lunes, 12 de agosto de 2024

Evangelio del lunes 12 de agosto de 2024

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“Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres”

1.- Introducción

Señor, a veces, a mí también me atrapa la tristeza como a los apóstoles. Pero quiero fijarme en tus palabras: “Al tercer día resucitaré”. Mi tristeza se convertirá en gozo. Los sufrimientos de este mundo son pasajeros, pero la alegría será eterna. Señor, quiero vivir de esperanza.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Mateo 17, 22-27

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo Jesús: Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día. Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Contestó: Sí. Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? Contestó: A los extraños. Jesús le dijo: Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Se trata del segundo anuncio de la pasión. Si el primer anuncio provocó una fuerte resistencia por parte de los discípulos y especialmente de Pedro, este segundo anuncio no es recibido con oposición, pero sí con “tristeza”.  Sin duda que no leyeron el texto entero. Jesús, en los tres anuncios, siempre termina de la misma manera: «Resucitará al tercer día». Un cristianismo sin Pascua, un cristianismo sin perspectiva de Resurrección produce escándalo, miedo y tristeza. Y eso ya no es cristianismo. No basta con que Cristo haya resucitado; es necesario que la Resurrección de Jesús esté en la base de toda experiencia de fe. La Resurrección de Jesús no es sólo asunto de la otra vida. La Resurrección de Jesús “penetra en nuestra vida cristiana” y nos hace vivir no como esclavos sino como hijos, es decir, con alegría, con ilusión, con libertad interior. A eso alude Jesús también con el tema del impuesto religioso. Venía del tiempo de Nehemías (s.V a.C). Al volver los judíos del destierro de Babilonia se comprometieron a pagar un tributo para el culto del templo de Jerusalén (Neh. 10,33-40). Y Jesús, aunque no tenía obligación, lo pagaba para no dar mal ejemplo. Los cristianos somos ciudadanos que nos sometemos a las leyes civiles cuando éstas no están en contra de Dios.

Palabra del Papa

“Señor, si yo tengo miedos, hoy quiero ponerlos nuevamente en Ti. Quizá no desaparecerán, pero al menos están en tus manos. Quiero acoger mi vida, mi realidad presente como una ocasión invaluable para agradarte. Hazme entender con la fe, que incluso entre las espinas de la vida hay frutos bellos que jamás se marchitarán. Más aún: que incluso los momentos que serían «dignos» de olvidar, pueden convertirse, con tu gracia, en enseñanzas y experiencias para engrandecer el corazón y caminar hacia la eternidad. Hoy pongo en tus manos mi corazón, para caminar mi vida como Tú. «Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito… Es la otra vía. […], Emprendamos también nosotros con decisión este camino de la humildad, con mucho amor a Él, nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros». (Homilía de S.S. Francisco, 29 de marzo de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Haré presente en este día la Resurrección del Señor y convertiré mi tristeza en gozo.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, antes de acabar esta oración, quiero agradecerte el haber fundado el cristianismo no sobre la muerte, sino sobre la Resurrección. Por dura que sea la vida, siempre habrá una luz que me marque el camino de la Pascua. A los cristianos nos pueden arrebatar la vida, pero nunca la alegría de vivir. Gracias, Señor, por mi fe en tu gloriosa Resurrección.

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