1.- Oración introductoria.
Señor, te pido que sepa desprenderme del dinero. Poco a poco se convierte en un amo cruel que me esclaviza y me avasalla, hasta el punto de quitarme libertad para optar por Ti. Lléname de tu amor, ese amor maravilloso que me deja libre para amarte a Ti y amar a los demás. Señor, sé Tú la verdadera riqueza de mi vida y desaparecerá en mí el deseo del dinero y de los bienes de este mundo.
2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 16, 9-15
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él. Y les dijo: Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Me encanta esta frase del evangelio: “Haceos amigos con el dinero”. Estamos muy acostumbrados a relacionar el dinero con las cosas: dinero para comprar una casa, un coche, hacer un buen negocio, o simplemente “dinero para hacer más dinero”. El evangelio nos dice que el dinero mejor empleado es el que tiene relación con las personas: dinero para entrar en amistad con tantas personas que no conozco y me necesitan; dinero para compartirlo y no para retenerlo; dinero para darlo a los pobres, los amigos fuertes de Dios, y así ser yo también amigo suyo. Hoy quiero abrir de par en par mis puertas a Dios para que el dinero innecesario salga por la ventana. El dinero me ata, me corta las alas de la libertad. “Engarza en oro las alas del pájaro y ya nunca podrá volar al cielo” (R. Tagore). Por eso dice Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Servir a Dios es reinar, es decir, vivir como un rey: rey de uno mismo, sin admitir esclavitudes de nada ni de nadie. “Los fariseos, que eran amigos del dinero, se burlaban de Jesús”. Es normal, Como tantos y tantos fariseos de hoy que ponen su corazón en el dinero y le rinden vasallaje. Pero los que han experimentado el gozo de servir al Señor, también tienen derecho a reírse de sus risas.
Palabra del Papa
Un cristiano que recibe el don de la fe en el Bautismo, pero que no lleva adelante este don por el camino del servicio, se convierte en un cristiano sin fuerza, sin fecundidad. Al final, se convierte en un cristiano para sí mismo, para servirse a sí mismo. Su vida es una vida triste.
El Señor nos dice que el servicio es único, no se pueden servir a dos amos: O Dios o las riquezas. Podemos alejarnos de esta actitud de servicio, primero, por un poco de pereza. Y esta pone tibio el corazón, la pereza te convierte en un comodón. La pereza nos aleja del servicio, y nos lleva a la comodidad, al egoísmo. Hay muchos cristianos así… son buenos, van a Misa, pero el servicio hasta aquí… Pero cuando digo servicio, digo todo: servicio a Dios en la adoración, en la oración, en las alabanzas; servicio al prójimo, cuando debo hacerlo; servicio hasta el final, porque Jesús en esto es fuerte: ‘Así también vosotros, cuando hayáis hecho lo que se os ha ordenado, entonces decid somos siervos inútiles’. Servicio gratuito, sin pedir nada. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de noviembre de 2014, en Santa Marta).
4.- Qué me dice ahora a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.-Propósito. Hago la experiencia de servir hoy al Señor con alegría.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, cada día tus enseñanzas me parecen más reales, más auténticas, más maravillosas. Yo tengo mi propia experiencia de que sólo cuando te he servido a Ti, y no me he dejado esclavizar por nada ni por nadie, he sido verdaderamente feliz. Ni el dinero, ni el placer, ni el poder hacen felices a las personas. Sólo el amor vivido en libertad, nos realiza como personas.
Hoy quiero abrir de par en par mis puertas a Dios para que el dinero innecesario salga por la ventana. El dinero me ata, me corta las alas de la libertad.
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