Martes, 9 de diciembre del 2025
Color: MORADO
- Primera Lectura. Is 40,1-11: “Prepárenle un camino al Señor; allanen en la estepa una calzada para nuestro Dios”.
- Salmo responsorial: 95,1-2.3.10ac.11-12.13: “Nuestro Dios llega con poder”.
- Evangelio. Mt 18,12-14: «Lo mismo su Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”.
¿Qué debo hacer para preparar mi vida para el paso del Señor?
El tiempo de adviento es un tiempo de espera, pero también de preparación, puesto que cuando nosotros vamos a recibir una visita, arreglamos nuestras casas y la acomodamos de tal forma que nuestros visitantes se sientan a gusto y bien recibidos. En este tiempo, la Iglesia, y cada cristiano, esperamos una visita singular y muy peculiar: esperamos a Jesús, para que haga morada en nosotros. Por tal motivo, debemos allanar el camino de nuestras vidas.
Cuántas cosas torcidas en nuestras vidas que sabemos que tenemos que enderezar; cuántos montes y colinas elevadas por el orgullo, la arrogancia, los complejos de superioridad e inferioridad, la vanidad y la altanería con la que podemos actuar en nuestro diario vivir; la avaricia, el deseo desenfrenado, la codicia, la lujuria y el afán desmedido por bienes temporales, que muchas veces dominan en nosotros.
Afortunadamente, nuestra Madre, la Iglesia, nos ha regalado este tiempo para reconstruir nuestras vidas, para hacer nuevos planes y proyectos, para ser más de Cristo, más de Iglesia, más para el prójimo, para cuidar y velar más por los pequeños y los más necesitados de nuestro entorno.
Hoy es un buen momento para confrontar mi vida con esta palabra del profeta Isaías, que el evangelista Mateo nos cita en este trozo de la Escritura y preguntarme: ¿qué debo hacer para preparar mi vida para el paso del Señor?; ¿cuáles cosas, acciones o actitudes debo rebajar y allanar?; ¿cuáles cosas en mi vida aún permanecen torcidas y que debo enderezar?; ¿cuáles cosas escabrosas en mi vida y en mis acciones debo igualar?; ¿cuáles son los compromisos que debo asumir para con los más pobres y pequeños de este mundo?
Qué el Señor nos dé su gracia para poder acogerlo con una vida santa y con un corazón limpio y puro. Amén.

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