viernes, 31 de octubre de 2025
El sentido cristiano de la víspera de Todos los Santos
HORARIO DE MISAS. TODOS LOS SANTOS Y FIELES DIFUNTOS
Todos los
Santos y Fieles Difuntos:
horario de misas
Día 31 DE OCTUBRE,VIERNES
12:00 HOSPITAL SAN PEDRO
19:00 PARROQUIA SAN PÍO X
**********
Día 1 DE NOVIEMBRE, SÁBADO
Todos los Santos:
10:30 HOSPITAL SAN PEDRO
12:00 PARROQUIA SAN PÍO X
**********
Día 2 DE NOVIEMBRE, DOMINGO
Fieles Difuntos:
10:30 HOSPITAL SAN PEDRO
12:00 PARROQUIA SAN PÍO X
jueves, 30 de octubre de 2025
Lectio Divina: 31 de octubre de 2025
¿Es lícito curar en sábado, o no?
1.- Introducción.
Señor, de nuevo los testarudos fariseos a la carga. ¡Cuánta paciencia tuviste con ellos! Les dijiste una y otra vez que el amor es lo primero, que todo lo que se hace sin amor no sirve; que el obrar con amor nos llena de gozo y que el mero cumplimiento de la ley nos lleva a la tristeza. Se lo dijiste mil veces a ellos y también nos lo dices a nosotros. Y, sin embargo, todavía seguimos amarrados a las normas porque éstas nos dan seguridad. ¿Habrá más seguridad que vivir en el amor? ¿Habrá más alegría que el sentirte en brazos de Dios, nuestro Padre? Hazme, Señor, cristiano, pero cristiano de verdad.
2.- Lectura reposada del evangelio. San Lucas 14, 1-6
Un sábado entró Jesús en casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, y ellos le estaban observando. Había allí, delante de él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los maestros de la ley y a los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado, o no? Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento? Y no pudieron replicar a esto.
3.- Qué dice el texto.
Meditación –reflexión
La pregunta de Jesús y la respuesta de los fariseos es bien distinta. ¿Por qué pregunta Jesús? ¿Pregunta por el tiempo que hace? ¿Pregunta por el lugar donde vamos a pasar las vacaciones? ¿Pregunta cómo van las acciones en la Bolsa? Esas preguntas superficiales Jesús no las hace. Jesús pregunta por cosas serias. ¿Se puede hacer el bien? ¿Hay mucha gente que sólo piensa en hacer el mal; pero ¿hay alguien que se atreva a prohibir hacer el bien? ¿Para qué estamos en la vida si no es para eso? ¿En nombre de quien se puede prohibir hacer el bien a todas las personas? A estas preguntas de profundidad, los fariseos dan la callada por respuesta. ¿Por qué se callan? Porque tienen una ley que, según ellos viene de Dios y prohíbe trabajar en sábado, incluso si el trabajo consiste en hacer el bien. Jesús no puede estar de acuerdo con esta manera de tergiversar la misma ley de Dios. Precisamente el sábado, día en que cesan las labores de la semana, es el día dedicado a Dios y a los hermanos. ¿O es que se puede ofender a Dios haciendo el bien a sus hijos? Cuando la religión se vive, vaciándola del contenido del amor, se pueden cometer verdaderos disparates. Sólo cuando el amor es el centro de la vida, podemos estar centrados en nuestra fe.
Palabra del Papa
El camino para ser fieles a la ley, sin descuidar la justicia, sin descuidar el amor es el camino contrario: desde el amor a la integridad; desde el amor al discernimiento; desde el amor a la ley. Este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente opuesto al de los doctores de la ley. Y este camino del amor a la justicia, lleva a Dios. En cambio, el otro camino, el de estar apegados únicamente a la ley, a la letra de la ley, lleva al cierre, lleva al egoísmo. El camino que va desde el amor al conocimiento y al discernimiento, al cumplimiento pleno, conduce a la santidad, a la salvación, al encuentro con Jesús. Mientras que, este otro camino lleva al egoísmo, a la soberbia de sentirse justos, a esta santidad entre comillas de las apariencias, ¿no? Jesús le dice a esta gente que le gusta mostrarse a la gente como hombres de oración, de ayuno…: Pero, haced lo que dicen, pero no lo que hacen. Estos son los dos caminos y hay pequeños gestos de Jesús que nos hacen entender este camino del amor al conocimiento pleno y al discernimiento. Jesús nos lleva de la mano y nos sana. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 31 de octubre de 2014, en Santa Marta).
