Cada árbol se conoce por sus frutos.
1.- Introducción.
Señor, estamos viviendo en un tiempo en que faltan principios sólidos, convicciones profundas, a la hora de obrar. No vale el decir que esto es lo que hace todo el mundo. Yo quiero asentarme en la verdad del Evangelio. En él se recoge el actuar de Jesús. Yo, Jesús, quiero seguirte, poner mis pies en las huellas que dejaron los tuyos, apoyarme en Ti y en tus palabras. No basta saberlas. Ellas son mi roca cuando las pongo en práctica. Señor, ayúdame a cumplirlas.
2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 6, 43-49
En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca. ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
En la Biblia. lo verdadero es lo firme, lo sólido. Según esto, la fe no consiste en “creer lo que no se ve” como nos han dicho de niños, sino apoyar nuestra vida en lo sólido, en lo seguro, en lo que permanece. Y en este evangelio, Jesús nos dice que aquello que da seguridad es el escuchar sus palabras y ponerlas en práctica. Y sabemos que las palabras de Jesús, antes de ser predicadas, han sido vividas por Él. Y nosotros, los que cada día leemos y escuchamos sus palabras, nos debemos preguntar: ¿Es Jesús mi roca? ¿Me siento seguro con Él? ¿Es Jesús capaz de hacerme feliz? Hay mucha gente indecisa, insegura, y vienen a nosotros y nos hacen preguntas. ¿Qué debemos decirles? Por supuesto, no les demos teorías, no les digamos que “doctores tiene la Santa Iglesia que sabrá responder”. Con mucha humildad y sencillez, les podemos decir: Hace muchos años que conozco a Jesús y trato de seguirle. Tengo, como todo el mundo, problemas, dificultades, enfermedades, pero estando con Él no me hundo, no tiro la toalla, encuentro paz y alegría interior. Cuando alguna vez peco y conscientemente me aparto de Él, me siento mal. Y sólo volviendo a Él encuentro la paz profunda, el gozo verdadero. A mí, con Jesús me ha ido bien, me va bien. ¿Por qué no pruebas tú?
Palabra del Papa Francisco
“No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’, entrarán en el Reino de los Cielos, estos hablan, hacen, pero les falta otra actitud, que es precisamente la base, que es precisamente el fundamento del hablar, del actuar: les falta escuchar. Por eso Jesús continúa: ‘Quien escucha mis palabras y las pone en práctica”. El binomio hablar-actuar no es suficiente… nos engaña, tantas veces nos engaña. Y Jesús cambia y dice: “el binomio es el otro, escuchar y actuar, poner en práctica: ‘quien escucha mis palabras y las pone en práctica será como el hombre sabio que construye su casa sobre la roca”. Quien escucha las palabras pero no las hace suyas, las deja pasar, no escucha seriamente y no las pone en práctica, será como el que edifica su casa sobre arena. Cuando Jesús advierte a la gente sobre los ‘pseudoprofetas’ dice: ‘por sus frutos les conoceréis’. Y de aquí, su actitud: muchas palabras, hablan, hacen prodigios, hacen cosas grandes pero no tienen el corazón abierto para escuchar la Palabra de Dios, tienen miedo de la Palabra de Dios y estos son ‘pseudocristianos’. Es verdad, hacen cosas buenas, es verdad, pero les falta la roca”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de junio de 201, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a m í este texto ya meditado. (Silencio).
5.-Propósito. A lo largo del día, me haré esta pregunta: ¿En quién estoy apoyando yo mi vida? ¿Es Jesús el que realmente ocupa el centro de mi corazón?
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, te confieso que hoy tu palabra me ha tocado por dentro. Puedo pasar toda mi vida leyendo la Biblia, asistiendo a la Eucaristía, creyéndome cristiano y, sin embargo, puedo estar perdiendo, malogrando estos preciosos años de vida que me regalas. Señor, no quiero vivir de fachada, de apariencia, de teorías. Quiero asentar mi vida sobre la roca firme de tu Palabra hecha carne y vida en mí. Ayúdame, Señor.
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