Santa Lucía, virgen y mártir del siglo IV, es una de las santas más queridas de la Iglesia. Su nombre significa “luz”, y su vida fue un testimonio luminoso de fe en tiempos de persecución.
Nacida en Siracusa, Sicilia, Lucía consagró su vida a Cristo desde muy joven. Rechazó un matrimonio impuesto, eligió la pureza del corazón y entregó sus bienes a los pobres. Por confesar su fe, fue denunciada y sometida a terribles tormentos, pero ninguna fuerza humana pudo apagar la luz que ardía en su interior.
La tradición la reconoce como protectora de la vista y de los ojos, no solo del cuerpo, sino también del alma: la capacidad de ver a Dios aun en medio del sufrimiento.
Oración a Santa Lucía
Santa Lucía, mártir luminosa de Cristo,
tú que no dejaste apagar la luz de tu fe,
intercede por nosotros.
Ilumina nuestros ojos y nuestro corazón,
para que sepamos ver a Dios en medio de las pruebas,
y caminar siempre hacia la verdad.
Que Cristo sea nuestra luz,
y que ninguna oscuridad venza nuestra esperanza.
Santa Lucía, ruega por nosotros. Amén.
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