4.-Qué me dice esta palabra meditada. (Guardo silencio)
5.- Propósito: Hoy es el día en que voy a hacerme una pregunta vital para mí: ¿Estoy contento con lo que hago? ¿Y con el modo de hacerlo?
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, hoy te voy a pedir una cosa: esa tenacidad que los fariseos tenían con la ley, con las tradiciones, haz que yo la tenga con la fuerza del amor que Tú nos has dejado como testamento, poco antes de morir. Haz que yo sepa amar como Tú nos has amado. No quiero más leyes ni más reglamentos.
miércoles, 29 de octubre de 2025
Lectio Divina: 30 de octubre de 2025
“Como una gallina cuida a su nidada bajo las alas”
1.- ORACIÓN INTRODUCTORIA.
Señor, hoy me impresiona mucho esa admiración sobre la ciudad santa: ¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Cuántas historias de fe, cuántos salmos recitados con alegría en el templo, cuántas experiencias vividas, cuánto anhelo, cuánto mimo, cuánto ensueño! Y ahora Jerusalén, la esposa amada, se vuelve en contra de Jesús para matarle. ¡Qué abismo de maldad por parte del hombre y qué abismo de bondad por parte de Dios!
2.- Lectura reposada de la Palabra de Dios. Lucas 13,31-35
En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.» Él les contestó: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.
«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
3.- Qué dice la Palabra de Dios.
Meditación-reflexión.
Todavía hoy impresiona visitar ese lugar en que Jesús lloró viendo la ciudad de Jerusalén. Llora un corazón herido por el dardo de la ingratitud. Como buen judío, Jesús amaba su tierra, sus calles y plazas, su ciudad, su Templo. Y hoy, ante la ciudad, puede hacer suyas las palabras del profeta: “Pueblo mío, qué te he hecho, en qué te he ofendido, respóndeme” (Miqueas 6,3). Es la triste historia de Israel, una esposa muy amada por su Dios, y sin embargo, infiel a Él. Jesús ha querido reunir a su pueblo con la ternura y cariño de una gallina que cobija a sus polluelos bajo sus alas, y ¡no ha querido aceptar ese cariño! Pero, no tiremos balones fuera. Esa Jerusalén amada por Jesús está dentro de mí y dentro de ti. Dios nos ha amado desde toda la eternidad; desde siempre hemos sido objeto de un sueño de Dios. Durante nuestra vida hemos recibido mil gracias de Dios. Hemos pecado y el Señor nos ha perdonado sin pasarnos factura de nada. Sólo nos ha implorado, con mirada suplicante de náufrago, una respuesta de amor. Y hemos sido tan ingratos que se la hemos negado. Al menos, en lo que nos quede de vida, hagamos nuestra profesión de fe: Creemos en un Dios que es Amor y convierte en amor todo lo que Él toca. Creemos en un Dios que es Amor y sólo tiene una preocupación, una obsesión: que todos nosotros seamos felices. Y nosotros sabemos que solamente podemos ser felices con Él.
