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¡Ay de vosotros que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos!
1.- Oración introductoria
Señor, hoy te quiero pedir por la limpieza y transparencia de la Iglesia. Jesús, tú no toleras algunos comportamientos de los fariseos que hacen daño al rebaño de las comunidades cristianas. Jesús, tú no toleras la arrogancia, la hipocresía, la intolerancia. Jesús tú quieres comunidades vivas que sirvan de espejos donde se transparente la comunidad de la Trinidad.
2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 23, 13-22
En aquellos días, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! «¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, ¡queda obligado!» ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: «Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado.» ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Aquí lo más importante que recrimina Jesús a los jefes del pueblo no es tanto el que ellos no quieran entrar en el nuevo camino traído por Él, sino el que “cierren la puerta para que otros entren”. Y esto es muy actual en nuestros días. El Papa Francisco nos está invitando todos los días a “entrar por el camino del Evangelio”. Todos los días nos pone en contacto con la frescura del evangelio, con la verdad del evangelio, con la belleza del evangelio. Y algunos se empeñan en ponerle zancadillas a esta hermosa renovación que está llevando en la Iglesia. Otro tanto sucede con el tema de la ceguera. No es lo más grave que esos jefes fariseos sean ciegos; lo grave es que se conviertan en “guías del pueblo”. La ceguera consiste fundamentalmente en que no saben distinguir entre lo “esencial y lo accidental”. Dan más importancia al “oro del templo” que al mismo Templo. Y más importancia a la ofrenda que hay en el altar que al propio altar. También en nuestra Iglesia Católica tenemos que entonar un “mea culpa” por haber tolerado, a veces, tanta “mercancía” en los lugares sagrados. Y lo que es peor: hay jefes dentro de la Iglesia que dan más importancia a una moral tradicional que al misterio de un Dios-Amor que se deshace en ternura, compasión y misericordia con todos sus hijos.
Palabra del Papa.
¡Qué corrección la que les has dado a los fariseos y escribas de tu tiempo, el Señor! Pero cuánto amor se descubre detrás de estas correcciones que buscaban la conversión. La corrección me demuestra que una persona de verdad se interesa por mí. No le es indiferente si estoy o no en el mal camino, si estoy malogrando mi existencia, si estoy haciendo las cosas de la manera incorrecta. Esto es lo que me demuestras hoy. Tú eres un Dios que se interesa por mi bien. Tú siempre buscas lo mejor para mí aunque a veces me cueste descubrirlo y aceptarlo. No eres el prohibidor absoluto, eres el consejero perfecto… «La corrección es un estímulo cuando también se valoran y se reconocen los esfuerzos y cuando el hijo descubre que sus padres mantienen viva una paciente confianza. Un niño corregido con amor se siente tenido en cuenta, percibe que es alguien, advierte que sus padres reconocen sus posibilidades.» (S.S. Francisco, Exhortación apostólica Amoris Laetitia, n. 269).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.- Propósito: Vivir todo el día “en verdad”. No aceptar ni un átomo de hipocresía dentro de mí.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, Tú estuviste muy pendiente de que, en las primeras comunidades cristianas, no se filtraran doctrinas falsas, que pusieran en peligro la verdad del evangelio. El agua, en la medida que se aparta del manantial es más turbia. Que yo beba siempre agua de manantial y no de pozo; agua limpia y saltarina y no agua estancada. Haz que yo siempre beba de las aguas limpias y cristalinas del evangelio.
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