La primera semana está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión.
La segunda semana nos invita, por medio de Juan Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida.
La tercera semana preanuncia la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor.
La cuarta semana nos habla de la llegada del Hijo de Dios al mundo. La Virgen María es figura central y modelo de nuestra espera
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