Palabra del Papa:
“El Santo Padre destacó que antes de que ningún hombre pudiera haber amado a Dios, “fue Él quien nos amó en primer lugar. Él es el primero en amar”. “Dios es así: siempre es el primero en actuar. Es el primero en esperarnos, el primero en amarnos, el primero en ayudarnos”. Este amor de Dios encierra un gran misterio: “Es un amor que no se puede comprender. Un amor que supera toda conciencia. Lo supera todo. Así de grande es el amor de Dios. Un poeta decía que era como ‘el mar sin orillas, sin fondo…’, un mar sin límites. Esto es el amor que debemos entender, el amor que recibimos”. “Las obras de misericordia son el camino de amor que nos enseña Jesús en continuidad con el amor de Dios”. Las obras de misericordia “son la continuidad del amor de Dios que se empequeñece, llega a nosotros y nosotros lo llevamos adelante”, finalizó el Santo Padre. (Vaticano 8-junio-2º18)
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.- Propósito: Hoy visitaré a una persona enferma que necesita mi presencia.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí con su Palabra y ahora yo le respondo con mi oración
Señor, he comenzado mi oración con una admiración sobre una ciudad: Jerusalén. Y quiero acabar mi oración con otra admiración sobre una persona: JESÚS. ¡Qué bueno eres! Te llenas de cariño hasta derramar lágrimas sobre nosotros cuando nos resistimos a tu amor. Yo esta tarde quiero rendirme ante Ti. Quiero vivir en Ti con el calor y cariño de un pollito bajo las alas de su madre. Quiero sentir tu cercanía, tu amor, tu ternura. Si Jerusalén no quiso cobijarse bajo tus alas, yo sí quiero vivir siempre cobijado bajo tu amor de madre.
Triduo por los Fieles Difuntos - Día 3
- Oración y ofrenda en la Misa: Al participar en la Eucaristía, pueden ofrecerse de manera especial por los difuntos. Se pueden utilizar oraciones específicas que se encuentran en los materiales litúrgicos del Jubileo para este propósito, como la oración de las ofrendas que eleva el rostro de Cristo y su sacrificio por la redención de todos.
- Peregrinación: La peregrinación a pie o en grupos hacia santuarios jubilares es un elemento central. Durante estas peregrinaciones, se pueden llevar en el corazón las intenciones por los difuntos, y se anima a reflexionar sobre su descanso eterno.
- Participación en celebraciones: Es posible participar en celebraciones de oración, reconciliación y adoración eucarística en lugares sagrados. Estas celebraciones, además de ser una oportunidad de renovación espiritual, también pueden ser un espacio para encomendar a los difuntos a la misericordia de Dios.
- Indulgencia plenaria: Para obtener la indulgencia plenaria, además de las peregrinaciones y celebraciones, se debe cumplir con la confesión sacramental y la comunión, además de orar según las intenciones del Papa. Se puede pedir que la indulgencia sea aplicada a un fiel difunto, ya sea para sí mismo o para otro.
- Obras de misericordia: El Jubileo también fomenta las obras de misericordia. Se puede extender esta intención a los difuntos a través de la caridad, la solidaridad y el acompañamiento a los que sufren, como también puede ser una forma de acercar la esperanza del Evangelio a quienes han perdido a sus seres queridos. LA GRACIA DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Triduo por los Fieles Difuntos - Día 2
- Oración y ofrenda en la Misa: Al participar en la Eucaristía, pueden ofrecerse de manera especial por los difuntos. Se pueden utilizar oraciones específicas que se encuentran en los materiales litúrgicos del Jubileo para este propósito, como la oración de las ofrendas que eleva el rostro de Cristo y su sacrificio por la redención de todos.
- Peregrinación: La peregrinación a pie o en grupos hacia santuarios jubilares es un elemento central. Durante estas peregrinaciones, se pueden llevar en el corazón las intenciones por los difuntos, y se anima a reflexionar sobre su descanso eterno.
- Participación en celebraciones: Es posible participar en celebraciones de oración, reconciliación y adoración eucarística en lugares sagrados. Estas celebraciones, además de ser una oportunidad de renovación espiritual, también pueden ser un espacio para encomendar a los difuntos a la misericordia de Dios.
- Indulgencia plenaria: Para obtener la indulgencia plenaria, además de las peregrinaciones y celebraciones, se debe cumplir con la confesión sacramental y la comunión, además de orar según las intenciones del Papa. Se puede pedir que la indulgencia sea aplicada a un fiel difunto, ya sea para sí mismo o para otro.
