DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO (B
Señor, Tú eres mi Dios,
mi Señor, mi Redentor.
Quiero que seas mi Rey, mi Dueño.
Toma mi libertad, mi voluntad,
mi mente, mi corazón…
Quiero que Tú imperes en mí
con la fuerza de tu bondad,
de tu misericordia y de tu caridad.
Aleja de mi todo lo que me separa de Ti
y ven a instaurar tu Reino en mi corazón.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo: «Entonces, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
El ciclo litúrgico se cierra con esta fiesta de Cristo Rey en la que se nos presenta el célebre diálogo entre Pilato y Jesús… Detrás de este diálogo encontramos la terrible soledad en la que muere el Señor: abandonado por cuantos le temían como peligroso rival de sus púlpitos o de sus tronos (los fariseos y Pilato); por quienes le depreciaban desencantados ante un Mesías demasiado poco peleón y agresivo (zelotes); también por quienes le seguían y amaban sinceramente, pero que acabarán huyendo, escondiéndose o renegando (discípulos).
a Verdad de Jesús, la Verdad de Dios, también tenía un precio duro e incómodo: la soledad. … Jesús no quiso más que dar su vida por la obra del Padre Dios, de la cual vivió y por la cual se desvivió.
Así lo dice ante Pilato: “para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad”. Se trata… de una verdad que tiene rostro, que tiene voz, que genera verdadera esperanza y gusto por la vida.
El Semblante y la Palabra del Padre Dios es lo que Jesús testimonia, lo que Él nos da como verdad, como camino, como vida. Su Verdad es nuestra verdad, y no la que a veces nos inventamos nosotros…
La verdad de la vida, la verdad del amor, la verdad de la justicia, la verdad de la paz, la verdad de Dios y la del hombre, tienen un único rostro, una única voz, un único nombre: Jesucristo.
Quiera Él ayudarnos a sentar esta verdad en nuestro trono personal y colectivo, y a abrazarla con todas nuestras fuerzas aunque ello nos pudiera ocasionar una pequeña o una grande soledad por los dominadores que usan y abusan de sus mentiras para seguir a toda costa en su poltrona de codicia, de lujuria y de poder.
Sólo la Verdad nos hace libres, sólo el reinado de Jesucristo nos permite desmontar toda esclavitud y vivir como hijos ante Dios y como hermanos ante los demás. (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm)
· El Evangelio de hoy nos hace contemplar a Jesús mientras se presenta ante Pilatos como rey de un reino que «no es de este mundo». Esto no significa que Cristo sea rey de otro mundo, sino que es rey de otro modo… La lógica mundana se apoya en la ambición, la competición, combate con las armas del miedo, del chantaje y de la manipulación de las conciencias. La lógica del Evangelio en cambio se expresa en la humildad y la gratuidad, se afirma silenciosa pero eficazmente con la fuerza de la verdad. (Papa Francisco)
· Los reinos de este mundo a veces se construyen en la arrogancia, rivalidad, opresión; el reino de Cristo es un «reino de justicia, de amor y de paz»… Es precisamente en el fracaso del pecado —el pecado es un fracaso—, en el fracaso de la ambición humana, donde se encuentra el triunfo de la Cruz, ahí está la gratuidad del amor. En el fracaso de la Cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que nos da Jesús. (Papa Francisco)
· Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia de la Cruz y a la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que aparece como la realización última de una vida dedicada a la total entrega de sí en favor de la humanidad. (Papa Francisco)
· «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar». Si Jesús hubiese bajado de la cruz, habría cedido a la tentación del príncipe de este mundo; en cambio Él no puede salvarse a sí mismo precisamente para poder salvar a los demás, porque ha dado su vida por nosotros, por cada uno de nosotros. …«Jesús ha dado su vida por mí». (Papa Francisco)
· «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Y este era un malhechor, era un corrupto… pero vio en la actitud de Jesús, en la humildad de Jesús, el amor. Y esta es la fuerza del reino de Cristo: es el amor. Por esto la majestad de Jesús no nos oprime, sino que nos libera de nuestras debilidades y miserias, animándonos a recorrer los caminos del bien, la reconciliación y el perdón. (Papa Francisco)
· Miremos la Cruz de Jesús, miremos al buen ladrón y digamos todos juntos lo que dijo el buen ladrón: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Pedir a Jesús, cuando nos sintamos débiles, pecadores, derrotados, que nos mire y decir: «Tú estás ahí. ¡No te olvides de mí!». (Papa Francisco)
TÚ NOS SALVAS
No has venido a juzgar nuestros fallos y tonterías
No has venido a juzgar nuestros fallos y tonterías
sino a buscar a quien anda extraviado,
defender a quien está acusado,
liberar a quien está aprisionado,
curar a quien está herido,
acoger a quien está desamparado,
lavar a quien está manchado,
sanar a quien está enfermo,
levantar a quien ha caído,
salvar a quien se siente culpable,
perdonar a quien ha pecado,
devolver la dignidad a quien la ha perdido.
