sábado, 6 de diciembre de 2025

II Domingo de Adviento. Ciclo A. 7 de diciembre del 2025

 


  • Primera lectura: Is 11,1-10: Podrán vivir en paz el lobo y el cordero.
  • Salmo Responsorial: 71: Él se apiadará del pobre y del indigente.
  • Segunda lectura: Rom 15,4-9: Mantengamos firme la esperanza.
  • Evangelio: Mt 3,1-12: Una voz grita en el desierto.

En este segundo domingo del tiempo de Adviento, la liturgia de la Palabra nos está invitando a preparar nuestras vidas para recibir al Señor que ya llega. Cada Adviento es una oportunidad más que el Señor me da para vivir más y mejor mi experiencia cristiana. No sabemos en qué momento el Señor vendrá de forma definitiva, por eso la espiritualidad del Adviento nos hace entender que tenemos que estar vigilantes y siempre con las lámparas de la fe encendidas.

Un cristiano debe preocuparse por vivir en santidad, y eso solo se consigue mediante la vivencia activa y consciente del Evangelio en su plenitud. Por otra parte, el Adviento nos invita a reflexionar sobre la presencia de Dios en nuestras vidas, pues reconocemos la grandeza y el poderío de nuestro Señor que vino en la historia, que viene constantemente en el aquí y en el ahora y que sale al encuentro de cada hombre, pero a la vez, reconocemos que ese mismo Señor prometió vendrá al final de la historia.

La línea de fuerza de estas lecturas está en presentar la venida del mesías como un acontecimiento de radical transformación de la realidad. Es una invitación a reconocer la presencia de Dios en nuestra historia personal y en la historia universal. Dios ha entrado en la historia humana para cambiarla desde adentro. El texto de Isaías, que el mismo evangelista Mateo relaciona con la figura de Juan el Bautista, marca el ritmo de la transformación que la venida de Cristo quiere introducir en nuestras vidas: Una voz grita en el desierto: prepárenle un camino al Señor; allanen en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”.

Aparece hoy, otro de los grandes personajes del adviento: Juan, aquel que allanaba el camino del Señor, aquel que bautizaba con agua para el arrepentimiento y la conversación, aquel que, con su austeridad, reciedumbre y sencillez de vida, señalaba el camino de lo esencial en la vida. El Adviento es tiempo de preparación, tiempo de arrepentimiento y conversión, un tiempo de gracia para abrirnos sinceramente al Señor y dejarle actuar en nuestra vida. Es un tiempo para reanimarnos en el seguimiento a Cristo y de revitalizarnos en ese fuego del Espíritu Santo, que hará nuevas todas las cosas. Que el Señor nos siga sosteniendo en su amor y nos dé deseos sinceros de unirnos más fielmente a Él. Amén.

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