- Obras de misericordia: El Jubileo también fomenta las obras de misericordia. Se puede extender esta intención a los difuntos a través de la caridad, la solidaridad y el acompañamiento a los que sufren, como también puede ser una forma de acercar la esperanza del Evangelio a quienes han perdido a sus seres queridos.
Triduo por los Fieles Difuntos - Día 1
- Oración y ofrenda en la Misa: Al participar en la Eucaristía, pueden ofrecerse de manera especial por los difuntos. Se pueden utilizar oraciones específicas que se encuentran en los materiales litúrgicos del Jubileo para este propósito, como la oración de las ofrendas que eleva el rostro de Cristo y su sacrificio por la redención de todos.
- Peregrinación: La peregrinación a pie o en grupos hacia santuarios jubilares es un elemento central. Durante estas peregrinaciones, se pueden llevar en el corazón las intenciones por los difuntos, y se anima a reflexionar sobre su descanso eterno.
- Participación en celebraciones: Es posible participar en celebraciones de oración, reconciliación y adoración eucarística en lugares sagrados. Estas celebraciones, además de ser una oportunidad de renovación espiritual, también pueden ser un espacio para encomendar a los difuntos a la misericordia de Dios.
- Indulgencia plenaria: Para obtener la indulgencia plenaria, además de las peregrinaciones y celebraciones, se debe cumplir con la confesión sacramental y la comunión, además de orar según las intenciones del Papa. Se puede pedir que la indulgencia sea aplicada a un fiel difunto, ya sea para sí mismo o para otro.
- Obras de misericordia: El Jubileo también fomenta las obras de misericordia. Se puede extender esta intención a los difuntos a través de la caridad, la solidaridad y el acompañamiento a los que sufren, como también puede ser una forma de acercar la esperanza del Evangelio a quienes han perdido a sus seres queridos.
- LA GRACIA DE LA CONVERSIÓN
martes, 28 de octubre de 2025
Lectio Divina: 29 de octubre de 2025
Entrad por la puerta estrecha
1.- Oración introductoria.
Señor, la lectura de hoy me parece muy difícil. No la puedo entender. ¿Cómo dices que hay que entrar por la puerta estrecha? ¿Acaso no has rezado tú mismo el salmo que dice: “Tú que en el aprieto, me diste anchura”? (Sal. 4,2). Angustia viene de angosto y Tú quieres que vivamos con el alma “ensanchada” y no “angustiada”. Dame tu luz para descubrir, en esta oración, el profundo significado de tus palabras.
2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: «¡Señor, ábrenos!» Y os responderá: «No sé de dónde sois.» Entonces empezaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas»; y os volverá a decir: «No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!» «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.
3.- Qué dice el texto.
Meditación y reflexión
El famoso especialista en Lucas, François Bovon comienza el comentario a este texto, diciendo: “Si este pasaje se nos hubiera transmitido en un solo fragmento de un papiro, nos daría una imagen muy severa del mensaje de Jesús”. Por eso, él mismo nos advierte de la necesidad de mirar el evangelio en su conjunto y en su contexto. No olvidemos que es precisamente Lucas el evangelio de la bondad y de la misericordia de Jesús, el único que nos trae la más maravillosa de las parábolas: “la del Padre bueno a quien le traiciona el corazón” (Lc.15,11-32). Esto no quita el que debamos tener muy presentes las serias advertencias de Jesús sobre la exigencia de su seguimiento. Por otra parte, la doctrina de los fariseos dominantes en la época de Jesús, decía: “Todo Israel tiene participación en el mundo venidero” (Mishna, Sanhedrin 10,1). Tal vez estas palabras de Jesús vayan dirigidas a los fariseos de todos los tiempos que se creen “raza escogida” y por el hecho de pertenecer al pueblo de Dios, a la Iglesia, a la institución clerical etc, uno ya está salvado. El único que nos puede salvar es Jesús. Y el único que nos puede decir cuál es el camino seguro para salvarse, es Jesús. Nos podemos preguntar: ¿De verdad dijo Jesús esas palabras? Algunos quieren matizarlas al hablar de unas puertas estrechas, que apenas podían pasar los camellos cuando no llevaban carga, y que les era imposible cuando estaban cargados. Dejemos las palabras como aparecen en el evangelio: “es más fácil que un camello pase por el agujero de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos” (Mc. 10,25). Entonces, ¿Quién puede salvarse? Y dice el evangelio: ¡Nadie! si se trata de salvarse el hombre por sus solas fuerzas. “Pero lo que es imposible a los hombres es posible para Dios” (Lc. 18,27). Por el hecho de ser libres, tenemos muchas puertas delante de nosotros. Pero la puerta de la salvación es una: “Yo soy la puerta” (Juan 10,9). Y la puerta de Jesús es “la puerta del amor”. Esta puerta del amor, para la mayoría de las personas es ancha, muy ancha, porque a cualquier cosa llaman “amor”. Pero esta puerta se va estrechando a medida que ese amor va ganando en calidad y sublimidad. “Nadie ama más que aquel que da la vida por los amigos” (Juan 15,13). Jesús nos invita a pasar por la “puerta estrecha” del amor auténtico, del amor gratuito, de amor sacrificado, del amor que realiza y hace crecer a las personas, del amor que nos hace plenamente felices, del amor de Jesús.