Tú que crees en nosotros,
Tú que esperas de nosotros,
Tú que nos amas más que nosotros mismos,
Tú que eres mayor que todos nuestros pecados,
recréanos y danos un futuro nuevo y mejor.
(Florentino Ulibarri)
· La verdadera realeza no consiste en una ostentación de poder, sino en la humildad del servicio; no en la opresión de los débiles, sino en la capacidad de protegerlos para darles vida en abundancia. Cristo reina desde la cruz y con los brazos abiertos, que abarcan a todos los pueblos de la tierra y les atrae a la unidad. Por la cruz, derriba los muros de la división, y nos reconcilia unos con otros y con el Padre. (Benedicto XVI)
· Jesús es el centro de la creación; y así la actitud que se pide al creyente es la de reconocer y acoger en la vida esta centralidad de Jesucristo, en los pensamientos, las palabras y las obras. Y así nuestros pensamientos serán pensamientos cristianos, pensamientos de Cristo. Nuestras obras serán obras cristianas, obras de Cristo, nuestras palabras serán palabras cristianas, palabras de Cristo. (Papa Francisco)
· Cristo es el centro de la historia de la humanidad, y también el centro de la historia de todo hombre. A él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza. (Papa Francisco)
· En este día, nos vendrá bien pensar en nuestra historia, y mirar a Jesús, y desde el corazón repetirle a menudo, pero con el corazón, en silencio…: “Acuérdate de mí, Señor, ahora que estás en tu Reino. Jesús, acuérdate de mí, porque yo quiero ser bueno, quiero ser buena, pero me falta la fuerza, no puedo: soy pecador, soy pecadora. Pero, acuérdate de mí, Jesús. Tú puedes acordarte de mí porque tú estás en el centro, tú estás precisamente en tu Reino.” (Papa Francisco)
· ¿Con qué te ha sorprendido Dios? Disfrútalo, saboréalo. ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida te pide el Señor?
· “… todo el que es de la verdad escucha mi voz”? ¿Qué te dice Jesús con esto?, ¿cómo y cuándo estás tú de parte de la verdad y cuando no?
· Pide al Señor que moldee tu vida, tu conciencia, tu voluntad… para que seas una ofrenda viva como la suya, viviendo desde la verdad, desde él.
· Comprométete a ser misionero del Amor de Dios, para aquellos que creen y también para aquellos que quieren construir la sociedad a base de injusticia, desigualdad y corrupción.
· En tus relaciones con los demás ten presente que Jesús predica y realiza una nueva situación de: respeto, justicia, igualdad, servicio y amor.
· Jesús dice “soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.”. Es una invitación a vivir desde el reinado de Jesucristo, pues ello nos permite desmontar toda esclavitud y vivir como hijos ante Dios y como hermanos ante los demás; para que el mundo crea en él.
· Pide al Señor y esfuérzate en que tu vida sea un acto de servicio por amor.
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