CANTO DE ENTRADA.
Señor Dios nuestro ¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra, en toda la tierra! Cuando contemplo el cielo obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado; ¿qué es el hombre para que Te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?. (bis)
AMBIENTACION INICIAL.
Hermanos: bienvenidos todos a nuestra celebración
eucarística. Hoy celebramos el Día de la Iglesia Diocesana bajo el lema: «Somos
lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo».
En el seno de nuestra comunidad recibimos los
sacramentos, compartimos y vivimos nuestra fe.
De su seno salimos impulsados a abrazar al hermano,
a anunciarle la Buena Noticia de que es hijo del Padre destinado a una dicha
sin límites, en unidad con todos los hermanos.
Fortalezcamos nuestro compromiso con la Iglesia,
con nuestra madre tierra, con los necesitados de este mundo, en este momento
tan difícil, en el que la enfermedad nos cerca y nos abruma sin respiro.
La eucaristía es nuestra fuerza. Es el Señor quien
se nos da como alimento en ella, para poder nutrir de su consuelo, de su fuerza
y su ánimo a cuantos sufren, víctimas de la enfermedad, la injusticia o el
desánimo. Salgamos a su encuentro, para ser cada día comunión más intensa con
Él y los hermanos.
MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA
La Liturgia de la Palabra nos asegura que buscar y
amar la sabiduría es garantía de encontrarla, porque es ella la que sale a
nuestro encuentro, ella la que nos espera el tiempo que haga falta, ella la que
nos acompaña en el camino.
El salmista la personaliza en el Señor, por quien
madruga, a quien contempla embelesado y bendice con gozo.
Pablo nos exhorta a la confianza y la esperanza. Él
será la respuesta de la vida a la muerte que acecha, Él la resurrección tan
esperada, el destino feliz y deseado por todos.
La parábola de las doncellas nos invita a
prepararnos para el encuentro definitivo con el esposo. Jesús nos anima a estar
alerta para abrazarlo cada vez que llegue, a estar preparados siempre, a ser
aceite de esperanza para todos.
LECTURA PRIMERA.
LECTURA DEL LIBRO DE LA SABIDURIA (Cap 6, vers 13)
Radiante e inmarcesible es la sabiduría; fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan.
Se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
Quien temprano la busca no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada.
Pensar en ella es prudencia consumada, y quien vela por ella, pronto se verá sin afanes.
Ella misma busca por todas partes a los que son dignos de ella; en los caminos se les muestra benévola y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.
SALMO RESPONSORIAL. (Salmo 62)
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agotada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!. Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
SEGUNDA LECTURA.
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES.
(Cap 4, vers 12)
Hermanos:
No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza.
Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él.
Esto es lo que os decimos como Palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para su venida, no aventajaremos a los difuntos.
Pues él mismo, el Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar.
Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor.
Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN MATEO (Cap 25, vers 1)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!». Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.»
Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.»
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Mas tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos.»
Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco.»
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.
ORACION DE LOS FIELES.
En comunión con toda la Iglesia nos dirigimos al
Padre:
1— Por el Papa y los pastores de nuestra Iglesia: para que sean en todo
momento reflejo del amor misericordioso de Dios. Roguemos al Señor.
2—Por la Iglesia: para que sea imagen de Dios en todos los rincones,
ambientes y corazones. Roguemos al Señor.
3— Por nuestra diócesis, nuestra gran familia de la fe: para que
transmita la alegría del evangelio a toda la sociedad. Roguemos al Señor.
4—Por todas las comunidades parroquiales, sobre todo por las que pasan por dificultades en su caminar diario: para que sepan ser fieles al amor de Dios. Roguemos al Señor.
5— Por los enfermos y los que sufren, especialmente en este tiempo
difícil de la pandemia: para que sean centro y prioridad de nuestras parroquias
y sepamos acogerlos y acompañarlos con alegría, sabiduría y bondad. Roguemos
al Señor.
CANTO PARA LA COMUNION.
Entre tus manos está mi vida, Señor. Entre tus manos pongo mi existir.
Hay que morir para vivir. Entre tus manos confío mi ser.
Si la cepa pierde su sarmiento, savia joven correrá otra vez, y nuevo fruto lleno de vida dará., un vino nuevo lleno de amistad..
DESPEDIDA
Hemos compartido la mesa en familia, sintiéndonos
parte de la Iglesia diocesana y universal. Lo celebrado en esta eucaristía es
signo de la mesa común, del banquete definitivo. Entre tanto hemos de compartir
el pan y la palabra, la fe y la caridad que hagan del mundo esa familia grande
que Dios quiere, esa casa común en la que todos somos hijos, hermanos, con los
mismos derechos y deberes, con idéntico amor.
Hermanos, con este gozo que nadie puede ni debe arrebatarnos, podéis ir
en paz.
CANTO DE DESPEDIDA.
Día y noche van tus ángeles, Señor, conmigo. Día y noche pienso que Tú estás en mí. Si camino entre los hombres, van tus ángeles, Señor conmigo. Al servirles cada día, pienso que tú estás en mI.
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