Palabra del Papa.
“Jesús, sé bien que la puerta es estrecha, que el camino es difícil. Veo mi vida y me entra un poco el miedo porque muchas veces prefiero mi comodidad. Muchas veces me conformo con una vida mediocre. Tantas veces me olvido de Ti. Y otras tantas no vivo el mandamiento del amor. Y sé bien que eres justo y me reconozco pecador, ¿qué puedo hacer? ¿Qué puedo pensar al ver que cada día sigo siendo una oveja desobediente y perezosa? ¿Qué te puedo decir cuando Tú sabes bien que soy como ese hijo que se marcha de casa con la herencia y la despilfarra? Pues sí, soy así. Pero creo que Tú me puedes curar. Jesús, pongo en tus manos mi pecado, mi debilidad. Aquí me tienes. Quiero seguir luchando. Pondré todo lo que esté de mi parte para entrar por la puerta angosta. No me conformaré con vivir en la mediocridad. Creo que puedo cambiar, pero no puedo solo. Dame tu gracia y tu luz para que sepa dónde caminar. «La Iglesia no nace aislada, nace universal, una y católica, con una identidad precisa pero abierta a todos, no cerrada, una identidad que abraza al mundo entero, sin excluir a nadie. La madre Iglesia no le cierra a nadie la puerta en la casa. A nadie, ni siquiera al más pecador, a nadie, y esto por la gracia y la fuerza del Espíritu Santo. La madre Iglesia abre sus puertas a todos porque es madre». (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.- Propósito. Hoy me comprometo a amar al estilo de Jesús, es decir, a fondo perdido.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, al acabar este rato de oración debo agradecerte que me has aclarado todas mis dudas. La puerta estrecha es la puerta del amor. Y el amor es lo único que no cansa, no agobia, no esclaviza, con tal que sea verdadero amor. ¿Cómo poder ser felices sin amar y ser amados? Pero un amor egoísta nos envilece; en cambio un amor gratuito y sacrificado como el de Jesús, nos ennoblece, nos eleva, nos enriquece, nos hace felices. Señor, ¡danos siempre de ese amor!
lunes, 27 de octubre de 2025
Lectio Divina: 28 de octubre de 2025
Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios
1.- Introducción.
Señor, que bonita lección me das en el evangelio de hoy. Antes de llamar a tus discípulos, te has pasado una noche rezando en la montaña. En el silencio de la noche, escuchabas mejor la palabra del Padre. A todos llamabas por su nombre. A todos los querías con un amor particular y a todos los presentabas ante el Padre para que quedaran envueltos en su ternura. Haz, Señor, que yo no haga absolutamente nada sin antes contar contigo.
