viernes, 20 de agosto de 2021

EL MANANTIAL DE LA VIDA. EVANGELIO, 20 DE AGOSTO

 ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley?

1.- Oración introductoria.

Señor, muchas veces yo he estado preocupado porque no sabía qué era lo que te gustaba o te disgustaba. Pero hoy ya no tengo dudas: me lo has aclarado perfectamente en este evangelio. Puedo agradarte si no me desvío de la senda del amor. Y te desagrado cuando tomo otro camino diferente.  Gracias, Señor, porque ya sabemos cómo darte gusto.


2.- Lectura reposada del evangelio:  Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.


3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

El amor a Dios y el amor al hombre ya estaban en los libros del A.T. Del amor a Dios se habla en el famoso Semá que el buen israelita recita todos los días al levantarse: “Amarás a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas” (Dt. 6,5). Del amor al prójimo nos habla el Levítico cuando dice:” amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19,18). Y nos preguntamos: ¿Dónde está la novedad de Jesús? La novedad, la genialidad de Jesús, está en lo siguiente: 1) Estos dos mandamientos, que estaban en libros distintos, se vivían por separado. Así uno podía amar a Dios y no amar al hombre. Podía rezar muy piadosamente en el Templo y después “dar un rodeo al hombre que se desangra en el suelo” (Parábola del samaritano).  Jesús une estos dos mandamientos de modo que sean vasos comunicantes que, si uno sube de nivel, debe también subir el otro. Lo dice muy bien San Juan:” el que dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso” (1Jn. 4,20). 2) En tiempo de Jesús, los mandamientos que debían saber y cumplir los judíos ascendían a 365. ¿Quién se puede acordar de todos? Y, sobre todo, ¿quién es capaz de cumplirlos todos? Porque para ellos todos eran importantes. Jesús reduce a dos todos los mandamientos: amar a Dios y amar a los hermanos. ¡Qué alivio!…

Palabra del Papa.

“Los dos horizontes del Reino: Resumir toda la Escritura, poner en una frase todo el mensaje de Dios a lo largo de la historia… Esto es lo que Cristo nos dice en este Evangelio. Pero no se trata de una fórmula mágica que resuelve todos los problemas; es, más bien, el doble horizonte que da sentido a la vida, el criterio para ir en la dirección correcta. Primero Cristo nos habla de un horizonte hacia lo alto. “Amarás al Señor tu Dios…” Es verdad que hay muchas responsabilidades, necesidades y problemas en nuestra vida. A veces demasiados, y a veces como si nos estiraran en todas las direcciones… Sin embargo, en medio de ese aparente desorden, existe un punto firme, central, que pone en la proporción todo lo demás: «…con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente». En segundo lugar, tenemos el horizonte alrededor de nosotros, con todos aquellos hombres y mujeres que encontramos a nuestro lado. Cristo nos invita a amarlo también en nuestros hermanos y hermanas, buscando el bien de ellos como si fuera nuestro propio bien.  El que ama de verdad siente la alegría del otro como propia, se entristece por la tristeza de su hermano. Al igual que Cristo, que construyó el Reino de los cielos amando a su Padre sobre todas las cosas y amándonos hasta el extremo, dándose totalmente a nuestra salvación”. (S.S. Francisco, Angelus, 15 de mayo de 2016).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)

5.- Propósito: Me retiraré a un lugar adecuado y daré gracias a Dios por haberme liberado del peso insoportable de tantas leyes.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy no quiero acabar mi oración sin darte gracias por haber hecho del amor el mandamiento más importante de la vida, el único importante. Yo amando cumplo con Dios y con los hermanos. Yo amando, puedo realizarme como persona y ser feliz. No necesito más. No tengo que complicarme la vida. ¡Gracias, Señor!

Memoria de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia, el cual, habiendo ingresado con treinta compañeros en el nuevo monasterio del Cister, fue después fundador y primer abad del monasterio de Clairvaux (Claraval), dirigiendo sabiamente a los monjes por el camino de los mandamientos del Señor, con su vida, su doctrina y su ejemplo. Recorrió una y otra vez Europa para restablecer la paz y la unidad e iluminó a la Iglesia con sus escritos y sabios consejos, hasta que descansó en el Señor cerca de Langres, en Francia († 1153).

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