Queridos educadores, nos reunimos en este tiempo de Navidad, no solo para
celebrar un evento histórico, sino para renovar nuestra vocación. Al mirar el
pesebre, vemos que Dios no eligió un palacio ni una gran universidad para
manifestarse; eligió la sencillez de un establo. Como maestros, esta es nuestra
primera lección: el aprendizaje más profundo ocurre en la sencillez del
encuentro humano.
1. El Maestro que se
hace Pequeño:
La Navidad es el misterio de la "Encarnación". Dios se hace niño para
hablarnos de igual a igual. Para nosotros, esto significa que la verdadera
educación no se impone desde la autoridad distante, sino desde la cercanía.
Enseñar es, en cierto modo, "hacerse pequeño" para entender el mundo
desde los ojos del alumno, sus miedos y sus sueños. Al igual que Jesús, estamos llamados a "habitar" entre ellos.
2. La Luz en Tiempos
de Incertidumbre:
Vivimos tiempos de rápidos cambios tecnológicos y desafíos sociales. A veces,
la labor educativa puede sentirse como una noche oscura. Sin embargo, la
Navidad nos recuerda que "la luz brilla en la tiniebla". Nosotros
sois esa luz. Cada vez que motivamos a un estudiante desanimado o que sembramos valores
de paz en un aula conflictiva, estamos encendiendo una vela en el portal de
Belén de nuestra sociedad.
3. María y José:
Modelos de Escucha y Cuidado:
Contemplamos a María, que "guardaba todo en su corazón", y a José, el
protector silencioso. Ellos nos enseñan la importancia de la paciencia
pedagógica. No todo fruto educativo es inmediato. Educar es un acto de fe:
sembramos hoy semillas que quizás otros verán florecer mañana. San José, en
particular, nos enseña la "creatividad del cuidado", encontrando
soluciones donde otros solo ven problemas.
4. El Regalo de la
Vocación:
Los Reyes Magos llevaron oro, incienso y mirra. ¿Cuál es nuestro regalo para
este 2026? Nuestro regalo es nuestra propia vida entregada en el aula. En esta
Navidad, pidamos al Niño Dios que renueve nuestra paciencia, que nos dé
sabiduría para discernir las necesidades de cada alumno y, sobre todo, que no
perdamos nunca la capacidad de asombro.
Conclusión:
Que al regresar a nuestros hogares y, eventualmente, a nuestras aulas de clase,
llevemos consigo la alegría de saber que nuestro trabajo no es solo una
profesión, sino una misión sagrada. En cada niño y joven que educamos , nace hoy
el Salvador.
Oración :
Señor Jesús, Maestro de Maestros, bendice a estos educadores. Que tu
humildad sea su guía y tu amor su fortaleza. Que en este 2026 sigan siendo
artesanos de humanidad y sembradores de esperanza. Amén.
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