2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 6, 12-19
Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Estamos en unos tiempos en que se ha valorado tanto el hacer, el trabajar, el reunirse, que la oración al Padre ha quedado un tanto marginada. Incluso se ha buscado una salida airosa: «Toda la vida es oración». ¿Qué hacer en estos casos? Acudir al Evangelio y ver qué ha pasado con Jesús. La gente puede decir lo que quiera, pero lo que es evidente en el evangelio es que Jesús rezaba y rezaba mucho. Se nos habla de oración en el monte, de noches enteras en oración. La oración ha sido algo “esencial” en la vida de Jesús. Eso de que “toda la vida es oración” es una frase bien lograda. ¡Ojalá fuera así! Pero debajo de esta frase puede esconderse una gran mentira. La experiencia nos dice que “es imposible hacer de la vida una oración cuando no se hace mucha oración en la vida”. Y es lo que hizo Jesús. Siempre que Jesús tenía que hacer algo importante, se retiraba a orar. Es lo que aparece en este evangelio. La elección de los doce significa que Jesús piensa en perpetuar su obra a través de los doce que van a ser los continuadores de las doce tribus de Israel. Jesús les llama por su nombre. Esos nombres los ha llevado antes a la oración. La oración nos prepara para la vida. Al final del relato se nos dice que “todos querían tocar a Jesús”. En la oración Jesús sacaba fuerza para curar las heridas de la humanidad. ¡Qué fuerza tienen para hacer el bien unas manos que, antes de tocar a nadie, han sido tocadas por Dios!
Palabra del Papa
El evangelio de hoy muestra una multitud de gente que va a escuchar a Jesús y hay muchas personas enfermas que tratan de tocarlo, porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos. Nuestra fe, la fe en el Señor resucitado es lo que vence al mundo. Vayamos hacia Él y dejémonos, como estos enfermos, tocar por Él, por su fuerza, porque Él está en carne y hueso, no es una idea espiritual que flota… Él está vivo. Y está resucitado. Y así ha vencido al mundo. Que el Señor nos conceda la gracia de entender y vivir estas cosas. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 10 de septiembre de 2013, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.- Propósito. Por honradez, no haré nada en mi vida de apostolado sin antes pasarlo por la oración.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
¡Cómo te agradezco, Dios mío, este encuentro contigo! He caído en la cuenta de la importancia que dio Jesús a la oración. Fue algo esencial en su vida, hasta el punto de no hacer nada sin antes consultarlo con el Padre. Repaso mi vida y descubro que, en muchas ocasiones, he marginado la oración o no le he dado el lugar que se merece. Perdón, Señor. Hoy te prometo cambiar de actitud.
Lectio Divina: 27 de octubre de 2025
“Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado”
1.-Oración introductoria.
Señor, me pongo a rezar sirviéndome de una escena delicada, sensible, encantadora: Tu postura ante una pobre mujer que lleva 18 años enferma sin poder enderezarse. Tú, Señor, la ves y te compadeces; no das tiempo ni a que ella misma te lo pida ni que pase la fiesta del sábado. Para ti la persona es lo primero. Demasiado tiempo lleva padeciendo; por eso no estás dispuesto a que siga sufriendo ni un solo minuto más. Haz que yo tenga esa prisa por hacer el bien.
2.- Lectura reposada del Evangelio, Lucas 13, 10-17
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado. Replicole el Señor: ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado? Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión
En este relato podemos observar tres comportamientos frente a la mujer enferma: el del jefe de la sinagoga, el de Jesús y el del pueblo.
a) El jefe de la sinagoga. Se indigna porque Jesús ha curado en sábado. Para él lo que importa es la observancia del sábado. Se podía haber esperado al día siguiente. La ley puede endurecer el corazón de modo que nos impida escuchar los gritos de los que sufren. Incluso podemos dar más importancia al asno que va a abrevar, que a una persona que sufre. Mientras se gastan cantidades fabulosas para cuidar con exceso a los animales, se están muriendo de hambre millones de niños.
b) Postura de Jesús. No puede ver sufrir a la gente. Se le conmueve el corazón y pone a las personas por encima de las leyes. Jesús humaniza: ve a la mujer, la endereza, le devuelve su dignidad, y pone las manos sobre ella, es decir, le acaricia. Por eso, lo primero que le nace del corazón a esa mujer es glorificar a Dios.
c) La reacción de la gente. Es distinta: mientras los adversarios quedan confundidos, la gente sencilla se alegra de las maravillas de Dios. Lo mismo que ahora: mientras los hipócritas de siempre condenan al Papa Francisco, la gente sencilla se acerca a Dios y le agradece el regalo de este Papa para la Iglesia y para el mundo de hoy.
