sábado, 20 de noviembre de 2021

EL MANANTIAL DE LA VIDA. Jesucristo, Rey del Universo: 21 de noviembre de 2021


Mi reino no es de este mundo

INTRODUCCIÓN

Jesús es lo contrario de lo que, normalmente, entiende la gente por un rey. El reino de Jesús es el reino del amor y de la entrega al servicio a los demás. Para reinar de esa manera no necesita ni soldados ni poder. Lo va a demostrar entregando su vida en la cruz. Estaremos en la verdadera perspectiva si no olvidamos que Jesús reinó desde la cruz. Aceptar la muerte como entrega total, es toda su gloria y todo su poder. Jesús hace presente el Reino que es Dios, cuando se olvida de sí mismo y pone todo lo que es al servicio de todos. El «Hijo de hombre» (único título que Jesús se aplica a sí mismo), nos da la clave para entender lo que pensaba de sí mismo. Se considera el hombre auténtico, el modelo de hombre, el hombre verdad. Su intención es que todos lleguen a identificarse con él. Jesús es la última referencia para todo el que quiera llegar a manifestar en su vida la verdadera calidad humana (Fray Marcos).

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Dan. 7,13-14.       2ª lectura: Ap. 1,5-8.

EVANGELIO

San Juan 18, 33b-37:

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

REFLEXIÓN

1.– La bella profecía de Daniel (1ª Lectura). Daniel tiene un sueño-visión. Y aparece el océano, como elemento hostil. Y del océano brotan las fieras, que entran en la tierra firme de la historia. Una fiera va eliminando a otra y cada vez peor. Esas fieras ya son conocidas por nosotros: el imperio de Nabucodonosor, los medos, los persas, Alejandro Magno… Y así la historia va pasando bajo el dominio de lo bestial, lo feroz, lo brutal. Si sigue así, la historia no tiene remedio. Entonces, el mismo Dios, como un anciano venerable, se sienta solemnemente con unos libros en las manos. Hay que buscar una solución. Y la solución no está en una quinta fiera. Y sigue la visión. Aparece “una figura humana” que viene de la carroza celeste. En un principio a esa figura se le da una interpretación colectiva: “la comunidad de los santos del Altísimo, el Pueblo consagrado a Dios”. Pero va pasando el tiempo y la profecía no funciona. Es entonces cuando se le da una interpretación individual, esa figura es la cabeza de ese pueblo, es decir, EL MESIAS.

2.– Con Jesús, el Mesías, la profecía llega a plenitud. Es Jesús el que va a dar a la humanidad “un rostro humano”.  Jesús va a ser “rey” pero no de este mundo salvaje y bestial. Él nos va a decir que “todos somos hijos de Dios” y que, por lo tanto, somos hermanos. Con Jesús se debe acabar con la ley de la selva. Y va a imponer la ley del amor, del servicio auténtico al hombre, a todo hombre o mujer sin poner etiquetas; la ley   de la autoridad como servicio desinteresado. Jesús va a pasar toda la vida haciendo el bien y quitando de nosotros el mal. Es impresionante las palabras del ciego de Betsaida, después de haber sido untado por Jesús: “Veo hombres como árboles que andan” (Mc. 8.24). Unos hombres sin rostro humano. Sin capacidad de entender ni de sentir, reducidos a una vida puramente vegetativa. A ese hombre que no es hombre, que ha sido desfigurado, a ése viene a salvar Jesús. Cuando Cristo es perseguido en el huerto, Pedro le corta a uno la oreja, por defender a Jesús. Pero Jesús, después de curar la oreja, le dice mansamente a Pedro: “Mete tu espada en la vaina, porque el que a hierro mata, a hierro muere” (Mt. 26,52). Jesús no ha caído en la trampa. Por el camino de la violencia se entra en un callejón sin salida.  Jesús morirá en una Cruz, como Rey de Paz, de Amor, de Verdad, de Justicia.

