardar su alianza. Contestaremos todos:

  • Segunda lectura (1 Pedro 3, 18-22)

San Pedro hace una interpretación de la primera lectura de hoy, presentándonos algunas formulaciones que nosotros también expresamos en el credo. Escuchemos.

  • Evangelio (Marcos 1, 12-15)

Escuchemos ahora un relato muy breve de las tentaciones, que presenta a Jesús en una encrucijada: optar por el camino propuesto por el Padre o elegir el que le propone el Tentador.

HOMILÍA

Concentrémonos en la frase inicial del Evangelio: «El Espíritu empujó a Jesús al desierto». Contiene un llamamiento importante en el inicio de la Cuaresma. Jesús acababa de recibir, en el Jordán, la investidura mesiánica para llevar la buena nueva a los pobres, sanar los corazones afligidos, predicar el reino. Pero no se apresura a hacer ninguna de estas cosas. Al contrario, obedeciendo a un impulso del Espíritu Santo, se retira al desierto donde permanece cuarenta días, ayunando, orando, meditando, luchando. Todo esto en profunda soledad y silencio.

Ha habido en la historia legiones de hombres y mujeres que han elegido imitar a este Jesús que se retira al desierto. En Oriente, empezando por san Antonio Abad, se retiraban a los desiertos de Egipto o de Palestina; en Occidente, donde no había desierto de arena, se retiraban a lugares solitarios, montes y valles remotos.

Pero la invitación a seguir a Jesús en el desierto se dirige a todos. Los monjes y los ermitaños eligieron un espacio de desierto; nosotros debemos elegir al menos un tiempo de desierto. Pasar un tiempo de desierto significa hacer un poco de vacío y de silencio en torno a nosotros, reencontrar el camino de nuestro corazón, sustraerse al alboroto y a los apremios exteriores para entrar en contacto con las fuentes más profundas de nuestro ser.

Bien vivida, la Cuaresma es una especie de cura de desintoxicación del alma. De hecho no existe sólo la contaminación de óxido de carbono; existe también la contaminación acústica y luminosa. Todos estamos un poco ebrios de jaleo y de exterioridad. El hombre envía sus sondas hasta la periferia del sistema solar, pero ignora, la mayoría de las veces, lo que existe en su propio corazón. Evadirse, distraerse, divertirse: son palabras que indican salir de sí mismo, sustraerse a la realidad. Hay espectáculos «de evasión» (la TV los propina en avalancha), literatura «de evasión». Son llamados, significativamente, fiction, ficción. Preferimos vivir en la ficción que en la realidad. Hoy se habla mucho de «alienígenas», pero alienígenas, o alienados, lo estamos ya por nuestra cuenta en nuestro propio planeta, sin necesidad de que vengan otros de fuera.

Los jóvenes son los más expuestos a esta embriaguez de estruendo. «Que se aumente el trabajo de estos hombres –decía de los hebreos el faraón a sus ministros-- para que estén ocupados en él, de forma que no presten oído a las palabras de Moisés y no piensen en sustraerse de la esclavitud» (Ex 5, 9). Los «faraones» de hoy dicen, de modo tácito pero no menos perentorio: «Que se aumente el alboroto sobre estos jóvenes, que les aturda, para que no piensen, no decidan por su cuenta, sino que sigan la moda, compren lo que queremos nosotros, consuman los productos que decimos nosotros».

¿Qué hacer? Al no podernos ir a desierto hay que hacer un poco de desierto dentro de nosotros. San Francisco de Asís nos da, al respecto, una sugerencia práctica. «Tenemos --decía-- una ermita siempre con nosotros; allí donde vayamos y cada vez que lo queramos podemos encerrarnos en ella como ermitaños. ¡El eremitorio es nuestro cuerpo y el alma es la ermita que habita dentro!». En este eremitorio «portátil» podemos entrar, sin saltar a la vista de nadie, hasta mientras viajamos en un autobús concurridísimo. Todo consiste en saber «volver a entrar en uno mismo» cada tanto.

¡Que el Espíritu que «empujó a Jesús al desierto» nos lleve también a nosotros, nos asista en la lucha contra el mal y nos prepare a celebrar la Pascua renovados en el espíritu!

Oración de los fieles

1. Para que en esta Cuaresma, todos los que formamos la Iglesia renovemos nuestro compromiso con Dios con una conciencia pura. Oremos al Señor.

2. Para que quienes tienen responsabilidades en la vida política y social, reconozcan sus pecados y conviertan sus corazones para prestar un mejor servicio al pueblo. Oremos al Señor.

3. Para que la Cuaresma nos mueva a practicar la caridad con quienes son marginados en nuestras sociedades. Oremos al Señor.

4. Para que esta Cuaresma sea para todos, tiempo de verdadera conversión y penitencia y así podamos construir una comunidad creyente más buena y unida. Oremos al Señor

Presentación de las Ofrendas

Con las ofrendas de pan y vino, también presentémosle al Señor nuestros corazones, para que la gracia de su Espíritu nos permita transformarlos en esta Cuaresma.

A TÍ LEVANTO MIS OJOS

Comunión

No solo de pan vive el hombre, pero el Pan que Cristo hoy nos ofrece, nos dará la vida eterna. Acerquémonos a recibirle. 

Final 

Vayamos ahora a vivir una vida acorde con el Tiempo de Cuaresma, con ayuno, oración y limosna.

MIENTRAS RECORRES LA VIDA

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