viernes, 27 de noviembre de 2015

VISITAR A LOS PRESOS - REDIMIR AL CAUTIVO

 

PASTORAL PENITENCIARIA
 
Visitar a los presos (Mt 25,36) En el trasfondo de la obra de misericordia corporal están aquellos lugares emblemáticos de la Biblia que anuncian a los prisioneros la liberación, tales como “proclamar la amnistía a los cautivos” (Is 61,1), “proclamar a los cautivos la libertad” (Lc 4,18) o el “acordarse de los presos por piedad” (cfr. Heb 13,3), sin olvidar la referencia fundamental en palabras de Jesús: “Estaba en la cárcel y vinieron a verme” (Mt 25,36).Otros ejemplos importantes de esta obra de misericordia son la proximidad de la comunidad por medio de la oración de intercesión a Pedro que estaba encarcelado: “Mientras Pedro estaba en la cárcel, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él” (Hch 12,5); o bien, la gratitud que el apóstol Pablo expresa por la proximidad y ayuda de los cristianos de Filipos durante su cautividad (cfr. Flp 1,13-17; 2,25; 4,15-18).Obviamente, la atención a los presos implica también el apoyo a sus familiares para que puedan asistir lo mejor posible a los presos... Además, la presencia cristiana en las cárceles pueden hacerse de múltiples y creativas formas, ya que, en definitiva, el “visitar a los presos” conlleva también un trabajo político y una reflexión que, en nombre de la dignidad de las personas y de los derechos humanos, busque entrever acciones que no priven de la libertad a los individuos y que prevean actos de reparación.

CATEQUESIS SOBRE LAS OBRAS DE MISERICORDIA


En el cartel hay un texto. Lo leemos en voz alta.
 
Debajo del texto hay un dibujo que nos ayudará a entender el texto:

-          ¿Qué hay en el fondo del dibujo? (Una pared con ladrillos y una ventana con rejas por donde entra la luz. Además, unas cadenas abiertas).

-          ¿Y en el centro de la imagen? (Una mano está sujetando a otra).
 

-          ¿De quién es cada una de las manos? (Una tiene marcas de la cadena: es la de un preso, alguien privado de libertad –La falta de libertad hace daño y deja marcas–. En la otra se ve la marca de los clavos de la cruz: es la de Jesús –También estuvo preso, falto de libertad, pero venció el amor–).
 

-          ¿Hay en nuestra sociedad personas que no son libres? ¿Por qué motivos?

·         Algunos hacen cosas equivocadas en su vida y la justicia les castiga y les retiene para que aprendan a hacer el bien y para que no hagan daño a otras personas.

·         También hay quien se ve privado de libertad sin motivo, por la falta de amor de otras personas.

·         Incluso hay quien, sin estar encarcelado, vive situaciones en las que no es libre para hacer el bien (situaciones de alcoholismo, drogadicción, ludopatías, vicios…).

·         Hasta nosotros, a veces, hacemos cosas equivocadas, aun sabiendo que no están bien. ¿Por qué? (Buen momento para repasar los pecados capitales: envidia, pereza, avaricia…)


-          Nos fijamos de nuevo en el texto de arriba: Jesús nos invita a actuar ante estas situaciones con amor y la Iglesia nos recuerda que una de las obras de misericordia es Redimir al cautivo: hacernos presentes en su situación de sufrimiento, acompañarle y tratar de ayudarle a recuperar su dignidad y su autonomía.

 
-          ¿Qué hay en una esquina del cartel? (Unas ramitas de hojas verdes, símbolo de la esperanza y de la victoria) En nombre de Jesús estamos llamados a poner esperanza en medio de esas situaciones de sufrimiento. Podemos hacerlo:

·         Haciéndoles saber que no están solos (campaña de envío de cartas y dulces de navidad a los presos de la cárcel de Logroño).

·         Rezando por ellos.

·         Ayudándoles a que conozcan a Jesús resucitado, a que le dejen entrar en su corazón para que sientan el amor que Dios les tiene (campaña de evangelios).


-          Podemos acabar haciendo una oración por todos los privados de libertad y con el compromiso de estar más cerca de los que se sienten solos o tristes.



ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO
JUBILEO DE LA MISERICORDIA

 
Señor Jesucristo,


tú nos has enseñado a ser misericordiosos

como el Padre del cielo,

y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.

Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.

 

Tú eres el rostro visible del Padre invisible,

del Dios que manifiesta su omnipotencia

sobre todo con el perdón y la misericordia:

haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.

 

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción, para que el Jubileo de la Misericordia

sea un año de gracia del Señor

y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,

llevar la Buena Nueva a los pobres

proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos

y restituir la vista a los ciegos.

 

Te lo pedimos por intercesión de María,

Madre de la Misericordia,

a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo

por los siglos de los siglos.

 

 
 
  

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