Palabra del Papa.
“Cuando llegó la noche, después de la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados”. Si pienso en las grandes ciudades contemporáneas, me pregunto dónde están las puertas ante las cuales llevar a los enfermos esperando que sean sanados. Jesús nunca se ha desentendido de su cuidado. Nunca ha pasado de largo, nunca ha vuelto la cara hacia otro lado. Y cuando un padre o una madre, o incluso simplemente gente amiga le llevaban delante de un enfermo, para que lo tocase y lo sanase, no ponía tiempo de por medio; la curación estaba antes que la ley, incluso de aquella tan sagrada como el descanso del sábado. Los doctores de la ley reprendían a Jesús, porque curaba en sábado. Hacía el bien el sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud, hacer el bien. Y eso está en el primer lugar siempre. Jesús envía a sus discípulos a hacer su misma obra y les da el poder de curar, ó sea para acercarse a los enfermos y cuidarlos hasta el final. (Catequesis de S.S. Francisco, 10 de junio de 2014).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.- Propósito: En este día miraré a la gente que sufre con la mirada de Jesús.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, qué contento y feliz me siento de haberte conocido. Eres maravilloso. Nadie ha mirado a los hombres y mujeres de este mundo con una mirada tan cercana, tan compasiva, tan entrañable, como Tú. Si en este mundo ha habido algo realmente importante es tu mirada de compasión y bondad sobre tanta miseria humana. Este mundo es mucho más rico desde que Tú le miras con unos ojos parecidos a los nuestros.
jueves, 23 de octubre de 2025
Domingo 30, tiempo ordinario: 26 de octubre de 2025
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido…
INTRODUCCION
“El quid de la historia nos la ofrece el narrador ya desde el principio: Se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás ¿No es la tentación sutil que a veces nos ronda? ¿No nos comparamos y creemos un pelín mejores? De ahí brotan todas las competencias y susceptibilidades. Pero adentrémonos más despacio en este relato que cuenta Jesús acerca de dos hombres orantes cuyos cuerpos ya suponen una revelación. La plegaria del erguido fariseo es autorreferencial: oímos el “yo” “yo” “yo” por todas partes. La alabanza que le brota surge de compararse con los otros, que son esto y lo de más allá, mientras que él sale mejor parado, practica lo correcto y establecido, y, más que agradecer lo que Dios hace en él, se contempla a sí mismo complacido por sus obras y logros. Se siente especial y distinto de los demás. En cambio el publicano, con su cuerpo inclinado, deja su yo de lado, se reconoce necesitado igual que todos, y hace converger en Dios su vida: que tú mires, que tú hagas, que tú tengas misericordia”. (Mariola López Villanueva).
LECTURAS BÍBLICAS
1ª lectura: Eclesiástico 35,12-14.16-19ª. 2ª lectura: 2Tim. 4,6-8.16-18.
