- Primera Lectura. Is 30,18-21.23-26: “El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en tu tierra”.
- Salmo responsorial: 146,1.2.3-4.5-6: “Dichosos los que esperan en el Señor”.
- Evangelio. Mt 9,35-10,1.6-8: “Gratis lo han recibido, entréguenlo también gratis”.
“Dios está cerca”
Las lecturas del día hoy nos llenan de esperanza, virtud esencial de la vida cristiana y más en este tiempo de adviento, en donde somos motivados por la Iglesia a aguardar la llegada de aquél que ha de venir a cambiarlo todo con su presencia salvadora y santificadora.
El profeta Isaías, nos da la certeza de que cuando nos dirigimos a Dios, somos escuchados por Él. Dios nos guía y alimenta, nos sana y nos consuela. El salmo 146, cuando dice: “Dichosos los que esperan en el Señor” … hermanos, no importa la situación por la que estemos pasando, o las dificultades que nos muestre la vida, tenemos un Dios compasivo y misericordioso. Dios está cerca de nosotros. Es lo que el profeta Isaías nos quiere recalcar en este día. Dios está en su Iglesia, como ese maestro que es capaz de compadecerse, de sentir la necesidad que tienen los demás. Dios no es un espectador ajeno a lo que nos sucede.
Una muestra de esto es lo que Mateo nos narra hoy en el Evangelio. Jesús está recorriendo las aldeas y ciudades, enseñando, anunciando el Evangelio, curando todas las enfermedades y dolencias y compadeciéndose del extravío de la gente que marcha como ovejas sin pastor. Dios está cerca pero también quiere que nosotros, sus discípulos, estemos cerca de aquellos que sufren más, de aquellos que aún viven extenuados y abandonados por los sistemas económicos y sociopolíticos de nuestro tiempo.
Todo cristiano está llamando a colaborar con Jesús para que no haya ovejas sin pastor. Para que nadie se quede sin escuchar su voz, sin conocer su mensaje. Jesús anima a su Iglesia y a sus discípulos a comprometerse con su misión y parte de este compromiso consiste en orar incesantemente “al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recogerla”. Todos los cristianos tenemos la responsabilidad y el encargo de orar, colaborar y promover las vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y a la vida religiosa.
En todas las diócesis existe la Pastoral Vocacional y todos los cristianos responsables con su fe, debemos de una manera u otra de ser parte de ella, orando todos los días por el surgimiento de vocaciones y por la santificación de los consagrados, así como colaborando a nivel económico con el sostenimiento de los seminarios, casas de formación, monasterios y conventos. Todos somos responsables, todos podemos ser parte y contribuir. Que Jesús el Sumo y Eterno Sacerdote, siga enviando muchas y santas vocaciones a su Iglesia. Amén.

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