miércoles, 28 de noviembre de 2018

SEMANA BÍBLICA EN LAS PARROQUIAS: CELEBRACIÓN DE LA PALABRA Y FIESTA DE LA MISERICORDIA



Resultado de imagen de SEMANA DE LA BIBLIA

"CELEBRAMOS UN BANQUETE DE FIESTA"

5ª SESIÓN


1.JESÚS ES EL QUE HA VENIDO A CURAR NUESTRAS ENFERMEDADES
Lectura de Lc 5,27-32
Resultado de imagen de Lectura de Lc 5,27-32
Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas refunfuñaban diciendo a los discípulos: «¿Cómo es que coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?» Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.» 

Momento de silencio y reflexión
El comportamiento de Jesús cuestiona nuestras ideas sobre Dios. Pensamos con frecuencia como los fariseos y maestros de la ley, encerramos a Dios en nuestros esquemas de buenos y malos, puros e impuros. Nos olvidamos de que es Dios de todos y trae salvación y alegría a todos.

Escucha en tu interior la llamada que Jesús te dirige hoy porque quiere contar contigo, porque quiere sanar tu corazón, porque quiere hacer fiesta. ábrele las puertas de tu casa y no te importe mostrarle tus heridas. él, como buen samaritano, trae el zurrón lleno con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.

2. JESÚS ES EL QUE PERDONA LOS PECADOS
Lectura de Lc 7,36-8,3
Resultado de imagen de Lectura de Lc 7,36-8,3
36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiera con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los secaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume. 39 Cuando vio esto el fariseo que lo había convidado, dijo para sí: «Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora.» 40 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo:
—Simón, una cosa tengo que decirte.
Y él le dijo:
—Di, Maestro.
41 —Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. 42 No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos lo amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo:
—Pienso que aquel a quien perdonó más.
Él le dijo:
—Rectamente has juzgado.
44 Entonces, mirando a la mujer, dijo a Simón:
—¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45 No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
48 Y a ella le dijo:
—Tus pecados te son perdonados.
49 Los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí:
—¿Quién es éste, que también perdona pecados?
50 Pero él dijo a la mujer:
—Tu fe te ha salvado; ve en paz.

Momento de silencio y reflexión

Jesús tiene fama de profeta pero también de comilón, borracho, amigo de publicanos y pecadores. En la mesa de Simón, un fariseo, nos junta a todos nosotros. A los hombres y mujeres religiosos les sobreviene  la tentación de convertirse en fariseos que, seguros en sus normas y cumplimientos, se atreven a juzgar al mismo Dios. Te sientes necesitado de su perdón o por el contrario te atreves a juzgar a los demás?

Presta oído a tu corazón. Ante esta escena en la que aparecen Jesús, Simón y la mujer, piensa con quién te identificas más: con el fariseo seguro de sí mismo que juzga a la mujer y a Jesús por dejarse tocar por ella o con la mujer pecadora que está agradecida ante la oferta de salvación hecha por este profeta del Dios de la misericordia.

El final del relato muestra cómo un grupo de mujeres y de discípulos iban con Jesús. Probablemente entre ellas iba esta mujer pecadora. En cualquier caso ella muestra su amor y gratitud a Jesús con sus lágrimas, sus cabellos y sus besos. ¿Te animas a seguir a Jesús desde el agradecimiento y el amor o prefieres abandonar la escena como el fariseo Simón sin decir nada?

3. JESÚS ES EL SERVIDOR EN LA MESA DE LOS DISCIPULOS
Lectura de Lc 22,14-23
Imagen relacionada
Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.
15 Y les dijo: !!Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.
17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;
18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.
19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
21 Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.
22 A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero !!ay de aquel hombre por quien es entregado!
23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto



Momento de silencio y reflexión

Si has seguido a Jesús, habrás comprobado que él se ha acercado a todos, ha compartido la mesa con hombres y mujeres de toda condición, pero ahora se quiere despedir de los suyos con una comida íntima. Él te considera discípulo suyo, te invita a sentarte a esta mesa y compartir sus confidencias. ¡Sigues con los compañeros de mesa sobre quién es el más importante?



