1.- Oración introductoria.
Señor, te pido que me envíes tu Espíritu para que ahonde por dentro lo que hoy puede significar para mí la palabra del evangelio: Reino de Dios. Porque cuando Tú no reinas en mí, las cosas van de mal en peor. Los reinos de este mundo no me dicen nada y dejan mi corazón vacío. Pero tampoco me siento satisfecho cuando me constituyo rey de mí mismo. ¡Qué mal me sé gobernar! Por eso acudo a ti para que entres dentro de mí como Dueño y Señor de mi vida. Toma posesión de mí. Mi casa es tu casa. Mi libertad es también tuya. Yo seré feliz viendo cómo te enseñoreas y te recreas en el jardín de mi corazón.
2.- Lectura sosegada del Evangelio: Mateo 4,12-17.23-25
En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaúm, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz». Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.
3.- Qué dice el texto.
Meditación reflexión.
El reino de Dios fue el centro de la ocupación y preocupación de Jesús. Y el reino de Dios irrumpe en nuestro mundo con Jesús. Dios, cansado del mal gobierno de los reyes de este mundo, quiere tomar la iniciativa para cambiar las cosas, para hacer un mundo más habitable, más humano, más familiar. Este Reino de Dios es “don y tarea”. Ante todo es DON, REGALO, OBSEQUIO. Y los regalos se aceptan y se agradecen. Cuando una persona acepta con gozo este regalo, pronto se nota. Lo dice el mismo texto del evangelio: “El pueblo que estaba en tinieblas vio una gran luz”. El cambio es tan profundo como el paso “de la noche al día”. La palabra clásica para asignar el cambio “metanoia” significa: cambio de mentalidad. Hay una manera nueva de ver las cosas, las personas, los acontecimientos. Y esto se realiza con un gozo increíble. Es como “el ciego que comienza a ver”; como el sordo que “comienza a oir”: como el mudo “que comienza a hablar”; como el paralítico que “comienza a andar; como el muerto “que vuelve a la vida”. Los milagros de Jesús son como el “estallido del reino de Dios en este mundo”. Este reino de Dios es también “tarea”. Cuando un ciego ha recobrado la vista, quiere que todos los ciegos vean. Cuando un sordo ha recobrado el oído, quiere que todos los sordos oigan. Cuando un paralítico ha recobrado el movimiento, quieren que todos los paralíticos caminen. Cuando un muerto ha recobrado la vida, quiere que todos los muertos resuciten. La tarea es consecuencia del don recibido y agradecido. Me pregunto: ¿Soy consciente de tantos dones que Dios me ha dado? ¿Qué he hecho con ellos? ¿Los he enterrado? ¿Los he malogrado? ¿Qué estoy dispuesto a hacer?
Palabra del Papa.
Se dice que cuando la noche es más oscura es cuando más brillan las estrellas. Podríamos decir también que cuando más oscuro es nuestro peregrinar por este mundo es cuando más brilla la luz de Cristo en nuestros corazones. Cuando más solos nos sentimos es cuando Cristo está más cerca de nosotros. Porque como dice el profeta Isaías: «este mundo camina en tinieblas pero ya ha visto una gran luz que viene a salvarle». No permitamos que la ceguera de nuestro egoísmo entenebrezca la luz de Cristo en nuestros corazones. Tengamos bien abiertos los ojos de la fe en Dios para caminar por la senda del verdadero amor y de la verdadera esperanza…Con sus invitaciones a la conversión, este tiempo viene providencialmente a despertarnos, a sacudirnos de la apatía, del riesgo de seguir adelante por inercia. La exhortación que el Señor nos dirige por medio del profeta Joel es fuerte y clara: “Convertíos a mí de todo corazón”. ¿Por qué debemos volver a Dios? Porque algo no está bien en nosotros, no está bien en la sociedad, en la Iglesia, y necesitamos cambiar, dar un viraje. Y esto se llama tener necesidad de convertirnos. Una vez más este tiempo nos dirige su llamamiento profético, para recordarnos que es posible realizar algo nuevo en nosotros mismos y a nuestro alrededor, sencillamente porque Dios es fiel, es siempre fiel, porque no puede negarse a sí mismo, sigue siendo rico en bondad y misericordia, y está siempre dispuesto a perdonar y recomenzar de nuevo. Con esa confianza filial, pongámonos en camino.» (Cf. S.S. Francisco, 5 de marzo de 2014).
4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio que acabo de meditar. (Silencio)
5.- Propósito. Hoy quiero caminar por la vida con un corazón libre, atado exclusivamente a la voluntad del Padre y así hacer el bien a mis hermanos.
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración. Señor, hoy he aprendido a ser agradecido. Gracias por todo lo que me has dado, por todos los beneficios que he recibido de Ti. Te los agradezco y te los ofrezco de la mejor manera que puedo hacerlo: poniéndolos al servicio de mis hermanos, especialmente de aquellos que más lo necesitan. Tú no necesitas pan, pero hay muchos hambrientos en el mundo; Tú no necesitas compañía, pero hay muchos que se mueren de soledad; Tú, no; pero ellos, sí. Y aquí estamos nosotros para echarles una mano.
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