3.– El cristiano está llamado a ser “rey de sí mismo”. En el bautismo se nos dice que somos “reyes”. Pero no reyes para dominar sino para dominarnos a nosotros mismos. A los primeros cristianos que vivían en Roma en tiempo de los emperadores, se les obligaba a dar culto al Emperador, como si fuera un Dios. Pero ellos decían: Nosotros no adoramos más que a nuestro Señor Jesucristo, que ha muerto y ha resucitado por nosotros. Esta profesión de fe, los llevó al martirio. Debemos estar atentos porque, dentro de nuestro corazón, podemos llevar bestias salvajes. Lo decía muy bien San Basilio:” Los hombres estamos llamados a dominar el mundo, a ser dueños y señores de nosotros mismos. ¿Dominas toda clase de fieras? Me responderás: ¿Es que tengo fieras dentro de mí? Sí, y muchas. Fiera grande es la cólera cuando ladra en tu corazón, ¿no es más feroz que cualquier mastín?  El que injuria afiladamente, ¿no es un escorpión? El codicioso, ¿no es un lobo rapaz? El lujurioso, ¿no es un caballo enfurecido? En resumen, hay muchas fieras en nosotros. Ahora bien, si dominando a las fieras de fuera, dejas que te dominen las de dentro, ¿te has hecho realmente señor de las fieras? Has sido creado para dominar: dominar las pasiones, dominar las fieras”.

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy convencido de que este mundo salvaje, bestial, no puede seguir así?  La solución ¿de dónde la espero? ¿De arriba o de abajo?

2..- ¿Me admira la figura del Hijo del Hombre, capaz de dar “rostro humano” a todos los medios y sistemas de deshumanización?

3.- ¿Estoy dispuesto, como cristiano, a trabajar para que el hombre sea cada vez más hombre, y la mujer más mujer?

Moniciones para la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

Monición de entrada

La celebración de Jesucristo, Rey del Universo, cierra el año litúrgico con el acento escatológico y apocalíptico propio de los últimos domingos. Cristo es el Alfa y la Omega, es decir: el principio, el centro y el fin de la historia humana que Dios convierte en historia de salvación. Cristo se manifestó ante Pilato; es Él quien nos revela al Padre. Vivamos en esta Eucaristía el gran gozo de tener a Cristo como testigo de la Verdad que nos guía hacia el Padre. 

Primera lectura: Dt 7, 13-14 (Su poder es eterno, no cesará)

La primera lectura nos describe una visión de Daniel. Entre las nubes aparece un hombre a quien se le da poder, honor y reino. Nuestro autor identifica a este Mesías con el líder del pueblo de los santos. Luego el Nuevo Testamento identifica a este Hijo de Hombre con Jesús.


Segunda lectura: Ap 1, 5-8 (Cristo ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes)

En la segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis vemos a Cristo como el Testigo fiel de Dios, el resucitado y el Rey Todopoderoso. Sigue una alabanza de la obra redentora de Cristo y una proclamación de su venida en gloria. Les invito a que nos dejemos penetrar por la grandeza y majestad de Jesucristo.


Tercera lectura: Jn 18, 33-37 (Tú lo dices: soy rey)

La lectura evangélica de hoy, según San Juan, Cristo afirma claramente su realeza. A la vez dice que ha venido a revelar o dar testimonio de la Verdad. Su reino no es como los reinos de la tierra, sino que es un reino nacido de la humillación, del sufrimiento y de la muerte, del servicio a la Verdad. Vamos a escuchar este diálogo sobre nuestro Rey, pero antes entonemos el Aleluya.

Oración Universal

1. Por la santa Iglesia: para que unida en Cristo, Rey de paz, exprese a la luz del Evangelio la justicia nueva que él ha promulgado desde la cruz. Roguemos al Señor.

2. Por los pastores del pueblo de Dios, obispos, presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas: para que imiten a Jesús, que no vino para ser servido, sino para servir. Roguemos al Señor.

3. Por la sociedad en que nos ha tocado vivir: para que reconozca en todo ser humano la presencia del Hijo de Dios, que un día vendrá a juzgar al mundo. Roguemos al Señor.

4. Por nuestra parroquia Espíritu Santo: para que vivamos convencidos de que servir es reinar. Roguemos al Señor.

5. Por todos nosotros: para que Jesús reine en nuestros corazones y en nuestras vidas, santificando nuestras acciones y palabras. Roguemos al Señor.

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 406)

Hoy te alabamos, Padre, porque en la resurrección
de tu Hijo, Cristo Jesús, lo constituiste Rey y Señor del universal
de todo lo creado con un poder y un reino eternos que no cesarán.
gracias también, porque, a su vez, Cristo ha hecho de nosotros,
los bautizados en él, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Haz, Señor, que venga tu reino al mundo de los hombres,
y danos la fuerza de tu Espíritu para mantener irrevocable
nuestra entrega personal a la construcción de tu reinado
en nuestro mundo: tu reinote verdad y de vida,
tu reino de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.
Así mereceremos alcanzar de ti el reino eterno con Cristo.

Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario