miércoles, 10 de diciembre de 2025

II Semana. Tiempo de ADVIENTO. 10 de diciembre del 2025


                                       
                         
Memoria Libre: Santa Eulalia de Mérida

Color: MORADO o ROJO

  • Primera Lectura. Is 40,25-31: “El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia”.
  • Salmo responsorial: 102,1-2.3-4.8.10: “Bendice, alma mía, al Señor”.
  • Evangelio. Mt 11,28-30 “Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”.

En la primera lectura, el profeta Isaías, con voz fuerte y potente, nos recuerda a todos que Dios es un nuestro Padre y Creador; que Dios nos sostiene constantemente en con su gracia y con su amor; que Dios siempre da fuerza, vitalidad y energía a quienes se acercan a Él con sinceridad de vida y apertura de corazón. Dios, con su Palabra, nos propone un estilo de vida y nos enseña cómo debe ser el ritmo con el que debemos vivir nuestra vida.

La sociedad en la que vivimos nos lleva muy a prisa, y los estilos de vida que adoptamos nos hacen caer en un ritmo frenético, pues, para mantener nuestro estilo “ideal de vida”, debemos de hacer muchas cosas. Somos multifacéticos y estamos siempre con muchas actividades y con muchas cosas por hacer. Se nos ha vendido, que mientras más haces, más productivo y útil eres. Hemos creído que el que más hace, es el más útil y valioso.

No se trata de ser haragán, holgazán o perezoso -estamos claros que debemos trabajar duro y ser laboriosos-, pero tenemos que ser sinceros con nosotros mismos y repensar las cosas. Todo trabajo produce cansancio y fatiga; pero, hoy en día, el ritmo vertiginoso con el que asumimos el trabajo y la vida, están produciendo mucho estrés y mucho agotamiento físico y mental, que, a la “corta o la larga”, están reduciendo nuestra calidad de vida.

Hoy vivimos siempre cansados, agobiados por la velocidad de la vida y por las tantas ocupaciones y actividades que la vida moderna trae consigo. Esta Palabra nos hace una invitación que, más que a un simple “descanso” como pausa necesaria por nuestras largas y sofocantes jornadas laborales, quiere llevarnos a la reflexión. El Evangelio nos recalca que en Dios podemos depositar todas nuestras cargas; en Dios podemos descansar de nuestras muchas fatigas, pues con Él, y solo en Él, encontramos descanso, seguridad y reposo.

Debemos trabajar y confiar: Dios nos sostiene; la vida y la historia le pertenecen a Él. Tú y yo somos pasajeros y estamos como peregrinos de esperanza en este mundo; por eso debemos repensar: ¿cuál es el objetivo final de tanto trabajo?, ¿qué estoy sacrificando por el trabajo y por el estilo de vida que quiero y deseo vivir?, ¿qué saco al final del día, al final de mi vida, de todo por cuánto me he afanado?, ¿está valiendo la pena tantas fatigas y tanto estrés?, ¿hacia dónde me está llevando este estilo de vida tan agitado y cargado de tantas cosas?

Que sepamos ir siempre a Jesús y recibamos de Él alivio y consuelo. Amén.

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