Jesús, que ha enseñado cuáles son los valores del Reino en torno a mesas tan diversas, ahora da su última lección tomando el lugar del esclavo en la mesa: él no ocupa el puesto de honor, sino que se presenta como el anfitrión. ¿Estás dispuesto a aprender de Jesús, el único Maestro?

4. JESÚS NOS ENSAÑA QUIÉN ES EL PADRE BUENO
Lectura de Lc 15,1-3-11-32
Resultado de imagen de Lc 15,1-3-11-32
15 Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».
Él entonces les contó esta parábola:
11 »Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. 12 El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia”. Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. 13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.
14 »Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17 Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18 Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”. 20 Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.
»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”.[a] 22 Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. 24 Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”. Así que empezaron a hacer fiesta.
25 »Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26 Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27 “Ha llegado tu hermano —le respondió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo”. 28 Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera. 29 Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30 ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”
31 »“Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32 Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”».

Momento de silencio y reflexión
Nos situamos sucesivamente en el lugar de cada uno de los personajes de la parábola: ¿Con cuál te identificas más?

+ En el lugar del hijo menor:
- ¿En qué se parece nuestra vida religiosa al hijo menor de la parábola? ¿Tu imagen de Dios es la de un padre del que conviene alejarse para tener una mejor vida?

- ¿Tienes experiencia de la misericordia y del perdón generoso de Dios? ¿Alguna vez has sentido que Dios no te juzga, que no le importa como malgastas en ocasiones tu vida?

+ En el lugar del hijo mayor:
- ¿Cuánto te reconoces en el lugar del hijo mayor de la parábola? ¿La imagen que tienes de Dios se parece más a la de un patrón del que eres siervo que a la de un padre del que eres hijo?

- ¿Te cuesta aceptar que el Dios de la misericordia quiere que compartas mesa con sus hijos extraviados y vivas la fraternidad? ¿Eres consciente de que Dios también sale a buscarte a ti para que entres a vivir la fiesta de la fraternidad?

+ En el lugar del Padre.
- ¿Cómo podría expresar tu vida religiosa la misericordia y la compasión del Padre?

-¡Quiénes son hoy los que están lejos, los hijos extraviados, los hermanos que no se reconocen como tales? ¡Cómo deberíamos acercarnos a ellos' ¡Qué gestos hoy serían similares al correr, abrazar, besar, salir a buscar y hacer fiesta del padre de la parábola?
Imagen relacionada



INVOCACIÓN PIDIENDO PERDÓN

Invoquemos a Dios nuestro Padre, que espera a los hijos pequeños y sale a buscar a los hijos mayores, y los acoge entre los abrazos de su misericordia:
R/.Padre, hemos pecado contra el cielo y contra ti.


- No te hemos reconocido como Padre misericordioso, nos hemos alejado de tu casa. Pero, llenos de confianza, nos dirigimos a ti. R/. Padre...


- No hemos administrado con responsabilidad nuestra herencia: nuestra existencia, la libertad que nos has dado. Pero, llenos de confianza, nos dirigimos a ti. R/. Padre...

- No hemos atendido la llamada a escuchar tu voz ni tu Palabra de reconciliación. No hemos sabido alegrarnos y hacer fiesta por el perdón que tú concedes a nuestros hermanos. Pero, llenos de confianza, nos dirigimos a ti. R/. Padre...

En Cristo, podemos presentarnos al Padre en un solo Espíritu porque hemos sido nombrados herederos suyos. Como hermanos, miembros de una sola familia, nos dirigimos con confianza al Padre con las palabras que Cristo Nuestro Señor nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo...

ORACIÓN FINAL
Padre bueno, que tu amor entrañable nos reconforte y nos impulse a abrir nuestro corazón y tender nuestras manos a los hermanos más necesitados. Te lo pedimos por Jesucristo, el rostro visible de tu misericordia. Amén.


Resultado de imagen de misión diocesana euntes


No hay comentarios:

Publicar un comentario