EVANGELIO
Lucas 18, 9-14:
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
MEDITACIÓN-REFLEXIÓN
1.- Un fariseo y un publicano sin nombres propios. Cuando en la biblia no se nombran los personajes, la intención del autor es que sirvan de modelo para las generaciones futuras. Ese fariseo y ese publicano podemos ser tú y yo en el siglo XXI. ¿Cómo era el fariseo? Lo describe muy bien el mismo autor: “seguro de sí mismo”, “se creía justo”, “despreciaba a los demás”. Veamos “Seguro de sí mismo” Lo propio del hombre es sentirse débil, frágil, inseguro. ¿No dice la primera página de la Biblia que el hombre salió del barro? (Gn. 2,7). No nos hizo Dios de oro o de bronce sino de arcilla. Por eso nos caemos y nos rompemos con tanta facilidad. Y en el terreno religioso, lo mismo. “El que crea que está firme, tenga cuidado no se caiga” (1Cor. 10,12). Y el mismo Jesús nos advierte. “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn. 15, 5). “Se creía justo”. Él cumplía la Ley, iba al Templo, y era devoto: ayunaba, rezaba, y daba limosnas. Los malos eran “los demás”. Y no es que estas obras piadosas fueran malas, el malo era él que con su “soberbia” lo estropeaba todo. “Y despreciaba a los demás” Esto era lo peor. En cambio, el “publicano” con su cuerpo inclinado en señal de esclavo, se sentía pecador y así lo manifestaba.
2.- El fariseo y el publicano eran creyentes; pero el Dios en quien creían era distinto. Fariseo significa “separado”. Los fariseos eran un grupo que se preparaba para la venida del Mesías a través del estudio de la Ley y de prácticas piadosas. Se separaban de los demás porque se creían los buenos y no podían contaminarse con los malos. Dios era para ellos como un “buen patrón a quien le compraban el cielo por sus obras buenas”. Por eso se recreaban en las obras de sus manos. A Jesús no le podían tolerar que “comiese con pecadores”, menos si eran publicanos, es decir, “pecadores públicos”. Tampoco le toleraban que curase en sábado. Si la gente sufría, pasaba hambre, estaba enferma o se sentía sola y abandonada, eso no les interesaba para nada. Lo importante era que se cumpliera la Ley tal y como ellos la interpretaban. El publicano (probablemente recaudador de los tributos de Roma) se sentía pecador, era odiado por los judíos y se creía que Dios ya lo había marginado. Cuando Jesús le dice que ha salido “justificado”, es decir, que Dios le ha perdonado y lo ha hecho justo, no se lo cree. Ya toda su vida la pasará para dar gracias a un Dios tan bueno que ni le ha tenido en cuenta su pecado. Tan sólo se ha fijado en su humildad.
3.- Dos maneras distintas de orar. El fariseo y el publicano suben al Templo a orar. El fariseo ora “erguido” es decir, con soberbia. Da gracias a Dios no porque le haya colmado de favores sino porque “no es como los demás”. ¿Habrá en la vida cosa más hermosa que ser como los demás? Ni más que los demás, es decir, sin complejo de superioridad; ni menos que los demás, sin complejo de inferioridad. Ser como los demás es ponerse en actitud de crear igualdad, crear fraternidad. Jesús, en el capítulo 23 de San Mateo nos invita a todos los cristianos a no llamar a nadie “padre” porque sólo Dios es nuestro Padre. Ni llamar a nadie “maestro” porque sólo Jesús es nuestro Maestro. Ni llamar a nadie “señor” porque sólo Jesús que ha dado su vida por nosotros es nuestro Señor. Y da la clave de este comportamiento: “Vosotros sois hermanos”. Sin igualdad no puede haber fraternidad. Jesús, que es el Hijo de Dios, ha pasado entre nosotros “como uno más, como uno de tantos” (Fil. 2,7). Él es nuestro hermano mayor. El fariseo, tiene otro gran defecto: “tiene el yo muy subido”. “Yo ayuno, yo hago limosnas”. Una cosa queda clara: a Dios podemos ir por las malas o por las buenas. Podemos ir por las malas, en plan de exigencia, como el fariseo. O podemos ir por las buenas, en plan de indigencia, como el publicano. La oración no es cuestión de puños cerrados, sino de manos abiertas.
PREGUNTAS
1.- ¿Caigo en la cuenta de que yo también puedo ser un fariseo? ¿Cuándo? ¿Cómo?
2.- ¿En qué Dios estoy creyendo? ¿En un Dios que me exige, me controla, o en un Dios que me ama, me perdona y me salva?
3.-¿A qué voy a la oración? ¿A contarle a Dios lo malos que son los demás, ¿O a confesarle humildemente mis pecados para que me perdone y me abrace?